El Valbanera, el Titanic español arrasado por una epidemia de gripe y hundido por un ciclón

Este vapor sufrió una epidemia de gripe española y se hundió en 1919, frente a la costa de Cuba

El vapor Valbanera, fotografiado en 1915

Pedro Gargantilla

Entre los años 1918 y 1920 el balance de muertos a consecuencia del virus de la gripe fue superior al de las dos guerra mundiales juntas. Se calcula que fallecieron a consecuencia de la infección uno de cada cinco infectados.

A pesar de que esta pandemia ha pasado a la historia con el sobrenombre de«spanish lady» –gripe española–, lo cierto es que se inició en Fort Riley (Kansas , Estados Unidos) entre los meses de marzo y abril de 1918.

Nos ganamos a pulso el inmerecido sobrenombre debido a la especial atención que dedicó la prensa de nuestro país a la epidemia, muy superior a la de los países que participaban en la Primera Guerra Mundial, que censuraban la información para no desmoralizar a la tropa.

Se calcula que en nuestro país hubo unos ocho millones de afectados, con un total de 300.000 fallecidos . Uno de los episodios más curiosos y menos conocidos relacionados con esta epidemia tuvo lugar en altamar, en el regreso de una de las travesías del vapor Valbanera. Una tragedia de la que se cumple ahora exactamente una centuria.

Barco de vapor para la ruta Barcelona-La Habana

El Valbanera era un barco de vapor, de unas 12.500 toneladas y más de 120 metros de eslora. La familia Pinillos –propietaria del navío– decidió bautizarlo con el nombre de la patrona de La Rioja, si bien se cambió la «v» por una «b». Parece ser que el error ortográfico es debido a que se construyó en Escocia, en donde, obviamente, desconocían el nombre de la patrona riojana.

No se trataba, ni mucho menos, de un trasatlántico de lujo, no estaba equipado para singladuras en las que el pasaje fueran celebridades o millonarios, era un vapor mixto, de carga y pasaje . El Valbanera era uno de los principales medios de transporte utilizado por migrantes para viajar entre España y Las Antillas.

Este barco partía desde Barcelona y realizaba una línea regular que lo unía con los puertos de Santiago de Cuba y La Habana , haciendo escalas intermedias en Málaga, Cádiz, puertos canarios y Puerto Rico.

El pasaje podía optar a billetes de primera clase –lujo, preferente y primera clase–, de segunda, de tercera y emigrantes –no ocupaban camarotes–. Para que podamos comprender las diferencias entre unos y otros, baste un dato: el camarote de primera clase costaba 1.250 pesetas, mientras que el de los emigrantes tan sólo 75 pesetas.

Las condiciones de higiene para los emigrantes eran aterradoras , y la vida en los entrepuentes –expuesta a las inclemencias del tiempo y a la navegación– era atroz. Los lavabos, que en aquella época se llamaban jardines, no podían ser más insalubres.

Una epidemia a bordo

En julio de 1919 –en plena pandemia de la gripe- embarcaron 1.600 pasajeros en el puerto de La Habana, a pesar de que la capacidad del Valbanera era tan sólo de 1.200. Muchos tuvieron que permanecer en cubierta durante dos semana s, aguantando las severidades del clima y la escasez de alimentos.

Estos factores, unidos al hacinamiento y la falta de higiene propició que se desatara una terrible epidemia de gripe a bordo , fueron muchos los afectados pero tan sólo treinta pasajeros fallecieron. Para evitar males mayores el capitán y el médico optaron por arrojar los cadáveres por la borda.

La indignación entre los pasajeros llegó hasta tal punto que intentaron linchar al capitán . Finalmente, el Valbanera pudo arribar en Las Palmas en donde el capitán fue destituido, y procesado junto con el médico. Ramón Martín Cordero, de 34 años, asumió la tarea de capitanear el barco hasta el destino.

Naufragio cerca de Cuba

El 10 de agosto de 1919 partió nuevamente del puerto de Barcelona con destino Las Antillas . Después de realizar escala en las islas Canarias había a bordo 1.142 pasajeros y 88 tripulantes. El 5 de septiembre arribó en Santiago de Cuba, después de una singladura marcada por la tranquilidad.

A pesar de que la mayoría del pasaje tenía billete para La Habana, 742 pasajeros decidieron desembarcar –sin motivo aparente– en Santiago. En ese momento se conocía la inminencia de un huracán, pero el capitán Ramón Martín confiaba en llegar a tiempo a la capital cubana para esquivarlo.

Sus cálculos fueron inexactos. El 10 de septiembre una fuerte tormenta –un ciclón tropical con vientos de hasta 240 Km/h– se lo impidió, provocando el naufragio y el fallecimiento de 488 personas . Curiosamente, fue el único huracán del año 1919.

M. Jara

Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación.

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