Muerte y resurrección del gramófono surrealista que Óscar Domínguez regaló a Picasso

El Museo Picasso de Barcelona expone por primera vez en 80 años el objeto «Jamais», pieza estrella de la exposición surrealista de 1938 que se daba por perdida 

El gramófono «Jamais» preside la sala de exposiciones temporales del Museo PIcasso Efe

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El cadillac lluvioso de Salvador Dalí, los 1.200 sacos de carbón suspendidos del techo de Duchamp y, por supuesto, el gramófono eróticosimbólico de Óscar Domínguez. Yeso, pintura y pedazos sueltos de un maniquí femenino para asaltar el Olimpo surrealista y convertir un aparato musical, un gramófono Pathé tuneado con el motor de una máquina de coser, en un objeto inquietante e hipnótico. Todo un símbolo de la imaginación desbocada del surrealismo y del rico universo creativo del artista canario.

En 1938, año grande para el arte de vanguardia y preámbulo de la segunda gran tragedia europea, fue una de las piezas más llamativas, rompedoras y fotografiadas de la ya de por sí llamativa y rompedora Exposición Internacional Surrealista celebrada en París, pero desde entonces poco o nada (más bien nada) se supo de «Jamais», nombre artístico del objeto. Un visto y no visto en Amsterdam, una rápida escala en La Haya y adiós muy buenas. Como si quisiera hacer honor a su nombre, «Jamais» se esfumó, se borró del mapa, y nunca más se supo.

Durante casi ocho décadas se dio por perdido, aunque Emmanuel Guigon, director del Museo Picasso de Barcelona , siempre tuvo la sospecha de que Domínguez se lo regaló a Picasso en 1945. «Yo sabía por Eduardo Westerdahl, el gran crítico de arte canario, y por su esposa Maud Bonneaud, amiga de Picasso y mujer de Domínguez, que se lo había regalado, pero nadie lo creía», explica Guigon. El azar, añade el director del museo, quiso que durante la preparación de la exposición «Picasso, la mirada del fotógrafo», emergieran unas fotografías inéditas de Nick de Morgoli en las que el artista malagueño posa junto al gramófono de Domínguez. En 1947. En el taller de la calle Grands-Augustins, el mismo en el que pintó el «Guernica».

Picasso, en 1947, fotografiado junto a «Jamais» NICK DE MORGOLI

El hallazgo de las fotografías puso en alerta a los sucesores del pintor y, al poco, Guigon recibió una llamada de Catherine Hutin-Blay, hija de Jacqueline Picasso: algo parecido a ese gramófono que andaba buscando, le dijo, asomaba de la caja en uno de sus almacenes. Ahí estaba, maltrecho y ajado, el gramófono que Domínguez llevó a París en 1938 y le regaló a Picasso en 1945. 

Microhistoria del arte

«Es una resurrección», celebra ahora Georges Sebbag, comisario junto a Guigon de una exposición que, además de exponer por primera vez en ochenta y dos años el gramófono « Jamais», documenta su impacto y la relación entre Picasso y Domínguez a través de fotografías, dibujos y artículos de prensa de la época. «Es una exposición de microhistoria que permite evocar la exposición de 1938, una de las más míticas del siglo XX», subraya Guigon.

A su lado, el gramófono, blanco nuclear y restauración meticulosa, gira de nuevo mientras las piernas asoman por la boca de la corneta y esa mano-aguja se precipita sobre el plato, formado por un par de senos. Simbolismo puro para alimentar las bajas pasiones del arte de vanguardia del siglo pasado.

Reyes Jiménez, conservadora del museo, muestra el funcionamieto del objeto Efe

El trabajo de restauración, explica Reyes Jiménez, no ha sido nada fácil, ya que ha supuesto una triple intervención «escultórica, pictórica y mecánica». De ahí que, pese a que durante unos minutos el gramófono vuelva a la vida para entretener a los periodistas, su actividad en el museo barcelonés vaya a ser mínima. «El movimiento es incompatible con su conversación», subraya Jiménez, responsable del Departamento de Conservación Preventiva y Restauración.

Tanta prevención, sin embargo, contrasta con el vigor con el que gira el plato en una filmación de época que corona la segunda sala, preámbulo de una despedida que Guigon y Sebbag han ideado de la mejor manera posible. Esto es:con una fotografía de Picasso imitando a Óscar Domínguez y con una serie dedicada a Hélène Vanel, bailarina surralista que actuó en la exposición de 1938. 

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