Ad Astra

¿Puede organizarse una nueva tribu en Marte?

Con motivo del estreno de la película «Ad Astra», los expertos en perfiles de astronautas Gabriel G. de la Torre e Íñigo Muñoz Elorza señalan la importancia de tener en cuenta el componente psicológico en las misiones

La propuesta finalista del concurso «3D-Printed Habitat Challenge» en el que se imaginaba un asentamiento en Marte Equipo SEArch+/Apis Cor
Patricia Biosca

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El 28 de diciembre de 1973, los astronautas de la NASA a bordo del módulo espacial Skylab cortaron conscientemente todas las comunicaciones con tierra. Esta fue su respuesta ante la presión ejercida desde control, que «castigó» a los tres integrantes de la misión -los «novatos» en el espacio Gerald Carr , William Pogue y Edward Gibson - porque no conseguían cumplir los horarios establecidos. Así comenzó el primer motín espacial de la historia : durante 24 horas hicieron caso omiso de los requerimientos de sus superiores, que solo sabían que estaban en perfecto estado físico por las mediciones biométricas. Se dedicaron a descansar y a mirar por la escotilla, sin hacer nada más . Al día siguiente, y tras una fuerte discusión con la NASA, las operaciones se reanudaron y continuaron de forma normal -incluso recuperaron el tiempo perdido- durante un mes más. De la primera huelga espacial la NASA aprendió a marchas forzadas la importancia de la psicología en las misiones .

«Nunca se sabrá a ciencia cierta lo que pasó allí», afirma con una sonrisa Íñigo Muñoz Elorza , astronauta análogo e instructor en la Agencia Espacial Europea (ESA). Él, junto a Gabriel G. de la Torre , coordinador del laboratorio de Neuropsicología y Psicología Experimental y profesor del Departamento de Psicología de la Universidad de Cádiz y quien colabora en un proyecto financiado por la NASApara elaborar los perfiles más acertados para formar los futuros equipos en el espacio, comentan el episodio de la misión Skylab 4 en la rueda de prensa con motivo del estreno de la película « Ad Astra », una historia en la que Brad Pitt encarna al perfecto astronauta que se ve superado por sus demonios internos a miles de kilómetros de la Tierra. «Hay muchos estudios sobre aspectos que afectan al estado físico de los astronautas, pero menos que atiendan a aspectos psicológicos, emocionales e incluso psicosociales», afirma De la Torre, cuyo equipo se encarga de hallar herramientas para que no se vuelva a dar un episodio como el de Skylab.

El astronauta y preparador de la ESA Íñigo Muñoz Elorza (izda.) junto al neurocientífico y colaborador de la ESA Gabriel G. de la Torre WAYTOBLUE

Avances reales que superan la ficción

Por ejemplo, hace unas semanas la revista «eNeuro» publicaba una investigación internacional en la que se señalan la ansiedad y la pérdida de memoria como posibles consecuencias en los astronautas al viajar al espacio profundo. «Una persona que tiene el perfil típico, que rinde a la perfección y posee un gran autocontrol, puede ver cómo empieza a aflorar esa vertiente emocional, como en la película».

La clave es intentar «medir» todos estos aspectos psicológicos no solo con pruebas tradicionales como test, sino complementarlos con otros indicadores objetivos que nos digan qué le está ocurriendo al astronauta, incluso aunque él no se esté percatando. Es el caso de los experimentos con biomarcadores , unas pruebas que no son ciencia ficción y que señalarían el perfil indicado no solo de una manera psicológica o técnica, sino también biológica. «Ahora se buscan biomarcadores que muestren personas predispuestas a determinadas patologías o tendencias psicológicas o que durante la misión alerten de posibles estados alterados, incluso si el propio astronauta no se da cuenta . Es una vía muy interesante», afirma De la Torre. «Al final, los astronautas son personas, y tiene que ser muy impactante estar ahí fuera y que te ocurran cosas, estando lejos de tu familia. Todo eso tiene que influir. Por ello es importante investigar acerca de cómo se podría sentir el ser humano en una misión en el espacio profundo y prever con antelación todos los posibles escenarios», incide.

El perfil psicológico para viajar a Marte

El viaje a Neptuno aún está lejos, pero Marte es un destino que ya se contempla para la década de 2030 . Para Muñoz Elorza, quien lleva unas cuantas misiones análogas a sus espaldas -«simulacros» en la Tierra de actividades que se llevarán a cabo en el espacio, recreando dentro de lo posible el entorno-, la humanidad está lista para poner hombres en el planeta rojo : «El factor humano, a nivel de herramientas de preparación psicológica, está más preparado que en el caso de muchas cuestiones técnicas que aún quedan por resolverse».

El viaje a la Luna - 2019 celebró el 50 aniversario de nuestra primera llegada - dura de tres a cinco días. Sin embargo, el trayecto a Marte podría durar más de medio año, sin contar con la estancia y la vuelta, lo que podría alargar la misión cerca de dos años . Un tiempo en el que las comunicaciones con la Tierra llegarían con desfase y en el que tendrían que actuar con casi total autonomía ante un imprevisto. Del tipo que sea.

«Antes se buscaba un perfil de piloto militar, que reaccionara muy rápido ante cualquier contingencia. Pero cuando estás en una misión en la que vas a estar metido ocho meses en una lata es muy importante que el grupo tenga diferentes caracteres», señala el preparador de astronautas. Para Muñoz Elorza, la clave es el equilibrio en el grupo, que se forme «una piña». «Tiene que haber alguien pragmático y con capacidad de decisión, pero también gente que cuando las cosas se tensen, sea capaz de suavizarlas; además, otro que proponga de nuevo volver a empezar. Ya es difícil en la oficina, imagina en una de la que no podamos salir. Por eso será muy importante perfiles muy diferentes que se complementen».

Pero quién sabe hasta dónde pueden llegar las relaciones humanas en condiciones extremas de aislamiento. Podría producirse el efecto «tribu». «Es posible que se cree una "subcultura" porque ¿para qué voy a preguntar a alguien de la Tierra que está a millones de kilómetros qué hacer si el que al final me va a salvar es el que está a mi lado? Es algo que puede ocurrir», señala De la Torre. Una especie de «Señor de las moscas» espacial que precisamente «Ad Astra» deja intuir. «Eso es, en parte, algo así como convertirnos en "marcianos"». Si a 400 kilómetros ocurrió un motín, ¿qué no puede pasar a 225 millones de kilómetros de aquí?

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