LIBROS

Philip Kerr, arte y tiempo del crimen

Fallecido en 2018, Kerr dejó títulos que lo definen como maestro del género con mayor número de lectores y discípulos

Philip Kerr

Marina Sanmartín

¿Por qué a los ojos de los críticos era lícito que un pintor dependiera de sus ayudantes pero no que un escritor hiciera lo propio? Esta es la pregunta en torno a la que gira el conflicto de El arte del crimen , la novela originalmente publicada en 2014 con la que Philip Kerr (Reino Unido, 1956-2018), sin duda perteneciente a ese selecto grupo de autores capaces de vivir para siempre a través de su prolífica e incombustible producción, regresa ahora a nuestras librerías; un ejercicio brillante de metaliteratura, al que no solo deberían acercarse los adictos a la narrativa policiaca, sino también todos aquellos interesados en descifrar el arte de la ficción en su sentido más técnico, los mecanismos imprescindibles para poner en marcha una historia capaz de conquistar a la multitud.

Contada a dos voces y basada en un argumento sencillo, que se inicia con el asesinato en Mónaco de la esposa del escritor más famoso del mundo e incluye en el elenco de sospechosos a los negros literarios que trabajaban para él, permitiéndole mantener un frenético ritmo de publicaciones, podemos elegir leer El arte del crimen como lo que aparenta ser: un solvente superventas que devoraremos en un par de sesiones de sofá; o como lo que en realidad es: una interesante reflexión sobre la creatividad literaria, plagada de claves de escritura y citas de autores como L.P. Hartley, Samuel Beckett, Iris Murdoch o Virginia Woolf, cuya experiencia a la hora de enfrentarse a la hoja en blanco primero Kerr menciona y a continuación aplica sobre una trama articulada con la precisión del reloj carísimo que, «como un Range Rover aparcado en una toalla playera», luce uno de sus protagonistas.

La memoria del mal

La propuesta de Kerr, emparentada en primer grado, por lo que tiene de análisis del género negro, con la imprescindible La hija del tiempo , de Josephine Tey (Reino Unido, 1896-1952), recientemente recuperada por Hoja de Lata, se presenta ante el lector como una prueba más de la pericia del autor británico para construir relatos sólidos y sórdidamente verosímiles, algo que ya demostró con Una investigación filosófica (Anagrama, 1992), la novela que consolidó su fama y en la que, sin embargo y como en este título que nos ocupa, no encontramos el ingrediente definitivo que, junto con el ya mencionado dominio de las reglas del suspense, habría de distinguir su estilo de forma definitiva: la mezcla de lo policiaco con lo histórico.

Y es que sería imperdonable escribir un artículo sobre Philip Kerr y no mencionar a Bernie Gunther, el personaje que lo hizo más famoso; un detective privado que tiene como punto de partida el Berlín de entreguerras y que apareció por primera vez en Violetas de marzo (1989). Este es el título que, ambientado en 1936, inaugura la Trilogía Berlinesa , tanda inicial de una colección integrada por catorce novelas en las que, amparándose en la magia de la literatura para transformar el crimen en un juego y el recuerdo del horror en el escenario de un experimento controlado, el escritor recrea un tiempo poseedor de un inefable atractivo: el que ejerce sobre nosotros la memoria del mal que impregnó como la brea los años centrales y aledaños al Holocausto.

Además de dominar las reglas del suspense, supo mezclar lo policiaco con lo histórico

Antes y después de Bernie Gunther, otros perfiles e intrigas muy recomendables han servido de excusa para profundizar en las causas que llevaron al pueblo alemán casi por completo a sumarse al fanatismo. Entre ellas destacan, anticipándose a Bernie, el germen de la película Cabaret (Bob Fosse, 1972), Adiós a Berlín (Acantilado, 2014), publicada en 1939 e imbuida del estilo a medio camino entre el brillo y la penumbra de Christopher Isherwood; y Una princesa en Berlín (Tusquets, 1980), en la que el estadounidense Arthur R. G. Solmssen (1928-2018) se sirve de un misterioso cuadro y de un asesinato político para retratar la asfixia provocada por la inflación y el desprecio europeo sobre Alemania en la década de los 20.

Por otra parte, siguiendo la estela de Kerr , que sitúa en Múnich Unos por otros, la cuarta entrega de la colección protagonizada por Gunther, Alfaguara ha incluido hace muy poco en su catálogo la extraordinaria y documentadísima El ángel de Múnich , del italiano Fabiano Massimi (Módena, 1977). Basada en un hecho real, el supuesto suicidio en septiembre de 1931 de Geli Raubal, la sobrina favorita de Hitler, a la que el futuro dictador tutelaba y con la que convivía.

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