SERIES DE TV

El catálogo de Apple para competir en el mercado de series

Apple se ha presentado con un escaparate exiguo, pero brillante, aunque es casi imposible alcanzar la excelencia de una serie como «The Crown»

«The morning show»
Federico Marín Bellón

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El gigante de la manzana ha entrado en el negocio seriéfilo con pies de plomo. O de oro. Frente al catálogo insondable y a menudo sospechoso de la competencia, Apple se ha presentado en sociedad con media docena de títulos , que irán creciendo con estudiada pachorra. Desafiando la estadística, casi todos son interesantes y la mayoría ya han sido renovados. Lo que no consigue ninguno, sería un milagro, es superar la excelencia de The Crown , en la cima de la aplastada campana de Gauss del rey del streaming .

El fondo de armario de Apple es escuálido, pero merece una cata. A Rosa Belmonte le ha llamado la atención Dickinson , arriesgada comedia negra sobre la figura de la inmortal poeta (Igual que causa rechazo el término poetisa, quizá deberíamos empezar a reivindicar el de poeto). En general, son historias para casi todos los públicos , con títulos de crédito de diseño y producciones sin estrecheces. Todavía no hay ninguna completa, pero por lo visto hasta ahora, insuficiente para juzgar con rigor, apetece seguir.

En cuanto al escaparate, está limpito y se desmarca de las modas, por necesidad y por orgullo. En esta plataforma también salta solo el capítulo siguiente, para atrapar adictos y gentes sin voluntad , pero se respetan títulos de crédito y cabeceras.

«Para toda la humanidad»

El planteamiento de esta carrera espacial trucada ya es interesante: los rusos se adelantan a los Apolo y pisan la Luna en primera posición, para desesperación de Nixon. A partir de la distopía , la coherencia impera dentro de una recreación cuidada, que mezcla con acierto imágenes de archivo falsas y verdaderas . Los giros bastan hasta el momento para que la acción no decaiga.

«See»

Entre Saramago y Sandra Bullock , pero con personalidad propia, cuenta la historia de otro presente alternativo, con la población mundial privada de la vista por un virus «antiplataformas» (¿quién iba a pagar la suscripción si nos quedamos todos ciegos?). Jason Momoa lidera a su pueblo y pelea mejor que Daredevil . Entre las sorpresas, la holandesa rapada Sylvia Hoeks , de espiritualidad lasciva.

«The Morning Show»

La joya de la corona era este drama sobre un programa de televisión en el que estalla un caso de abusos. La serie es inteligente y valiente, nada obvia . Puede que su punto débil sean sus estrellas, y no por lo que han costado. Los actores de comedia son a menudo insuperables para el drama, pero Jennifer Aniston y Steve Carell tienen algo en la cara, natural o incorporado, que incita al chiste.

Olivia Colman en «The Crown»

«The Crown»

Estoy de acuerdo con Rosa Belmonte en que la tercera temporada (desde el pasado domingo en Netflix) es aún mejor que las anteriores . Los problemas por el cambio de actores se resuelven en lo que dura un cara o cruz, con la ventaja de que los de esta temporada son en general superiores. La favorita, claro, es Olivia Colman .

Lo que más cambia es el esquema, algo arriesgado porque funcionaba a la perfección. Peter Morgan hace ahora capítulos casi estancos. Su habilidad para encontrar escenas significativas e iluminarlas siempre desde el lado más interesante sigue siendo un prodigio. Como lo es salirse de lo previsible en el relato de una institución tan estable. La perfecta recreación de época se da por descontada. Lo que sorprende es que está tan viva. Late y respira, emociona e incomoda, hace humanos a los semidioses y descubre el glamur en los rincones peor barridos de Buckingham.

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