En el Museo de la Autonomía.

Recuerdos de viaje: La historia de Andalucía a través del souvenir

El Centro de Estudios Andaluces ha inaugurado en el Museo de la Autonomía de Andalucía una exposición que reúne más de un centenar de piezas desde finales del siglo XVIII hasta nuestros días

Las famosas flamencas que se realizaban en una fábrica de Chiclana y que causaron furor en los años 60 ABC

Marta Carrasco

Pocas personas no sucumben a la tentación de llevarse el preciado recuerdo de aquel lugar que visitan por primera vez. La enorme cantidad de posibilidades que existen en el mundo actual de los souvenirs, supera nuestra imaginación. Pero ese deseo de llenar nuestras vitrinas de objetos que nos recuerden lugares, países, museos e incluso festivales de música, no es algo nuevo. Y estos días podemos recordar cómo nuestros antepasados comenzaron a coleccionar y llevarse a sus países todo tipo de recuerdos.

El Centro de Estudios Andaluces ha inaugurado en el Museo de la Autonomía de Andalucía, y hasta el 16 fe febrero, una exposición titulada «Recuerdos de viaje. Historia del souvenir en Andalucía», una invitación para viajar por la historia de nuestra tierra a través de ese souvenir tan deseado.

Abanicos, álbumes de fotografías, sombreros, cerámica, prendas de indumentaria, estampas, carteles, tarjetas postales, arquitecturas miniaturizadas de los principales monumentos, y aquellas famosas muñecas de carita sonriente y moño negro con peineta, que con trajes de llamativos colores lucían en escaparates de tiendas de souvenirs junto con las postales de flamencas vestidas en telas que sobresalían de la cartulina.

Los viajeros románticos

La exposición, comisariada por la profesora de la Universidad de Sevilla, Rocío Plaza Orellana , recorre la historia del souvenir en Andalucía, desde sus inicios en el siglo XVIII y su desarrollo en paralelo a la evolución del turismo. Desde los viajeros románticos hasta nuestros días.

Figuras de terracota ABC

La muestra hace un recorrido en seis «paradas», «es una exposición que quiere hacer un itinerario por la historia del souvenir andaluz y se ha pensado en un viaje, desde el siglo XVIII que es cuando aparece, hasta nuestros días. El souvenir es inseparable del viaje, del turismo y de cosas tan aparentemente simples como es por ejemplo la evolución de las maletas y espacios donde tienen que tener cabida esos objetos. Por eso, son unos y no otros, y por eso también, se han estudiado en paralelo los medios de transporte, cuando aparece el tren, los viajes transatlánticos que cambia el tipo de souvenir que el viajero puede adquirir y transportar».

Para Rocío Plaza Orellana, la necesidad de comprar un objeto como recuerdo de la experiencia vivida en Andalucía surge a finales del siglo XVIII, «los viajeros adquieren objetos, sobre todo prendas de indumentaria, tanto femeninas como masculinas. En el caso de los hombres, las chaquetillas de los trajes de majos, como uno que hay en la exposición. Los sombreros, como el calañés, que también se muestran. Se llevan como recuerdos navajas, castañuelas y guitarras, abanicos..., es decir, aquello que cabe en una maleta o un baúl».

El recorrido de la exposición es cronológico. Comienza con una primera «parada» dedicada al viaje, «se cuenta con todos aquellos elementos que nos ayudan a comprender las rutas de los viajeros románticos, como aquellos primeros libros en los que aparece mención de los lugares donde se pueden adquirir productos de souvenir, por ejemplo, los barros malagueños. Aquellas figuras de terracotas empezamos a verlas en libros como el de Lady Louisa Tenison, de 1853, que nos indica algunas lugares donde ella misma ha adquirido barros malagueños o mantillas..., y después están las guías de viaje, las famosas Baedeker o las Murray inglesas, donde en la segunda mitad del siglo XIX aparecen las ciudades y los productos que se pueden adquirir, y los lugares».

La Exposición del 29

Tras esta etapa dedicada al souvenir romántico, la exposición muestra dos importantes hitos relacionados con el turismo y, por consiguiente, con el souvenir. De un lado, el primer viaje organizado por la agencia de Thomas Cook de un grupo de viajeros procedentes de Gran Bretaña en 1872, y de otro, la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929 como escaparate definitivo hacia el exterior.

En esta época de la Exposición Iberoamericana se desarrollaron las primeras tiendas destinadas al consumo inmediato y masivo de los productos tradicionales, y comienza la historia internacional del souvenir andaluz. En la muestra, se puede ver una colección de tarjetas postales editadas por el Hotel Alfonso XIII de Sevilla en 1929, diferentes huecograbados de Pabellones de la Exposición Iberoamericana, y abanicos de madera y papel con escenas de cante y baile que hacían furor entre los visitantes.

Carteles de fiestas de Sevilla expuestos en la muestra ABC

Continúa el recorrido de la exposición con el boom del «Spain is different» . Si en 1950 unas 750.000 personas visitaron España. Sólo diez años más tarde esta cifra se incrementó hasta llegar a los seis millones de turistas. «Y entonces es cuando comienza el souvenir industrial que reclaman todos estos viajeros, y que acentuaba lo que diferenciaba a España de los países de origen: folklore, monumentos y sol. Los souvenirs, como las figuras flamencas de plástico y textil con aplicaciones de bisutería fabricadas por Artesanía Marín , esas muñecas tan bonitas que se hacen en Chiclana y que me encantan, vivieron su etapa de máximo esplendor en ese momento. Aunque es plástico, hay un trabajo artesanal también, los trajes, los adornos etc. Pero es una época donde el souvenir se desvitaliza. El viajero va cambiando, desde el que que viene en el XIX con un altísimo poder adquisitivo, y que llega para desempeñar tareas profesionales, al gran viajero que se monta en el transatlántico y que hace un viaje de lujo a principios del siglo XX y es el que va abriendo los grandes hoteles de Andalucía, y luego ya llega las clase media que empieza a entrar en el viaje de una forma masiva. Cambia el souvenir».

Finaliza la muestra con la era actual del turismo global en las que las imágenes de Andalucía siguen manteniendo una gran capacidad de atracción para el viajero internacional, basándose tanto en aquellos elementos construidos durante el Romanticismo como en los nuevos valores de sol y playa, golf, deporte, gastronomía o cultura.

Como remate del recorrido expositivo, Rocío Plaza Orellana propone una reflexión sobre la imagen y la identidad andaluza, sobre las contradicciones que se producen por la coexistencia entre tradición y post-modernidad, y lo lleva a cabo a través de las creaciones artísticas de autores contemporáneos como Pilar Albarracín o de Rogelio López Cuenca.

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