«La gente está bastante aburrida de la visión fatalista y apocalíptica del futuro»

El biólogo Óscar S. Aranda recopila en «El lenguaje secreto de la naturaleza» innumerables historias y anécdotas de animales y plantas. Cree que la curiosidad, la empatía y el optimismo son el camino para no dañar el medio ambiente

El biólogo Óscar S. Aranda Cortesía de Óscar S. Aranda
Gonzalo López Sánchez

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La vida es dura. Para el que se tiene que levantar a diario para trabajar y para la mamá pulpo que muere tras poner sus huevos . O para el olivo que soporta estoicamente los cambios de tiempo o el ataque de los parásitos. Darse cuenta de que las cosas son difíciles para todos los seres vivos es una cuestión de perspectiva. Y para el biólogo Óscar S. Aranda (León, Guanajuato, México, 1974), esta perspectiva lleva a la empatía y, por tanto, al respeto.

Desde pequeño tuvo la suerte de adoptar a todo tipo de «bichos» y de pasar tiempo al aire libre, gracias a sus padres. En el año 2000, después de licenciarse en Biología, se involucró en la conservación de las tortugas marinas, cuyos huevos eran un codiciado bien de contrabando para los narcotraficantes mexicanos. En 2010 fue nominado por la cadena CNN como defensor del planeta, pero, finalmente, su encuentro con los narcotraficantes le obligó a abandonar el país.

Hoy viven Alicante y trabaja como jardinero, pero sigue implicado en la conservación del medio ambiente. Este verano publicó « El lenguaje secreto de la naturaleza » (Plaza & Janés), donde recopila un sinfín de anécdotas personales vividas junto a los seres vivos. Desde el inquietante encuentro con un cocodrilo de tres metros de largo «que le perdonó la vida» al episodio donde su deseo de construir un refugio para una gaviota herida le hizo llegar tarde a su propia boda . Todos estos relatos, de animales bonitos y feos, seres salvajes y domésticos, hablan de criaturas fascinantes y de plantas ingeniosas y poco apreciadas. Todos tienen una profunda e interesante vida detrás y merecen, propone Aranda, la oportunidad de que les conozcamos, incluso aunque nos puedan resultar desagradables o extraños a simple vista.

«Todos los animales y las plantas tienen algún mensaje que darnos y algo que aportar»

-¿Por qué decidió publicar estos relatos?

He querido hablar de las especies con las que podríamos tener un vínculo más arraigado o, al contrario, de aquellas a las que no le tenemos ningún cariño. Algunas, como las salamanquesas de los muros de nuestras iglesias, viven con nosotros íntimamente, pero en otros casos no tenemos la oportunidad de conocerlas, como ocurre con las orcas o los osos. Al final, todos son relatos donde intento enamorar al lector y darle el mensaje de que merece la pena conectar con ellas: todos los animales y las plantas tienen algún mensaje que darnos y algo que aportar.

-¿Qué mensaje nos dan?

Si pudieran, creo que la mayoría nos diría que parásemos un momento y reflexionásemos hasta dónde queremos ir. Aunque no se comunican con nosotros, nos dan un mensaje muy claro de inteligencia. Nosotros, en nuestro afán de controlarlo todo, nos negamos a aceptar que tienen esta inteligencia , esa intuición y esa capacidad de responder a los problemas y de adaptarse al mundo, tal como también hacemos nosotros. También nos cuesta reconocer que un ser vivo tenga altruismo, y muestras de cariño profundo, como podría tener nuestra propia madre hacia nosotros.

-¿Y qué podemos hacer después de captar ese mensaje?

Creo que debemos reconectarnos. Tomarnos el tiempo de ver el lado bueno de todos los seres vivos. Por ejemplo, las avispas son muy incómodas en verano y nos pican, pero debemos tener en cuenta el papel que juegan en la naturaleza. Creo que debemos darles la oportunidad de estar ahí, y reconectarnos con el antiguo humano que vivía en armonía con la naturaleza sin necesidad de destruirla.

Óscar S. Aranda, durante la etapa en la que se dedicó a la conservación de las tortugas marinas en México Cortesía de Óscar S. Aranda

-¿Es posible vivir como se vive ahora sin destruir la naturaleza?

Nuestra forma de desarrollo y de vivir tiene consecuencias. Pero es cierto que ser consciente del daño que estamos causando nos puede ayudar mucho . La naturaleza tiene una gran capacidad de recuperación, pero los animales y las plantas no evolucionan tan rápido como para contrarrestar la extinción de muchas especies o el cambio climático. Al final, la verdad es que nosotros no somos dioses superpoderosos, sino que también vamos a sufrir las consecuencias. Por suerte podemos adoptar un modo de vida más equilibrado en la Tierra.

-¿Está la vida en la Tierra en peligro?

Nuestro desarrollo tecnológico nos ha hecho mejorar en muchos aspectos, pero a veces hemos creado cosas malas que luego no hemos podido solucionar, como el plástico. Es un camino al que teníamos que llegar, un suelo resbaladizo que pisar, pero yo, como conservacionista, creo que debemos tener esperanza y ser positivos . La gente sigue luchando cuando tiene esperanza, y creo que los mensajes positivos van a hacer que queramos seguir luchando por la naturaleza.

«En la sociedad nunca ha habido tal grado de conciencia medioambiental como el de ahora»

-Suena optimista.

En la sociedad nunca ha habido tal grado de conciencia medioambiental como el que hay ahora, y la gente es muchísimo más sensible. Esta es la mejor arma para esos errores que estamos cometiendo como sociedad.

-Quizás en los medios pecamos de fatalismo...

Creo que la gente está bastante aburrida de la visión fatalista y apocalíptica del futuro. Lo negativo nos desmotiva, y ahora el mensaje que nos puede llegar más es el de esperanza , el de las cosas bonitas que cualquier persona de la calle pueda sentir. Cualquiera puede sentirse conmovido al ver que el árbol más cercano es el hogar de muchos seres vivos, sabiendo que nos transmite paz y energía cuando nos acercamos a él, o cuando disfrutamos de su sombra. Y cualquiera puede conectar con los pequeños seres vivos que viven en casa.

«Creo que la gente está bastante aburrida de la visión fatalista y apocalíptica del futuro»

-¿La clave es conocer o reconocer al otro?

Sí, la empatía es la clave. Averiguar que no somos tan distintos como podríamos pensar.

-¿Así el ser humano se sentiría menos solo?

Siempre hemos sido uno más de entre los otros seres vivos. Pero, a causa de ese grado de control que buscamos, para sentirnos más seguros, nos vemos superiores y nos aprovechamos de todos los demás. En realidad, desde el pececillo de plata que vive en casa a un árbol, todos los seres vivos tienen una gran capacidad de adaptación : todos se han enfrentado a cataclismos y crisis climáticas, son supervivientes admirables. Así que tenemos mucho que aprender de ellos.

-Pero nos sentimos muy superiores...

Creo que nuestro gran error ha sido precisamente sentir que la naturaleza nos pertenece. Pero nos vale con un toque de atención, como un cataclismo, un terremoto, para recordar que no somos nadie.

«Nuestro gran error ha sido precisamente sentir que la naturaleza nos pertenece»

-Ahora se busca vida inteligente en otros planetas, pero, ¿no es toda la vida inteligente, puesto que es capaz de sobrevivir?

Sí, al final la inteligencia se resume a la capacidad de adaptación ante los cambios, a esa capacidad de encontrar soluciones para la sequía o a una enfermedad, aunque no se haga de modo consciente. Creo que la conciencia y la inteligencia del resto de la vida no tienen por qué ser comparables a la nuestra. Yo me preguntó por qué hemos de vernos como los únicos y no abrir nuestras mentes y corazones a formas de vida que tal vez no entendamos, pero que están ahí.

-¿Abrir nuestros corazones?

Aristóteles ya decía que las plantas tienen alma. Antes había en la ciencia un punto filosófico que hoy hemos perdido, pero creo que deberíamos mantener la apertura de nuestro corazón para seguir viendo la naturaleza no solo como una prueba de laboratorio sino como algo en constante evolución y cambio. Creo que podemos valorarla de una forma más empática y espiritual.

-¿En qué nos parecemos a los otros seres vivos?

No hay nada que los humanos hayamos hecho que no hayan hecho antes otros. Guerras, alianzas, cooperación, manipulaciones... Es muy curioso, en algún momento, a todos nos manipula algo o alguien. Las plantas, por ejemplo, nos manipulan con el aroma de sus flores, y otras son capaces de seguir existiendo gracias a que nosotros las cultivamos. Hay avispas que ponen huevos dentro de otros insectos y que son capaces de controlar su mente para su propio beneficio. Las gaviotas de las ciudades nos molestan mucho, pero se parecen mucho a nosotros: viven de aprovechar lo que tienen. Además, quienes conviven con los animales, saben que tienen distinta personalidad.

-Entonces, ¿hay algo que nos haga únicos?

La inteligencia humana tiene la capacidad de transmitir nuestro pensamiento y nosotros podemos rehacer nuestra vida si así lo queremos, mientras que los animales solo pueden vivir su día a día. Pero esta admirable capacidad es también nuestro talón de Aquiles. Mientras ellos se enfrentan a sus problemas, nosotros a veces los reflexionamos tanto que acabamos amargados .

-Supongo que la vida es dura para todos...

Absolutamente. De hecho, en parte nos parecemos en que nos enfrentamos a una serie de situaciones en nuestro día a día en que tenemos que tomar difíciles decisiones. Por ejemplo, si una orca pierde a su bebé, entra en duelo y lo vive, pero después lo supera y sigue adelante.

«Un encuentro cercano con la mirada de un ballena te dice que ahí hay algo más que un simple animal»

-Me llamó la atención el episodio del libro en el que cruza su mirada con la inteligente presencia de un pulpo. ¿Qué animal le impactó más por su curiosidad o inteligencia?

Sin duda, la experiencia del pulpo me cambió la vida, pero otros animales me han hecho ver una chispa en su mirada. Por ejemplo, las ballenas jorobadas, esos animales de 15 metros de largo. Hay un momento en que algo hace click en su cabeza, y deciden dejar de hacer su vida normal para acercarse a un barco, asomar su cabeza y echarte un vistazo. Lo hacen por curiosidad, por saber qué hay ahí. Un encuentro cercano con la mirada de un ballena te dice que ahí hay algo más que un simple animal: percibes a un ser vivo observando cómo actúas. Le gusta hacerlo, pero al rato prefiere volver a sus asuntos y se va.

Otro caso muy curioso fue el de vivir muy cerca de las tortugas marinas. Una vez ayudé a cavar a una que tenía las aletas paralizadas, y que iba a la playa a poner sus huevos. El hecho de que pusiera sus huevos en el agujero que yo hice con mi mano , fue uno de los regalos más profundos y fantásticos. Parece que el animal te lo agradece, como si viera que estás ahí por una razón y que no vas a hacerle daño.

«Las plantas viven el tiempo de una manera distinta a como lo hacemos nosotros»

-¿Y qué hay de las plantas? No se mueven y a simple vista resultan aburridas...

Al contrario, son de lo más inteligentes. En este caso creo que el mayor problema es el tiempo. Ellas viven el tiempo de una manera distinta a como lo hacemos nosotros. Pero si aceleramos el tiempo, podemos ver que se mueven como animales gráciles, como Darwin describió al hablar de los zarcillos de las enredaderas, que «tiran» de las plantas trepadoras.

Además tienen una sensibilidad impresionante en sus hojas y en sus raíces, que funcionan como un cerebro: buscan agua, luchan contra árboles o plantas de otras especies o ayudan a sus próximos. A veces se avisan de la presencia de un peligro , y otras plantas desarrollan defensas en respuesta. Es una comunicación muy dinámica, pero a una escala distinta a la que estamos acostumbrados. Ese es nuestro mayor problema, que queremos comparar a toda la naturaleza con nosotros, y eso no puede ser.

-Entonces, ¿qué haría si ve a alguien aplastando una mosca de un manotazo?

Eso me pasa continuamente. Menos mal que mi esposa es tan «friki» como yo, porque si no, no habríamos aguantado juntos. Nuestro círculo sabe que no puede matar a una mosca, porque les vamos a regañar. Intentamos sacar a las cucarachas y a las moscas de casa, porque se lo merecen, y no usamos insecticidas. Intentamos que tengan la oportunidad de vivir . No hacemos la guerra, hacemos la paz.

-¿Qué le recomienda a quienes también quieran hacer la paz?

Con el simple hecho de que estén en la naturaleza, incluso en un parque, ya se darán tiempo para sentarse a escuchar a un ave, a una cigarra, a ver a las hormigas trepando por un árbol o a los pájaros espiándose mutuamente para encontrar comida. Es todo un mundo de aventuras que ocurren continuamente en cualquier sitio . Lo más importante es abrir nuestros sentidos y despertar la voluntad de empatizar, de sentir curiosidad y de observar para poder aprender de ellos. Cuando lo logramos, nos cuesta más trabajo hacerles daño. Ese es el mensaje de libro: que les demos la oportunidad de conocerlos y de entender por qué están en este mundo, aunque algunos sean desagradables a simple vista.

-Antes parecía optimista, pero, ¿queda mucho camino por delante?

«Creo que vamos por muy buen camino. Cada vez se le da más importancia a la naturaleza y a la ciencia en los medios de comunicación»

Creo que vamos por muy buen camino. Cada vez se le da más importancia a la naturaleza y a la ciencia en los medios de comunicación. Algunas noticias son feas, como el cambio climático, pero otras son cosas más positivas, como la noticia donde un perro ayuda a otro a cruzar una autopista. Estas cosas al final son mensajes. Y ahora hay un acceso tan fácil a la información que, ¿por qué no aprovecharlo?

-Tengo entendido que su pasión le llevó a llegar tarde al día de su boda y a abandonar su país. ¿Es sano vivir apasionadamente?

Si no vives la vida apasionadamente, ¿qué te queda? La vida es muy breve y es mejor disfrutarla . El episodio de la gaviota fue muy inesperado. Tuve que decidir entre llegar a tiempo a mi boda o darle un refugio, así que decidí llegar tarde. Ahora mi mujer y yo nos reímos mucho de la situación y me arrepiento de las fotos, porque no tuve tiempo ni para peinarme y fui con el pelo mojado. Pero me queda esa tranquilidad de que hice algo bueno. El desenlace fue inesperado y muy conmovedor –la gaviota acabó «asesinada» por un perro– pero la vida es así, y es mejor vivirla con pasión.

En México me enfrenté a muchos problemas por defender a esos seres que no tienen voz para darles la oportunidad de vivir. Pagué las consecuencias, y ahora tengo la oportunidad de estar en España sin tener que temer por mi vida y tratar que estos seres sigan teniendo esa voz que tanto necesitan.

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