Mandíbula inferior del graecopithecus de 7,1 millones de años, hallada en Pyrgos Vassilissis, Grecia
Mandíbula inferior del graecopithecus de 7,1 millones de años, hallada en Pyrgos Vassilissis, Grecia - Wolfgang Gerber, Universidad de Tübingen

¿Prehumanos en los Balcanes hace 7 millones de años?

Unos antiquísimos restos sugieren que nuestro linaje se separó del de los chimpancés en el Mediterráneo y no en África, según una controvertida investigación

MADRID Actualizado: Guardar
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Un equipo de investigadores canadienses y europeos acaba de lanzar una controvertida hipótesis sobre los orígenes de la humanidad que dinamita una parte esencial de lo que creíamos saber hasta ahora. La mayor parte de la comunidad científica asume que el linaje de los chimpancés, nuestros parientes vivos más cercanos, y el nuestro divergieron hace entre cinco y siete millones de años en África, donde se desarrollaron nuestros ancestros directos. Sin embargo, la audaz teoría que recogen dos artículos publicados en la revista PLoS ONE sugiere que esa separación se produjo varios cientos de miles de años antes de lo que se creía y, lo que es aún más sorprendente, no ocurrió en el continente negro, sino en el Mediterráneo oriental.

Las pruebas, escasas, dos fósiles ya conocidos de un raro homínido llamado Graecopithecus freybergi, una mandíbula inferior hallada en Grecia y un premolar superior de Bulgaria que, para los autores del estudio, pertenecen a un antiquísimo hominino de hace más de 7 millones de años.

Premolar superior de 7,2 millones de años
Premolar superior de 7,2 millones de años - Ulf Linnemann

Este proceso también es observable en la actualidad. Sin embargo, el modelado de los investigadores muestra que, con un máximo de 250 gramos por metro cuadrado y año, la cantidad de polvo en el pasado supera más de diez veces las últimas cargas de polvo en el sur de Europa, lo que era comparable a la situación en la zona del Sahel actual en África.

Además, los análisis de fragmentos microscópicos de partículas de carbón vegetal y silicato de planta, llamados fitolitos, parecen demostrar que al mismo tiempo que el Sahara se desarrollaba en el norte de África, una sabana se extendía por Europa. Este paisaje encaja con los restos de jirafas, gacelas, antílopes y rinocerontes que fueron encontrados junto con graecopithecus.

«La incipiente formación de un desierto en el norte de África hace más de siete millones de años y la propagación de las sabanas del sur de Europa pueden haber desempeñado un papel central en la separación de los linajes de humanos y chimpancés», afirma Böhme.

David M. Alba, jefe del Grupo de Investigación de Faunas del Neógeno y Cuaternario del Instituto Catalán de Paleontología (ICP), es crítico con el estudio: «Decir que es un hominino no está justificado, es una exageración. No es imposible, pero no se puede demostrar. La evidencia es muy pequeña», asegura.

Spassov reconoce a ABC que su teoría puede ser recibida con controversia por la comunidad científica. «Algunos colegas aplaudirán el descubrimiento, pero a otros les será difícil aceptarlo, al menos no inmediatamente», dice. Sin embargo, confía en que nuevos fósiles del graecopithecus «puedan aparecen en los Balcanes y probablemente en otras regiones del Mediterráneo oriental». Lo mismo cree Böhme. «Espero discusiones polémicas. A algunos le gustará la idea proporcionada por nuestros datos, algunos se mantendrán escépticos y otros no la aceptarán en absoluto. Pero una discusión objetiva es lo que empuja la ciencia. Los científicos deben ser escépticos y escudriñar los datos, pero también estar abiertos a nuevas ideas», argumenta. Quizás el hallazgo de nuevos fósiles pueda resolver el misterio. «Estamos trabajando en ello», anuncia la investigadora.

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