M. CIEZA
ENTREVISTA CON Fermín Gassol Peco. Director de Cáritas Diocesana en Ciudad Real

«En Cáritas no se despacha, se acoge»

«La caridad debe huir, como el gato del agua fría, del paternalismo», asegura Fermín Gassol en esta entrevista en la que repasa su trabajo al frente de la ONG desde hace año y medio

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Comanda un ejército de más de 1.300 personas que trabajan como voluntarios en 67 pueblos de la provincia, aunque más que jefe se siente servidor. Hace año y medio que está al frente de Cáritas en Ciudad Real y a pesar de la crudeza de la realidad diaria no vacila al decir que el puesto ha sido un regalo de su fe. Fermín Gassol reconoce que no todos los que llegan con el ánimo de ser voluntarios encuentran en esta organización su sitio. Para estar aquí hace falta algo más que ganas de ayudar.

—¿Hay que estar hecho de una pasta especial para ser voluntario de Cáritas?

—Los voluntarios de Cáritas tienen una vocación específica que no es idéntica a la de otros.

Cáritas es la Iglesia, el voluntario es un cristiano comprometido que se entrega a la causa de los más desfavorecidos, no da, se da. Y luego hay que tener en cuenta que el Señor está presente en cada acto que nosotros hacemos. Esa es la perspectiva esencial de Cáritas, que es la misma Iglesia.

—¿Dar al que necesita es la necesidad del voluntario?

—El anhelo del voluntario es la caridad como la manifestación del amor de Dios a los más necesitados. Luchamos por la justicia, que es anterior a la caridad, que hace que todo el mundo tenga lo que tiene que tener. Pero nosotros desbordamos ese concepto, yo siempre digo que la caridad es el desbordamiento de la justicia. Nosotros practicamos la ayuda desinteresada y sin fin, tal y como nos marca la fe.

La percepción de que Cáritas solo se dedica a ayudas materiales y primarias es muy pobre. Cáritas en los primeros pasos, siguiendo lo que dice el Evangelio de San Mateo, tiene que dar de comer al hambriento y beber al sediento. Pero luego tenemos etapas más evolucionadas en las que acompañamos a la persona hasta que está reconstruida. Y otra cosa en la que estamos muy involucrados es en averiguar las causas que provocan la pobreza e intentar erradicarlas.

—¿Y cuáles son, a su juicio, esas causas?

—Una de las causas que yo observo es la pobreza cultural que es la que subyace en los casos de más destrucción. Personas que no saben, que han optado por el mundo de la marginalidad, luego hay otras que se han venido abajo por la crisis, por ejemplo, pero esas son más fácilmente recuperables.

—Pero la economía también ha tenido algo que ver…

—Cáritas denuncia las causas y la estructura consumista y hedonista donde solo impera el valor del dinero. El gran problema es que se ha reducido al hombre a un sujeto económico y además el hombre de hoy se empecina en hacer de lo necesario lo accesorio y de lo que es accesorio lo necesario. Esa inversión de términos no puede tener un buen final La ética estaba desconocida años atrás y ahora aparece. Y es que el problema de la economía no se soluciona desde el punto de vista económico solo, sino también desde el punto de vista ético. Vamos en dirección contraria al mensaje del pesebre.

—Ese mensaje precisamente es el que está intentando trasladar continuamente el Papa Francisco, ¿qué opinión le merece la «revolución» que está llevando a cabo en la Iglesia?

—En cada momento la Iglesia ha tenido el Papa que necesitaba según los tiempos. Benedicto XVI ha sido el único intelectual de Occidente, a su lado con perdón los demás son calderilla, él tenía una dimensión intelectual a años luz de los demás, pero después ha venido Francisco, un Papa con un concepto de frescura evangélica. Un hombre educado en la austeridad, que dice que los cargos en la Iglesia no son de poder sino de servicio. Quizá lo que más está caracterizando a su mensaje es que todos los que estamos en la Iglesia estamos para servir. Yo que tengo la responsabilidad de dirigir Cáritas sé que soy el primer servidor de los demás, es ahí donde cala el mensaje del Papa.

—¿Pero no negará que su mensaje y sus gestos son muy rupturistas?

—Está transmitiéndonos con sus gestos que es un servidor, que las pompas no existen. Para la persona que no cree son gestos afables, pero por muy altruista que sea el Papa, muy generoso, por muy «comunista» que sea, el que no cree va a seguir sin creer porque la fe es otra cosa… Considero que el Papa ha tomado decisiones con las que está queriendo adecuar los signos de la Iglesia a los signos de los tiempos.

—Y los signos de los tiempos nos hablan ahora de recuperación económica.

—La recuperación económica es como la lluvia. Empieza a caer del cielo pero hasta que cala en la tierra pasa un tiempo, nosotros sinceramente en nuestra labor diaria no la vemos. El problema de fondo sigue existiendo. Yo digo siempre que la herida en extensión se ha controlado pero me preocupa que se siga profundizando. Los que están en crisis se han estado ayudando de ahorros, de los ingresos de los abuelos y no se está dando una creación de riqueza al mismo tiempo que la desaparición del colchón. ¿Controlada la situación? Sí.

—¿Aportan lo suficiente los poderes públicos, porque en este nuevo año hay administraciones que ya han anunciado que les darán más financiación?

—La aportación de los poderes públicos nunca es suficiente, pero los pobres son de la sociedad no son de la Iglesia. Nosotros hacemos una labor subsidiaria porque las administraciones no tienen capacidad o intención de llegar hasta ahí. Los pobres no son prioridades políticas porque no votan, no se ven.

—Hemos hablado de voluntarios, Iglesia, de las personas necesitadas, nos falta hablar de la sociedad, ¿cómo se implica?

—El concepto de generosidad del ciudadano en general es un concepto raquítico. Yo te lleno de garbanzos la barriga, te pongo un abrigo y dejas de ser pobre. Venimos de unos años donde pensábamos que vivíamos en el paraíso terrenal. Se han juntado tres factores perniciosos: primero no había costumbre de manejar dinero, se ha ganado dinero no digo fácil, pero casi, y después los préstamos baratos de los bancos.

Nos hemos metido en una dinámica que no era una corriente de agua, era una bolsa que se ha acabado. Todo el mundo tenía una mentalidad neoliberal capitalista. El hombre ha sustituido los valores trascendentes por valores de rentabilidad. Pensamos que poniendo una bolsa de garbanzos hemos cumplido con la labor solidaria. Lo ideal sería pensar y por qué está este hombre aquí pidiendo y qué falla en las estructuras.

—¿Hay por tanto una distorsión del concepto de caridad?

—La caridad debe huir, como el gato del agua fría, del paternalismo. Ese es el concepto de caridad que había hace dos siglos. Dentro de la Iglesia ha sido siempre un concepto limosnero en el sentido negativo de la palabra, porque la limosna bien enfocada es otra cosa. El Papa Francisco dice dos cosas muy bonitas: «¿vos tocáis la mano del pobre cuando le dais dinero y vos dais de lo que te sobra o de lo que te hace falta?». ¿Tú estás dispuesto a dar parte de lo que eres? Esa es la limosna más grande.

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