Detalle del montaje de la propuesta de David Trullo
Detalle del montaje de la propuesta de David Trullo
ARTE

El museo disidente de David Trullo

El artista madrileño propone la instalación «Queer Cabinet» en el Museo Nacional de Artes Decorativas de Madrid

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Durante mucho tiempo los museos han sido espacios selectivos destinados a conservar y difundir manifestaciones culturales exclusivas pero también excluyentes. En las últimas décadas, y al calor de la denominada museología crítica, artistas como Hans Haacke, Kosuth o Fred Wilson se han servido de la institución para desvelar los procesos de ocultación de determinadas cartografías culturales, sociales y políticas. En esta línea se ubica la propuesta que David Trullo (1969) ha instalado en la colección del Museo Nacional de Artes Decorativas, en Madrid: piezas históricas son interpeladas por fotos del artista madrileño para establecer un trasvase semántico sobre cuestiones de género y sexualidad disidentes.

Trullo ha asumido el riesgo de adentrarse en una colección donde las referencias a lo que no es sexualmente normativo son vagas o aparecen en unos contextos moralizantes. De ahí que su estrategia sea una suerte de museología ficcional en la que no se pueden seguir pautas sin inventarlas: los vínculos entre San Sebastián asaeteado y la aparición del sida como enfermedad estigmatizante, o bien entre la iconografía de Apolo y Marsias y el placer sadomasoquista, no son simples caprichos asociativos; por el contrario, nacen de una reflexión sobre la identidad del otro en una sociedad, la actual, que se piensa a sí misma en términos de libertad política, religiosa y sexual. La propuesta incide en que siguen vigentes, aunque hayan variado sus procedimientos, estructuras de control y exclusión articuladas hace siglos.

Duda y controversia

El título de la instalación, Queer Cabinet, advierte que el interés de Trullo va más allá de un inventario de iconografías clásicas asumidas como propias por la cultura gay. Lo queer reivindica identidades de género y sexuales que no se organizan en términos esencialistas y que han sido desplazadas del espacio social. La inclusión de estas en el recorrido del museo no se configura como meras notas a pie de página sino como yuxtaposiciones inéditas que buscan ser escrutadas desde la duda y la controversia. Y si bien no todos los diálogos de Trullo poseen el mismo grado de eficacia, el conjunto es capaz de activar una guía abierta y alternativa que explicita la existencia de memorias colectivas olvidadas.

Queer Cabinet se entromete, con pretensión desestabilizadora, en la presunta objetividad de la información que aún hoy ofrece la museología; una información mediada por los discursos hegemónicos. También recalca Trullo la capacidad del humor y de la ironía como agentes trasgresores de lo correcto, y ambas herramientas funcionan a la perfección entre tanto objeto decorativo.

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