Crítica de «Exodus: Dioses y reyes» (***): Todo grande pero no grandioso

Película de hoy y para hoy, visualmente espléndida y con toda la profundidad que le permite el 3D

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Al ser Ridley Scott un director grande, o grandísimo, poco le importunará a su gloria lo que uno pueda escribir en un par de folios. El director de « Alien» o de « Blade Eunner» (y varias otras que no aludo porque no cuentan con igual consenso, a pesar mío, como «La sombra del testigo» o «Thelma y Louise») tiene un merecido impermeable contra chaparrones, y más aún contra las cuatro gotas que le van a caer por su osadía de toserle a Cecil B. DeMille, que hizo « Los diez mandamientos» en un hoy simple, pero insuperable, technicolor y con ese clima que envuelve a la memoria como una bufanda tejida por la abuela.

Como todo el mundo ha visto «Los diez mandamientos», la primera decepción es no ver en ellos a Charlton Heston

, ese actor al que se ha querido tapar con un rifle, pero que aún está por nacer alguien que cruce un plano como él. En su lugar, o sea, en el lugar de Moisés, está un actorazo irreprochable, Christian Bale, que se sabe la piel de la aventura que protagoniza, pero que no transmite el viaje interior, el alma, de esa aventura… Está, digamos, más en Espartaco que en Moisés. Como imponderable, la ausencia de Heston, hay que aceptarla con la solvencia de Bale; aunque en el caso del otro personaje clave de la historia, Ramses, el efecto del actor Joel Edgerton no es ni siquiera un parche para evitar el recuerdo imponente de Yul Brynner… Y no hablaremos de Anne Baxter, Edward G. Robinson, parcheados de cualquier modo, y sí, en cambio de Yvonne de Carlo, la Séfora de Cecil B. De Mille, a la que sorprendentemente evoca con increíble acierto María Valverde en la osadía de Ridley Scott, tan llena de gracia y de espíritu en su papel de esposa de Moisés, que casi solicita en frente a Charlton Heston.

Pero « Exodus: Dioses y reyes» es una película de hoy y para hoy, visualmente espléndida y con toda la profundidad que le permite el 3D (no la otra, la que no está al alcance del 3D). Es imposible no verla a la espera de sus momentos cumbres, las plagas, la zarza ardiente, las Tablas de la Ley, las aguas del Mar Rojo…, y Ridley Scott consigue darle a esos momentos personalidad y espectacularidad, aunque no alcanza la corpulencia equivalente en emoción y sentimiento mágico o metafórico. La presencia espiritual en la película, o sea Dios, le permite a Ridley Scott aportar su opinión a la Historia, dándole la apariencia de un niño y la sugerencia de un poder tozudo, caprichoso y cruel como a menudo detenta la infancia. Hay más literalidad que poesía en su posar de ojos en el Antiguo Testamento, algo insuficiente tratándose de un director como Scott con un guión de Steve Zaillian, el hombre que buscó a Bobby Fischer.

Y en ese tener y no tener de «Exodus: Dioses y reyes», nadie echará en falta músculo, entretenimiento, cecibedellismo visual, epopeya y cine que vale lo que cuesta.

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