150 aniversario

Charles Dickens, el genio literario que sufrió mal de amores por ser pobre en su juventud

Un sugerente ensayo biográfico, con cartas inéditas en español, aporta las luces y sombras del célebre escritor inglés

Dickens leyendo a sus hijas, Mimie y Katey, en Gad's Hill

Carmen Rodríguez Santos

Este 9 de junio, pero de hace 150 años, o sea en 1870, falleció el novelista británico Charles Dickens con 58 años. El célebre novelista británico fue uno de los más grandes autores que ha dado la Literatura Universal, con una personalidad tan social como poética, siempre unido a las clases bajas y aniquiladas por la Revolución Industria de la época victoriana. Y recientemente, hemos conocido en España que el autor de «Oliver Twist» padeció un desgarro amoroso que le marcó para el resto de su vida y quién sabe cuánto le influyó para tener esa mirada tan compasiva y lúcida para con los desheredados.

Poco antes de escribir David Copperfield -una de las más famosas novelas de Dickens (Portsmouth, 1812-Higham, 1870)-, el autor inglés confesó que estaba componiendo su autobiografía «con la pretensión de que alguien encontrara el manuscrito entre mis papeles cuando el tema de su objeto llegase a término». Pero no solo nunca la concluyó, sino que prendió fuego a lo que llevaba escrito. El motivo lo revela él mismo: se sintió incapaz de abordar una parte de su vida: su relación sentimental con Maria Beadnell Winter . De ella apenas se han ocupado los biógrafos oficiales de Dickens, como Peter Ackroyd , entre otros. Pero, a pesar de los intentos de no darle visibilidad, el enamoramiento no pudo permanecer oculto. A comienzos del pasado siglo, George Pierce Baker , catedrático de Literatura Inglesa de la Universidad de Harvard, editó una edición limitada para los miembros de la Sociedad Bibliófila de Boston de la correspondencia entre Dickens y Maria Beadnell.

Segunda oportunidad

Las cartas, inéditas en español, las sacó a la luz y estudió hace unos años la escritora y traductora Amelia Pérez de Villar en Dickens enamorado , que ahora, al conmemorarse en 2020 el 150 aniversario de la muerte del autor de Oliver Twist , se pone de nuevo al alcance de los lectores en una edición revisada y corregida, donde se incluye abundante material gráfico en el que, entre otras muestras, podemos ver curiosos retratos de Dickens de diferentes épocas.

Dickens enamorado. Amelia Pérez de Villar. Fórcola, 2020. 321 páginas. 21,50 euros

Maria Beadnell fue el amor juvenil de Dickens, truncado sobre todo por los padres de la joven , que no veían con buenos ojos a un pretendiente de escasísimos recursos, que había tenido que ponerse a trabajar siendo prácticamente un niño. Pasado el tiempo, y ya casados cada uno por su lado, volvieron a encontrarse, pero con el entusiasmo marchito y olvidadas las apasionadas palabras que Dickens escribió a Maria en su última misiva: «Nunca he amado y nunca podré amar a ninguna criatura que vive y respira como la amo a usted». No sabemos si el novelista amó de la misma forma a las otras mujeres que marcaron su existencia. Primero, su mujer, Catherine Thompson Hogarth, con quien contrajo matrimonio en 1836 y madre de sus diez hijos. Su unión duró más de dos décadas, pero, finalmente, naufragó. Ante la imposibilidad de resolver sus problemas conyugales, decidieron separarse, aunque nunca se divorciaron por el qué dirán de la rígida sociedad victoriana. En segundo lugar, la actriz Ellen Ternan, de dieciocho años, que fascinó a un Dickens ya entrado en la cuarentena, y con la que mantuvo una relación que intentaron mantener en secreto, aunque era vox populi.

El ensayo biográfico que nos propone Pérez de Villar se centra en la faceta de Dickens como enamorado, una dimensión muy sugerente y que tiene al final un regusto de desencanto. Así, le revelaba a su amigo del alma John Forster que le había faltado en la vida «la felicidad de compartirla con la amiga y compañera que nunca he tenido» . También Pérez de Villar realiza un recorrido por la trayectoria vital y literaria dickensiana en su conjunto. Sólido trabajo, de gran amenidad, que nos permite conocer más y mejor, con sus luces y sombras, a un «hombre apasionado, tan grande que en su interior cabía todo».

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