LIBROS

Apocalipsis bibliotecario

Coinciden varios títulos que ilustran la crisis de las bibliotecas. Destaca el que relata el incendio de la de Los Ángeles en 1986

Susan Orlean colabora en «The New Yorker» Ernesto Agudo

CARLOS G. SANTA CECILIA

Suenan trompetas de apocalipsis en las grandes bibliotecas patrimoniales - sin fondos, sin personal, sin usuarios - al tiempo que florecen los libros sobre bibliotecas en llamas, fantasmas o saqueadas. Susan Orlean traza en «La biblioteca en llamas» la crónica del incendio de la Biblioteca Pública de Los Ángeles el 29 de abril de 1986, que devoró medio millón de libros y dañó a otros setecientos mil. En el más puro y siempre solvente estilo «newyorker», la autora recorre la evolución de la biblioteca antes, durante y después del suceso. Sigue la pista de Harry Peak, un aspirante a actor sin fortuna que deambulaba por Hollywood, al que se acusó y fue detenido como autor del incendio, pero que murió antes de que se dictara una sentencia.

A veces el estilo de Orlean resulta un tanto manido y tiene que echar mano de recursos de reportera veterana, pero su trabajo es riguroso y describe con amenidad a los pioneros bibliotecarios del siglo XIX y la exitosa campaña de recaudación para la reconstrucción tras el incendio: «Querido George», escribieron a Lucas. «Dios sabe que cada hora tienes a alguien agarrándote por las solapas para pedirte dinero […] pero la Biblioteca es el semillero y el campo de cultivo …». El libro concluye con un canto optimista hacia los bibliotecarios, que no son «el personal severo y deprimente de una industria en extinción» y una loa a su labor, que acerca a la de un centro de acogida y de integración social y aleja del alma bibliotecaria.

En 2007, el robo de dos mapamundis de Ptolomeo provocó una «tormenta» en nuestra Biblioteca Nacional

Alma bibliotecaria herida destila «La biblioteca fantasma» , de David Hidalgo ( Planeta, Lima, 2018, solo disponible en España en «e-book»). Alarmantes noticias habían ido llegando de la Biblioteca Nacional de Perú en los últimos tiempos, no solo víctima de un expolio continuado sino también de una suerte de rebelión de bibliotecarios que, ante la penuria, habían decidido cobrarse lo que se les debía en especie, esto es, en libros. Hidalgo ofrece una muy documentada investigación periodística de lo que realmente ocurrió y usa como hilo conductor al director de la biblioteca Ramón Mujica, «que puede contar esta historia como si fuera una novela de misterio».

Periplo mafioso

Una conclusión que cabe extraer es que el mayor enemigo de las bibliotecas no son los ladrones sino la indolencia de la Administración. El robo de dos mapamundis en incunables de Ptolomeo y otras piezas de gran valor, provocó en 2007 una tormenta en la Biblioteca Nacional de España y la dimisión de su entonces directora. Se identificó enseguida al responsable, el uruguayo César Gómez Rivero, que devolvió buena parte de su botín, logró eludir diversas peticiones de extradición y vive en una exclusiva urbanización de Buenos Aires.

Gran parte de lo ocurrido está todavía por desvelar, pero el periodista Andrés López Reilly recibió la visita de un personaje que intentó relacionar al ladrón con un librero y bibliotecario italiano responsable del mayor latrocinio de los últimos tiempos -la Biblioteca Girolamini de Nápoles- y que estaría a su vez vinculado con el Vaticano, la Mafia, Berlusconi y los oligarcas rusos. « El ladrón de mapas» (Sudamericana, Montevideo, 2018, disponible en España solo en «e-book») deja al descubierto las andanzas de Gómez Rivero por las bibliotecas de Uruguay, Paraguay y Argentina.

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