¿Te bloquearías o actuarías? La causa biológica que permitió el rescate del niño en el balcón

El joven Mamaudou Gassama escaló cuatro pisos para salvar la vida de un pequeño el pasado sábado, mientras otros se quedaron paralizados. La explicación está en la respuesta fisiológica de lucha o huida

Mamaudou Gassama, de 22 años, escala varios balcones para salvar a un niño YOUTUBE

ABC CIENCIA

En apenas medio minuto, Mamaudou Gassama, un maliensede 22 años, escaló cuatro pisos en la fachada de un edificio de París para salvar a un niño que parecía a punto de precipitarse al vacío , este sábado por la tarde. En la calle, reinaba el caos: los viandantes gritaban, tocaban los cláxones, animaban al escalador o incluso intentaban subir por la pared. Más arriba, otro hombre salía al balcón adyacente al que se encontraba el niño, y, tímidamente, trataba de ayudarle. Pero lo cierto es que fue el maliense Mamaudou Gassama, quien, con su decisión y su forma física, pudo salvar al pequeño.

Entrevistado por los medios de comunicación un día después de su gesta, Mamaudou Gassama contó su aventura. «Vi a mucha gente gritando, y coches pitando», explicó. «Así que subí y, gracias a Dios, le salvé». «Tuve miedo cuando salvé al niño y luego fuimos al salón. Me puse a temblar, no era capaz de sostenerme sobre mis pies , tuve que sentarme», añadió, emocionado.

La gesta de Mamaudou Gassama ha demostrado que en un momento puntual el coraje y la decisión pueden salvar una vida. Su acto le ha valido recibir la nacionalidad francesa y formar parte del cuerpo de bomberos . Pero este hecho también es un ejemplo de un proceso fisiológico que explica por qué Gassama subió cuatro pisos con sus manos desnudas mientras otros parecían estar bloqueados y confusos: se trata de la respuesta de lucha o huída o respuesta de estrés agudo.

Respuesta inmediata ante el peligro

Esta es básicamente una reacción que se produce en respuesta a un ataque o un peligro inminente. Un cuchillo que nos amenaza, un resbalón junto a un precipicio o un niño colgando de una terraza pueden activar la respuesta. Se caracteriza porque en una fracción de un segundo el sistema nervioso simpático lanza una potente descarga de hormonas que pone patas arriba el normal funcionamiento del organismo. En un instante, el corazón acelera y comienza a enviar sangre a los músculos, en detrimento de sistemas menos importantes en ese momento, como el sistema digestivo. Otros sistemas aumentan la concentración de azúcar en sangre. Gracias a esto, el cuerpo se prepara para luchar contra el peligro o para huir de él: por ello, trata de pisar el acelerador y aumentar la fuerza y la velocidad de la que sus músculos son capaces . El problema es que la mente no siempre permanece muy clara en estas situaciones.

Todo comienza cuando un estímulo lleva a la amígdala a enviar una señal al hipotálamo, que en respuesta lanza una descarga de acetilcolina. En seguida, se activan las glándulas adrenales, en los riñones, a través del sistema simpático. Estas liberan a la sangre cantidades abundantes de hormona epinefrina (adrenalina) y norepinefrina , que preparan a los músculos para una acción muscular violenta . Al cabo de un instante se produce una descarga de cortisol (la hormona del estrés), que aumenta la presión sanguínea, la cantidad de azúcar en sangre y que suprime el sistema inmune (por eso el estrés prolongado debilita las defensas). También se activa la producción de glucosa en el hígado y comienza a transformarse ácidos grasos en este azúcar. Todo esto garantiza que los músculos tendrán azúcar para contraerse de forma explosiva.

Palidez, boca seca y visión túnel

En ese momento el pulso y la respiración se aceleran de forma frenética . La sangre abandona la piel y nos quedamos pálidos, o bien afluye rápidamente y nos ruborizamos. El organismo inhibe la producción de lágrimas y la salivación, por lo que la boca se seca. Las pupilas se dilatan y se pierde visión periférica , por lo que se adquiere visión túnel, como si alguien hubiera corrido un velo, y la audición también se ve afectada. La tensión muscular alcanza unos niveles tan altos, que se produce un fuerte temblor y se aflojan las piernas. Puede ocurrir que los esfínteres se relajen y el mecanismo de la erección queda totalmente desactivado (por eso el estrés y el miedo impiden las relaciones sexuales).

En este momento, y dependiendo del perfil emocional de cada persona, algunos reaccionan con agresividad . Sin embargo, es de sobra conocido que en algunas personas la respuesta es la de quedarse paralizado s. Esto ocurre especialmente cuando el individuo percibe que no hay esperanza de sobrevivir o de evitar el peligro. Puede ocurrir en violaciones, en accidentes de coche o en atracos a mano armada. A veces, esta parálisis lleva al desmayo o a la desconexión con las sensaciones, lo que ahorra sufrir el dolor o sencillamente fijar recuerdos terribles. Ocurre que en muchos casos la parálisis es la respuesta más inteligente, porque evita la muerte del que sufre la agresión.

Estas respuestas fisiológicas, que varían pero que están presentes en todos los vertebrados, son fruto de una evolución en la que nuestros antepasados luchaban por su supervivencia. En nuestro caso, normalmente no se disparan por situaciones de peligro real , sino por hechos más cotidianos que nos resultan estresantes: un examen, una prueba, una situación incómoda, una discusión o una fobia.

Es bueno tenerlo en cuenta, porque cuando se activa esta respuesta el cuerpo no se prepara para pensar o reflexionar, sino para luchar o huir. Además, suele ocurrir que hagan falta entre 20 y 60 minutos para recuperar la normalidad. Conviene prestar atención a las señales que da el cuerpo y darse un respiro cuando esta respuesta se activa en situaciones cotidianas. En casos de peligro real, lo cierto es que es difícil saber con antelación si reaccionaremos como Mamaudou Gassama o no.

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