La falsa hija de Dalí, condenada a pagar el coste de la exhumación del artista

La Audiencia Provincial de Madrid desestima el recurso en el que Pilar Abel cuestionaba la cadena de custodia del ADN

Tumba de Salvador Dalí en Figueres AFP

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Enésimo capítulo en la muy surrealista y agitada exhumación de Salvador Dalí y nuevo varapalo para Pilar Abel, la vidente gerundense que se proclamó hija del genio ampurdanés a pesar de que la historia primero y el ADN después dijeran lo contrario. En esta ocasión, el portazo debería ser definitiva, ya que la Audiencia Provincial de Madrid ha desestimado el recurso que Abel presentó hace dos años y en el que ponía en duda la cadena de custodia de los restos mortales de Dalí que se utilizaron para cotejar sus genes con los del artista surrealista.

El azar (o no) quiso que la Audiencia de Madrid fijase la votación para el pasado 19 de marzo, día del padre, aunque la crisis del coronavirus retrasó la comunicación de la sentencia hasta este martes, un intrascendente (al menos para lo que nos ocupa) día mundial del whisky.

En ella, el tribunal insiste en subrayar la «temeridad» de Abel a la hora de seguir adelante con el procedimiento incluso cuando las pruebas ya habían excluido de manera clara y evidente cualquier vínculo con Dalí y la obliga a pagar todas las costas del proceso. Ahí entraría también la aparatosa exhumación, cuyo coste tendría que sufragar la no hija, aunque, a preguntas de ABC, fuentes de la Fundación Gala-Salvador Dalí reconocieron que están estudiando la sentencia antes de decidir si reclaman el pago de todo el proceso o apuesta por pasar página.

«Con la sentencia, se da por cerrado este triste episodio», añadía la entidad en un comunicado. En cualquier caso, Abel ya advirtió hace un par de años q ue difícilmente le podrán sacar un euro. «No tengo nada, soy insolvente, me pusieron abogado de oficio», dijo entonces. Así que de pagar los más de 20.000 euros que se calcula costó la exhumación mejor ni hablamos.

Eso si: la pitonisa tiene previsto elevar el caso al Tribunal Supremo para intentar mantener vivo un sainete que arrancó en 2015, cuando la supuesta hija, que ya intentó llevar a juicio a Javier Cercas por su parecido con un personaje de «Soldados de Salamina», presentó una demanda para reclamar la paternidad de Salvador Dalí. Un litigio que, contra todo pronóstico, acabó prosperando y desembocó en la mediática exhumación del artista, enterrado en el Teatro-Museo de Figueras, en verano de 2017. Desde entonces, es cierto, nada ha vuelto ser lo mismo.

Uñas, dientes, dos huesos largos y unos cuantos cabellos recuperados de la tumba de Dalí bastaron para despejar cualquier duda y darle respuesta genética al dislate, por lo que en octubre de ese mismo año la justicia dio carpetazo al asunto asegurando que, «sin ningún género de dudas», Pilar Abel no era hija de Salvador Dalí.

Para la vidente, claro, aquello no significó otra cosa que la consumación de una conspiración. «Tenemos que hacer un acto de fé para creer que los restos analizados son los de Dalí», aseguró mientras colocaba la primera piedra de su nueva estrategia legal: poner en duda la cadena de custodia de los restos de ADN. Una táctica que, visto lo visto, tampoco ha convencido al tribunal, que recuerda que el laboratorio en el que se realizaron las pruebas tenía «absolutas garantías de imparcialidad y objetividad».

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