La retrospectiva de Le Corbusier en el Pompidou de París permanecerá abierta hasta el próximo 3 de agosto
La retrospectiva de Le Corbusier en el Pompidou de París permanecerá abierta hasta el próximo 3 de agosto - EFE

El «fascismo» eclipsa el homenaje a Le Corbusier en el Centro Pompidou de París

El 50 aniversario de la muerte del gran maestro de la arquitectura es celebrado con una gran retrospectiva que hoy se inaugura

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El Centro Georges Pompidou celebra con una gran exposición retrospectiva el L aniversario de la muerte de Le Corbusier, pseudónimo de Charles-Édouard Jeanneret-Gris (1887-1965), uno de los grandes patriarcas del Movimiento Moderno, junto a otros grandes maestros de la arquitectura del siglo XX, como Ludwig Mies van der Rohe, Walter Gropius, Alvar Aalto y Theo van Doesburg. La retrospectiva del Pompidou tiene una vocación pedagógica y ecuménica, pero se inaugura, hoy, con una agria polémica sobre el «fascismo» real o presumido de un creador a quien algunos analistas reprochan un largo rosario de «ideas» y «complicidades».

Xavier de Jarcy, autor de un ensayo titulado «Le Corbusier, un fascismo francés», declara: «He descubierto lo que llevaba años ocultándose: que el gran arquitecto de la Francia de los años 40, 50 y 60 fue un militante fascista».

Otros autores, como François Chaslin y Marc Perelman son menos perentorios, pero igualmente firmes. «Militó durante veinte años en grupos de ideología nítidamente fascista», afirma el primero. «Las ideas fascistoides del arquitecto han estado ocultadas durante demasiado tiempo», insiste el segundo.

Jean-Louis Cohen, de la Fundación Le Corbusier se dice «escandalizado, por una polémica que tiene mucho de manipulación». François Chaslin, autor de una biografía sobre el gran arquitecto, resume la polémica en curso con una brizna de ironía: «Hay algo de esquizofrénico en esta historia, un comportamiento que los psiquiatras conocen bien... cuando se oculta algo, durante mucho tiempo, esa realidad oculta puede volver a la realidad de manera explosiva». En esas estamos.

El Centro Pompidou deseó rendir homenaje a un gran arquitecto, y como tal reconocido en la historia de la arquitectura. No eran un secreto las amistades conservadoras, muy conservadoras o ultra conservadoras de un arquitecto que también tuvo relaciones más que cordiales con el régimen de Vichy, durante la ocupación nazi de Francia.

Sin embargo, esas relaciones, que muchos historiadores consideran «equívocas», no impidieron, durante mucho más de medio siglo, que Le Corbusier fuese considerado como uno de los grandes reconstructores del paisaje urbano francés, muchas de cuyas obras están consideradas oficialmente como monumentos históricos del patrimonio nacional. Uno de los grandes textos teóricos de Le Corbusier, la legendaria «Carta de Atenas» (1943), fue, durante varias décadas, mucho más que un manifiesto teórico.

Llegó a ser algo muy parecido a una «doctrina arquitectónica» oficiosa de la Francia que salía de la ocupación e iniciaba su reconstrucción urbana, recurriendo a modelos que, por momentos, recuerdan las grandes construcciones «populares» de la URSS de Stalin: «grandes inmuebles» que, con el tiempo, terminarían transformándose en inquietantes guetos urbanos, en la periferia de muchas «ciudades obreras» francesas.

Varios ensayistas subrayan el «paralelismo» de algunas concepciones urbanísticas de Le Corbusier, entre el Stalin «arquitecto de la utopía totalitaria comunista» y el Mussolini «arquitecto de la utopía totalitaria fascista». Olivier Cinqualbre, uno de los comisarios de la retrospectiva del Centro Pompidou comenta de este modo tal «ambigüedad»: «Le Courbusier es una encarnación de la arquitectura moderna, a pesar de sufrir, ahora, los ataques en regla de la nueva generación. Detrás de las utopías y la estética de cada época también es necesario recordar los grandes combates sociales y políticos de su época, cuando era urgente reconstruir las ciudades y ofrecer a los franceses nuevos hogares por construir, en unas condiciones económicas y sociales muy precisas».

El debate en curso tiene mucho de «guerra ideológica» sin cuartel. Entre los historiadores de la arquitectura, de la más diversa sensibilidad, el puesto de Le Corbusier sigue siendo excepcional. La «arqueología» de sus ideas políticas, entre varias «utopías» (colectivistas, fascista, comunista, «buenista») quizá ayude a comprender la «matriz cultural» donde florecieron muchos paisajes urbanos que hoy forman parte de la historia de Francia.

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