ARTE

En la muerte de Antonio Bonet, un sabio del arte y la arquitectura

Desde un profundo conocimiento sin excesos ni afectaciones, desplegó una enorme actividad en el mundo del arte impulsando y dirigiendo publicaciones, instituciones y muestras

Antonio Bonet Ángel de Antonio

Fernando Castillo

Hay frases que uno no querría escribir nunca. El 21 de mayo murió en Madrid Antonio Bonet Correa , catedrático de Historia del Arte en Murcia, Sevilla y Madrid, director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y de su museo, profesor en la Sorbona durante los años cincuenta, autor de una bibliografía tan extensa como imprescindible profesor de generaciones de alumnos que lo recuerdan… Pero sobre todo un amigo, y a su vez padre de otros amigos. Ha muerto a los 94 años uno de los últimos testigos del Madrid plateado de los años treinta del que aun recordaba como entraba con su padre en el gran viario Café Negresco . Un café del que, junto con varios luego se ocuparía en un libro esencial escrito ya cuando era nonagenario.

Antonio Bonet Correa era parte de una España en la que aun había destellos plateados de preguerra -no en vano era sobrino del poeta ultraísta Evaristo Correa Calderón -, en la que algunos citaban, por escoger a alguien, a Werner Sombart o Henri Focillon , como hacía en muchos de sus libros. No sé si en la Universidad de esos años de postguerra algunos de sus más destacados representantes eran de orientación orteguiana, institucionista o residente, pero sí sé que fue esa Universidad, en la que brillaba gente como Antonio Bonet, la que ha permitido que escribiera muchos de sus libro. Tenía Antonio Bonet además una trayectoria internacional que le llevó a Francia en los años cincuenta , concretamente a París donde ejerció en la Sorbona como profesor. Hombre de su tiempo, la sabiduría y el estudio no le excuso el compromiso pues en 1975 fue encarcelado unos días por el franquismo por su apoyo a la Junta Democrática .

Un espíritu inquieto

Además de sus méritos académicos y científicos, de su enorme actividad en el mundo del arte impulsando y dirigiendo publicaciones y muestras, era un inquieto al que todo lo referido al arte y la arquitectura le interesaba . No es de extrañar que en 1987, cuando leyó su discurso de ingreso a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando , muchos se quedaron sorprendidos de que el Catedrático de Historia del Arte escogiera como tema de tan destacada intervención a los cafés, una institución inseparable de la historia y de la cultura europea. Quienes se extrañaban ante la opción de Antonio Bonet no debían recordar que sus intereses han superado con mucho los programas universitarios al uso, extendiéndose a ámbitos en los que confluyen el arte, la literatura y la historia. Ya había precedentes pues unos años antes, en la revista Triunfo , publicó un artículo que supuso el primer estudio realizado en España sobre el búnker , una construcción militar que por sus características y significado atrajo su atención. Siempre que he tenido ocasión, he contado su elección a requerimientos de una revista de arte que dedicaba su ultima página recoger las preferencias de personalidades del mundo del arte. Frente a ejemplos rebuscados de obras escondidas en museos olvidados de una pequeña ciudad italiana o francesa, de una iglesia perdida pongamos que en el Macizo Central o en las montañas suizas, de la ruinas de un pequeño templo en una inaccesible isla griega, Antonio Bonet escogió la Torre Eiffel . Así, sin más.

De escritura elegante, casi diríamos que clásica, alejada de afectaciones y excesos , en ella brillaba su sabiduría, que era la de su época. Esa que además de permitirle escribir su obra de referencia dedicada a la arquitectura barroca , le llevó interesarse por los cafés históricos, la arquitectura fantástica, los carteles o el arte contemporáneo, pues no en vano fue presidente de ARCO . De hecho, poco antes de su muerte me dijo que estaba preparando un texto sobre Guillermo Pérez Villalta . Incansable en su generosidad, era amigo de sus amigos y con su asistencia apoyaba a todos los que, como quien firma esto, creía que era necesario respaldar. No es extraño que su presencia junto a su mujer, Monique Planes, sus hijos Juan Manuel, Pedro e Isabel , en presentaciones y vernissages , diera lustre y prestigio a cualquier acontecimiento. Se ha muerto además u na persona que ejercía la cortesía , un dandi que iba con chaqué en el metro a los actos de la Academia que dirigía, sin olvidar la Legión de Honor o la Medalla de Bellas Artes en la solapa. Una pérdida que es de las peores pues, a la de un amigo querido y respetado se une la de una época.

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