Fotografía del proyecto «Ataskoa» (2005), de Maider López
Fotografía del proyecto «Ataskoa» (2005), de Maider López
ARTE

Maider López: un banco llamado muro

El repaso a la trayectoria de Maider López organizado por el Koldo recala en Vigo. Y patina en el «desplazamiento»

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Busquemos el lugar donde las intenciones aciertan o fracasan. A ver si encaja lo que Maider López (San Sebastián, 1975) dice poner en juego y lo que ocurre al visitar la exposición. En 2008 presenta Sala 1, una instalación en la que reproduce la planta del Koldo Mitxelena en una sala del propio centro de arte, alegando que es «un espacio que se repite hacia dentro. Una arquitectura dentro de sí misma». Tan vacías las palabras como la obra, López desatina de nuevo con esta exposición producida por el propio Koldo y que ahora se traslada al MARCO. «Desplazamiento» es la intervención que da título a la muestra y el argumento bajo el que su autora reúne trabajos de los últimos diez años.

Fotografías de 2005 como «Playa» (gente utilizando una toalla roja en una playa) o «Ataskoa» (coches reunidos en un camino de improbable colapso), funcionan como ejercicios plásticos de fin de curso que apoyan ese desplazar improbable de pensamiento, reflexión y novedad social.

Desubicación anodina

Fragmento extraído de la información sobre la pieza: «“Desplazamiento” es una intervención específica en la planta baja del MARCO que genera un duplicado de medio metro de altura de las paredes del museo que, al ser desplazadas, nos permiten repensar el lugar, ofreciendo perspectivas, itinerarios y circulaciones no habituales». Pretender que por elevar un tabique de pladur de 50 cm. de altura se esté desplazando 217 cm frontalmente y 415 lateralmente la planta del museo supone, de nuevo –en cuanto a la fundación de la obra de arte se refiere–, confundir el mapa con el territorio, el color con la luz, la velocidad con el tocino, o como prefieran llamarle a esta desubicación anodina de términos imprecisos. La instalación «Desplazamiento» no es un duplicado de los muros de una sala; a lo sumo, un banco corrido en el que nadie se puede sentar. ¿En qué momento la obra nos invita a repensar, qué nueva perspectiva nos ofrece y qué circulación no habitual es tan interesante? ¿Qué aporta en comparación, por ejemplo, con aquella pieza de Karmelo Bermejo «Mástil de bandera girado 180º y clavado en el suelo» que atravesaba el MARCO en el año 2011?

En la síntesis del proyecto expositivo que ahora presenta está escrito: «Desplazar es mover o sacar a alguien o algo del lugar en el que está, una definición que nos da las claves necesarias para enfrentarnos a estos trabajos. No sólo porque Maider López utiliza el desplazamiento como recurso para crear situaciones de extrañamiento, sino por su voluntad de generar un nuevo lugar mental en el que confrontar nuestras ideas preestablecidas». Sólo con cortar y pegar aquí las inconsistencias conceptuales del proyecto, la crítica hablaría por sí sola. Un lugar mental: ni más ni menos.

Dudo que las personas y los espacios con los que Maider López colorea un contexto público puedan generar lugares mentales. Reconozcamos que algo no encaja; si sus palabras ilustran su intención, el resultado no ilustra sus palabras.

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