ARTE

La desacralización del arte, capítulo uno

La Fundación Suñol aprovecha su nueva sede para mostrar sus fondos. La relectura, en tres episodios, la firma Valentín Roma

«La rendición de Torrejón», de Equipo Crónica

Isabel Lázaro

La Fundación Suñol inicia programación expositiva en su nueva sede en Barcelona con una lectura sobre sus fondos orquestada por Valentín Roma , quien crea los cruces entre sus obras y los textos que acompañan al visitante en esta inmersión en sus impresionantes conjuntos. Una tarea que va más allá de la selección de piezas y su disposición en sala, alejada de una ordenación cronológica para crear una lectura coral entre el comisario -conocedor de la colección, ya que previamente se implicó en otras acciones con la misma- y el equipo del centro. Así, con la intención de romper con la condición estática de la obra de arte , nos propone una lectura poética sobre la utilidad de las mismas más allá de su contemplación.

Esta nueva lectura se estructura en tres «momentos/capítulos», ya que, para él, el «momento» es tan protagonista como la propia obra. Desde un programa general titulado «Tres actos», se articulan tres propuestas casi escenográficas que nos llevarán a visitar la colección fijándonos en otros tantos aspectos que dan la clave sobre la selección realizada y su montaje. Porque tan importante es en esta lectura lo que se expone y selecciona como el lugar estratégico que ocupa en el espacio y el tiempo, creando un triángulo a través del diálogo, la confrontación y las diversas perspectivas que ofrece.

La obra de arte como icono

La primera de estos tres capítulos explora el concepto de Obras maestras «conocidas» . Un aspecto que nos hace reflexionar sobre los autores que conformarían un elenco de «productores de piezas» clave para entender el arte de nuestra contemporaneidad , así como sobre las obras mismas, que se transforman en iconos. Aquellas que se recordarán más allá de nuestro momento, pero que se descontextualizan al situarse rodeadas de sus iguales, demostrando la gran amplitud y vertientes que el aura de la obra maestra abarca.

Nombres incuestionables, aunque todos ellos masculinos, como Tàpies, Warhol, Fontana o Miró , demuestran la intensidad de cada pieza, pero, al tiempo, bajan del Olimpo para situarse ante el público de manera comprensible y, por este mismo motivo, abandonando algo de su reluciente pátina. Hacer convivir en una misma sala un imponente lienzo de Equipo Crónica delante de retratos de Robert Mapplethorpe o Richard Avedon con un gran Calder suspendido al fondo son algunos de los deslumbrantes encuentros con obras que tocan el suelo ante nosotros acompañadas de unos cuidados textos que las sitúan ante el público sin perder de vista el aspecto pedagógico que envuelve las acciones de la Fundación en esta nueva etapa. Así, un inmenso Barceló no consigue hacerle sombra a un reconocible Christo o a los delicados dibujos de Dalí, creando un juego de fuerzas y tensiones que se equilibran en una sala de dimensiones muy humanas y con una iluminación tan cálida que las acerca de forma honesta.

Por otro lado, se crea para la ocasión un intenso programa de actividades paralelas entendido de forma transversal, aunando en un mismo calendario a escritores, filósofos, críticos, poetas y (¿cómo no?) a autores vinculados a la Historia de la Fundación y al propio Suñol. Un homenaje más a una figura tan conocida como discreta, la del coleccionista que modeló este compendio, y que una vez más se muestra al público como si fuera nueva gracias a su intencionalidad renovada. De hecho, la presencia y figura del coleccionista se vislumbra desde la entrada, en una fotografía de su despacho, vacío y minimalista, que funciona como preludio de su ausencia.

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