Demostrado: los nuevos médicos envejecen seis veces más deprisa durante su primer año de MIR

Un equipo de investigadores ha descubierto que el estrés prolongado que sufren los médicos residentes hace que sus telómeros se acorten más rápido de lo normal

Residentes MIR CESAR MINGUELA
José Manuel Nieves

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En apenas un par de semanas, entre el 27 y el 28 de mayo , 8.042 nuevos médicos se incorporarán a sus plazas como internos residentes (MIR) en numerosos hospitales y clínicas de toda España. Allí, y durante varios años, trabajarán por primera vez en la especialidad médica elegida por cada uno de ellos.

Pero lo que probablemente no saben esos más de 8.000 médicos noveles es que, durante su primer año de prácticas, su ADN envejecerá seis veces más rápido de lo normal . Y que ese efecto será aún mayor entre aquellos cuyos programas demanden un mayor número de horas de esfuerzo y dedicación.

En un estudio recién publicado en la revista Biological Psychiatry y dirigido por especialistas del Departamento de Siquiatría y Conducta Humana de la escuela médica Alpert, en la Universidad de Brown, en Providence, un equipo de investigadores ha centrado su atención en los efectos que la residencia tiene sobre los telómeros, un tramo de ADN situado en los extremos de los cromosomas (como el plástico al final del cordón de un zapato) y que tiene la delicada misión de mantener su integridad.

Durante toda nuestra vida los telómeros, relacionados por múltiples investigaciones con el proceso de envejecimiento, se van acortando cada vez más. Cuando desaparecen por completo, los cromosomas se "deshilachan" y las células mueren . Por eso, el descubrimiento de que los telómeros se reducen de forma acelerada entre los médicos internos residentes da una idea del estrés y el nivel de esfuerzo al que están sometidos. Algo que debería tenerse en cuenta para reducir, en lo posible, la presión que sufren durante sus periodos de prácticas.

Por supuesto, los investigadores afirman que su trabajo también se aplica a otras profesiones que exponen a las personas a prolongadas situaciones de estrés y largas jornadas laborales.

Se trata de la primera vez que un estudio científico mide la longitud de los telómeros antes y después de que un grupo de individuos se enfrenten a una prolongada e intensa experiencia común. En él participaron 250 médicos internos de Estados Unidos, que se ofrecieron voluntarios para tomar parte en el denominado "Estudio de Salud Interna" que lleva a cabo la Universidad de Michigan para valorar el estrés y el estado anímico de médicos internos de Estados Unidos y China

"La investigación -explica Srijan Sen , autor principal del estudio- ha usado los telómeros como un indicador del grado de envejecimiento y riesgo de enfermedad, pero nuestros hallazgos abren la posibilidad de que la longitud de los telómeros pueda servir como marcador para medir los efectos del estrés en general".

"Será importante estudiar - prosigue el investigador- cómo se producen los cambios en los telómeros en grupos más grandes de médicos, así como en otros grupos de personas sometidas a estrés prolongado, como entrenamiento militar, estudios de posgrado en ciencias y derecho, empleo en empresas de nueva creación, o el embarazo y los primeros meses de crianza".

Para llevar a cabo la investigación, Sen y su equipo pidieron a los médicos recién graduados que aportaran una muestra de ADN antes de empezar su periodo de residencia (que en Estados Unidos es de un año) y otro al terminar. Todos los voluntarios, además, rellenaron numerosos formularios.

Los resultados muestran que algunos de los nuevos médicos ya tenían, antes de entrar en su hospital, telómeros más cortos de lo normal. Curiosamente, se trataba de aquellos que declararon haber tenido una infancia difícil y especialmente estresante, lo que refuerza la relación revelada por los investigadores entre la longitud de los telómeros y las situaciones prolongadas de estrés.

Sin embargo, cuando el equipo examinó los resultados de las pruebas de ADN tomadas después del año de residencia, solo había un factor claro relacionado con el anormalmente rápido acortamiento de los telómeros: la cantidad de horas que los internos trabajaban cada semana.

Como media, los internos que participaron en el estudio trabajaron 64,5 horas semanales. Y los investigadores se dieron cuenta de que los que más horas hacían eran aquellos, precisamente, en los que los telómeros se acortaban más rápido.

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