Los volcanes acabaron con el esplendor del antiguo Egipto

La emisión de gases cambió el clima y alteró los ciclos del Nilo, lo que desencadenó problemas sociales y económicos que desestabilizaron al reino ptolemaico

El reino ptolemaico fue fundado por Ptolomeo, a la muerte de Alejandro Magno, y desapareció con la muerte de Cleopatra FOTOLIA
Gonzalo López Sánchez

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A la muerte de Alejandro Magno , en el 323 a. C., el mundo que había creado quedó fundamentalmente dividido en cuatro grandes reinos dirigidos por sus sucesores: Seleuco, Ptolomeo, Casandro y Lisímaco. Uno de ellos, el reino ptolemaico, llevó el esplendor helenístico a Egipto . Bajo el mandato de una nueva dinastía, Egipto vivió el nacimiento de una Alejandría en la que se levantó el Gran Faro y la Gran Biblioteca. En aquella época se talló la piedra de Rosetta y aparecieron sabios como Euclídes y Arquímedes , que trabajaron en las matemáticas y en sofisticados ingenios tecnológicos. Pero la historia de este reino acabó en el 30 antes de Cristo. Entonces, tras la muerte de la última reina de la dinastía, Cleopatra, y la derrota en la batalla naval de Actium, el reino se convirtió en una provincia del Imperio Romano.

Un grupo de científicos e historiadores de la Universidad de Yale, dirigidos por Joseph Manning, han publicado un artículo en la revista Nature Communications en el que consideran haber dado con una de las claves que provocó el derrumbe de la dinastía ptolemaica: el clima. Han concluido que un cambio climático provocado por erupciones volcánicas acabó con las inundaciones de verano del río Nilo, que esto tuvo un impacto muy negativo en la producción agrícola y que por ello el clima se convirtió en el germen de muchas décadas de inestabilidad social en el reino ptolemaico. Esto se tradujo en el levantamiento de varias revueltas y cambió el curso de al menos una guerra.

Ptolomeo III - WIKIPEDIA

Para averiguarlo, Manning y Ludlow diseñaron simulaciones de ordenador para emplear datos recogidos del río desde el año 622 después de Cristo, en un importante registro de los niveles del río llamado «Nilómetro Islámico». Así descubrieron que los malos años del Nilo estaban en correspondencia con un evento de erupciones volcánicas recientemente descubierto . Esta relación sugirió que cuando había erupciones, el Nilo no pasaba sus importantes ciclos de inundaciones.

Al profundizar más, y al analizar papiros y documentos, incluyendo la piedra Rosetta, descubrieron que las erupciones volcánicas precedieron a los momentos de inestabilidad económica y social . En concreto, se produjeron antes de la salida del rey Ptolomeo III de Siria e Irak en su guerra contra el Imperio Seleúcida, y antes de la revuelta de Tebas, un alzamiento de 20 años en el que los egipcios se opusieron al reinado de los griegos. «Es altamente improbable que las erupciones y estos eventos se solaparan por causalidad», ha dicho Ludlow.

De esta forma, el clima pudo tener un peso enorme en la historia de esta porción del mundo. Por ejemplo, cuando la dinastía apenas tenía unas décadas, en torno al año 245 antes de Cristo, el rey Ptolomeo III Eurgetes (algo así como «Benefactor»), estaba enfrascado en una campaña contra el enemigo del Este: el Imperio Seleúcida. Logró una serie de victorias, pero de repente volvió a casa. «Esto cambió todo en la historia de Próximo Oriente». Quizás las consecuencias de las erupciones influyeron en esta decisión.

Sin embargo, los autores han alertado de la necesidad de huir del determinismo y del reduccionismo. El clima pudo ser un factor adicional o quizás un detonante, pero una sola causa no puede explicar casi nunca un acontecimiento histórico y social: «Las erupciones volcánicas indujeron un cambio en el Nilo que a su vez actuó como un detonante para las revueltas en el Egipto ptolemaico y una limitación para la guerra, pero había un trasfondo de otros factores (...) Por ejemplo, tensiones étnicas entre egipcios y las élites griegas , el crecimiento democráfico y la presión fiscal, el coste de movilizar un ejército o el aumento de la demanda de trigo».

En todo caso, creen que esta investigación tiene implicaciones útiles para el presente. «El siglo XXI no ha sufrido erupciones volcánicas explosivas capaces de alterar los patrones del monzón. Pero eso podría cambiar en cualquier momento», ha dicho Ludlow. «Es necesario tener en cuenta esto a la hora de gestionar las valiosas aguas del Nilo Azul y que comparten Etiopía, Sudán y Egipto». Si el preciado líquido elemento escasea y provoca importantes pérdidas agrícolas, podría generar tensiones sociales que pongan a prueba la estabilidad política de esta región, según estos autores. Parece ser que hay precedentes en la historia.

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