ENTREVISTA

Michael Connelly: «No se puede entender ni escribir la historia de Estados Unidos sin el crimen»

Eminencia de la novela negra y maestro de las intrigas policiales, el escritor estadounidense Michael Connelly sigue patrullando las calles de Los Ángeles junto con su inseparable Harry Bosch y la recién llegada René Ballard

Connelly, durante una de sus recientes visitas a Barcelona Inés Baucells

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A Michael Connelly (Filadelfia, 1956) ya le obsesionaba el crimen desde que, con 16 años, presenció cómo un hombre arrojaba a un seto una pistola que se acababa de cobrar una víctima mortal en las calles de Fort Lauderdale, Florida, pero n o fue hasta que tropezó con Joseph Wambaugh y, sobre todo, Raymond Chandler , que decidió convertirse en escritor. Lo que no podía imaginar aquel joven estudiante de Periodismo y Escritura Creativa es que, con los años y tras una provechosa etapa como reportero de sucesos en diarios locales primero y en «Los Angeles Times» después, se acabaría convirtiendo en el gran cronista de la vida policial y criminal de Estados Unidos ; una eminencia de la novela negra con números de escándalo (más de 60 millones de ejemplares vendidos y subiendo), rentables ramificaciones televisivas y cinematográficas, e inesperados cameos compartiendo manos de póker con Dennis Lehane, James Patterson y Stephen J. Cannell en algunos episodios de la serie Castle. Y todo gracias a Bosch, Harry Bosch, obstinado y sufridor detective de la policía de Los Ángeles junto al que resuelve crímenes, airea desmanes endémicos de la sociedad estadounidense y retrata como pocos los mecanismos y vasallajes del trabajo policial. Una relación de largo recorrido que, después de casi tres décadas y más de una veintena de títulos, muda ligeramente de piel en « Noche sagrada », novela en la que Bosch sigue la pista de un brutal crimen cometido en el pasado mientras en su camino se cruza René Ballard, detective del turno de noche a la que Connelly presentó en «Sesión nocturna».

Nueva novela y, como en «La caja negra», nuevo caso abierto que Bosch intenta resolver años después. ¿Es su manera de decir que, por muchos años que pasen, la justicia acaba prevaleciendo?

El sistema de justicia es como un gran transatlántico que necesita mucho tiempo para hacer una maniobra y, con un poco de suerte, mis libros son un fiel reflejo de las dificultades con las que se encuentra. Hay muchas barreras que se interponen entre la sociedad y la verdadera justicia. Al final, escribo estos libros como entretenimiento, pero si tuviese que señalar un propósito superior, sería el de mostrar el sistema con todos sus errores y hasta qué punto personas como Ballard y Bosch trabajan para sortear todas esas trabas. Me gusta plantear la cuestión de si, pese a llegar con retraso, la justicia sigue siendo justa. En este sentido, Bosch y Ballard son de la idea de que nunca puedes dejar atrás a una víctima.

«Me he involucrado mucho en la versión de Amazon Prime de ‘Bosch’, sí, pero a costa de sacrificar tiempo de escritura»

En «Noche sagrada» tenemos crímenes en plena calle, peleas de bandas, intentos de asalto a clubs de «stripteasse», y en otros libros de la serie aparecen temas recurrentes como el racismo o los disturbios de 1992. ¿Existe una geografía criminal específica de una ciudad como Los Ángeles?

Se trata de una ciudad que atrae a mucha gente que llega buscando unos sueños que generalmente no se hacen realidad, por lo que al final hay un contraste brutal entre ricos y pobres. Y ahí, claro, también hay una parte racial. Lo cierto es que es difícil mostrar una parte de Los Ángeles sin que aparezcan todos estos temas, porque están ahí, se han convertido en parte de la estructura de la ciudad. Así que si hago bien mi trabajo e intento reflejar la ciudad real tengo que mostrar todo eso. Es mi manera de ser algo más que un tipo intentando armar un rompecabezas y utilizar los libros como un espejo de lo que está sucediendo en el mundo a través de Los Ángeles. Hablamos de una ciudad azotada por los incendios y los terremotos; una ciudad que ya es peligrosa antes incluso de que entren en juego los asuntos sociales, y eso la convierte en un lugar muy especial sobre el que escribir. ¿Podría encontrar lo mismo en Chicago, Miami o Seattle? Es probable, sí, pero será diferente.

Con «Sesión nocturna», el primer libro de la serie Ballard, se anticipó al #MeToo al novelar un caso de acoso sexual dentro del departamento de policía de Los Ángeles. En «Noche sagrada», sin embargo, Ballard tiene que lidiar con lo que parece ser una denuncia falsa...

No estoy intentando hacer ningún tipo de tratado social, pero creo que todo se mueve en un zona gris. Sesión nocturna, es cierto, surgió antes de que el movimiento #MeToo cogiera tanta fuerza, pero no fue más que fruto de mi educación como periodista: en una de mis conversaciones con Mitzi Roberts, la detective real en la que se basa Ballard, salió el tema del acoso sexual y lo puse en el libro. De hecho, muchas de las historias están basadas en casos que ella me explicó. En su trabajo ella salía a la calle y veía todas las caras de la moneda. Y eso mismo es lo que intento hacer yo: quedarme en las zonas grises. Nada es blanco o negro.

«Si en algo pienso es en volver a ser solo un escritor de libros. No presto demasiada atención a Hollywood»

¿Es eso lo que debe hacer un escritor? ¿Moverse por esas zonas grises?

La única manera de mantener la inspiración y el interés es a ir un poco más allá del enigma, del «quién lo ha hecho». Quiero utilizar los crímenes a los que se enfrentan Harry y René como una ventana a otras cosas que suceden en el mundo. No voy a dar respuestas, pero quizá el lector puede pensar en ello y llegar a alguna conclusión. Ya no me contento con tener una trama ingeniosa que atrape al lector. Eso está bien, sí, pero tiene que haber un nivel más alto al que aspirar.

-En un momento de la novela, Ballard recuerda que en los noventa a los criminales y a las víctimas aún se les ponían motes ocurrentes como el Fabricante de Muñecas o la Mujer de la Maleta. Ahora, en cambio, sostiene, es como si todo se hubiese normalizado y nada fuese lo suficientemente impactante. ¿Nos hemos acostumbrado al crimen y al mal?

Bueno, supongo que depende de dónde vivas. En Los Ángeles, sin duda, hemos alcanzado un nivel en el que nada resulta sorprendente. Es una ciudad en la que la gente se ha acostumbrado a caminar mirando por encima del hombro, porque conoce bien su historia y sabe que es una ciudad de extraños. De los 10 millones de personas que viven ahora mismo en la ciudad, sólo uno ha nacido realmente en ahí. Yo mismo sólo conozco a una persona nacida en la ciudad… ¡y es mi hija! Eso hace de Los Ángeles un lugar en el que como puede ocurrir cualquier cosa, acaba ocurriendo cualquier cosa. Así que te acostumbras a que nada te sorprenda.

«En Los Ángeles la gente se ha acostumbrado a caminar mirando por encima del hombro, sabe que es una ciudad de extraños»

¿Y eso no es un problema cuando parte de su trabajo consiste, precisamente, en jugar con ese elemento sorpresa?

Creo que lo que debe hacer un escritor es ir más allá de los detalles impactantes y ahondar en la psicología y las causas. Ya sabes: el tipo de material que a menudo no se ve en los periódicos o en la televisión debido a la falta de tiempo y velocidad. El escritor tiene una gran ventaja. Para mí, al menos, lo es, ya que ahora puedo escribir 100.000 palabras sobre algo, y cuando era periodista si tenía suerte podía llegar, como mucho, a las 2.000 palabras. Y eso es tal vez lo que lleva al lector a preguntarse si así es como queremos estar en esta sociedad o qué se esconde detrás de un crimen horrible.

Entiendo entonces que no echa de menos el periodismo ni su época como reportero de sucesos.

Creo que hay periodismo en mis libros. Intento ser preciso en el estudio de la política y la burocracia del departamento de policía, salgo a investigar, hago informes… Así que siento que, de algún modo, sigo haciendo periodismo y comprometido con el oficio. Sobre todo ahora que el periodismo está siendo atacado y criticado constantemente por los conservadores y por el presidente Trump, con todas esas cosas como «fake news» o «enemigos del pueblo». Esto realmente me preocupa, ya que sé lo importante que es que haya una medios de comunicación independientes. Así que sí, eso me hace querer saltar y defender el periodismo y mostrar de qué va el buen periodismo. El año pasado, por ejemplo, empecé un «podcast» [se refiere a «Murder Book», un «podcast» sobre crímenes reales] simplemente para poder contar historias verdaderas. Las historias verdaderas son importantes. Además, ahora estoy escribiendo un nuevo libro protagonizado por Jack McEvoy, el periodista de sucesos que ya aparecía en novelas anteriores como en «El poeta» y «La oscuridad de los sueños». Supongo que, después de todo, sí que debo estar empezando a echar de menos el periodismo.

Y las novelas le permiten volver a él cuando quiera.

Creo que es importante que la gente sepa lo que está pasando en la comunidad. Sabes, siempre existen una serie de pasos, como un efecto dominó, que llevan a un crimen. Y los medios rara vez tienen oportunidad de retroceder en el tiempo para rastrearlo hasta sus orígenes. Existen muchas páginas «webs», sí, pero pocas con una idea arraigada o profunda de reporterismo. Y eso plantea un problema, ya que no puedes entender ni escribir una historia definitiva sobre este país, sobre los Estados Unidos, sin el crimen. Forma parte de nuestra cultura, y por eso es tan importante informar sobre ello, dejar constancia de lo que está pasando.

«Creo que hay periodismo en mis libros. Intento ser preciso en el estudio de la política y la burocracia del departamento de policía, salgo a investigar, hago informes…»

¿Es por eso que escribe novela negra?

Lo que me permite la novela negra es trabajar con historias en las que hay mucho en juego y manipular la trama para que las personas puedan tomar decisiones difíciles y tengan que vivir con las consecuencias. Como autor soy muy afortunado, ya que después de tanto tiempo he logrado enganchar a la gente con una gran variedad de emociones diferentes. No sé si hubiese escrito tantas historias de no haber escrito novela negra.

A estas alturas, y después de tanto tiempo, ¿ha resuelto por fin el misterio de qué convierte a un libro en un «best-seller»?

Sigue habiendo muchas cosas que aún tienen un componente místico para mí: cómo ocurre, qué me inspira… Y, sobre todo, la gran pregunta: ¿qué hace que la gente lea este libro y no aquel otro? De todos modos, supongo que al final todo se puede resumir en tener una buena historia y un buen personaje en el centro.

«Bosch», la serie de televisión que Amazon Prime ha realizado a partir de las novelas, se suele poner como ejemplo de lo que debería ser cualquier adaptación televisiva. ¿Le he tentado la experiencia para volcarse más con la escritura para la televisión o el cine?

Lo cierto es que estoy ansioso por volver a esos días en los que era escritor y lo único que hacía era escribir libros. Me he involucrado mucho en Bosch, sí, pero a costa de sacrificar tiempo de escritura. Así que sí, tuve suerte con la serie, pero si en algo pienso es en volver a ser solo un escritor de libros, por lo que en estos momentos no presto demasiada atención a Hollywood. Ahora van a hacer una serie basada en «El inocente» (la saga protagonizada por el abogado Mickey Haller), pero no estoy tan involucrado. Creo que será interesante ver qué hacen.

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