La obra de arte total

Cuando presenté la candidatura de Francis Ford Coppola a este premio, su nombre era obligado

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Fue Riciotto Canudo, considerado el primer teórico del cine, quien el 11 de marzo de 1911, en la École des Hautes Études de París, afirmó que «necesitamos al cine para crear la obra de arte total a la que, desde siempre, han tendido todas las artes». Si hay un arte del siglo XX, y un arte total, éste es el cine. Cuando presenté la candidatura de Francis Ford Coppola al premio Princesa de Asturias de las Artes, el primero que se concede bajo la nueva denominación, el nombre del director norteamericano, bajo la estela de John Ford y Orson Welles, cualquiera de ellos lo hubiera merecido sobradamente, era obligado, el homenaje de un espectador deslumbrado ante el cúmulo de formidables imágenes e historias que sus películas contienen.

Ford Coppola, con sólo, si ello bastara, dos películas, había inscrito en letras de oro, la formidable nómina del arte cinematográfico: «El Padrino» (de manera especial sus dos primeras entregas) y «Apocalypse now» (en la versión extendida que ahora conocemos). Walter Benjamin escribió: «La característica principal del cine reside no sólo en la manera en que el hombre se representa a sí mismo mediante aparatos mecánicos, sino también en la manera en que mediante estos aparatos el hombre puede representar su entorno».

Ford Coppola filmó la historia de la mafia norteamericana en los claroscuros de un relato sombrío, aterrador y condenadamente verosímil. Era el horror. El mismo que después retomaría, en una adaptación deslumbrante de la novela de Joseph Conrad, «El corazón de las tinieblas», para describir el horror, el profundo horror y terror de la guerra de Vietnam; es decir, de todas las guerras. Como profundas metáforas, ambas películas, del sinsentido y la enajenación, de la ambición y el poder, que han marcado el devenir contemporáneo. Ángeles de la desolación. Su cine se define por la acción, el vértigo, la fragmentación y la interioridad, el discurso íntimo y el baño de masas, muestra la realidad sin necesidad de un manual para descodificar los contenidos, se dirige a todos y a cada uno en particular. Es el presente de un siglo que vive en el futuro. El arte total.

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