50 años del Apolo 12: El joven ingeniero que salvó la misión del desastre y otras curiosidades

John Aaron, de 26 años, fue clave en la crisis del despegue del cohete, cuando un rayo impactó en la nave dejando inutilizables los sistemas de navegación

De izquierda a derecha, Charles Conrad Jr., Richard F. Gordon Jr., and Alan L. Bean, astronautas del Apolo 12 NASA

P. Biosca

Este martes se cumplen exactamente 50 años desde que la misión Apolo 12 llevase por segunda vez hombres a la Luna. Hace medio siglo, tan solo cuatro meses después del exitoso Apolo 11 , Estados Unidos quiso demostrar al mundo que aquello no había sido fruto de la casualidad ni de la buena suerte y que podía repetir la hazaña. Incluso mejor que en la anterior ocasión.

Así es como el comandante Charles ‘Pete’ Conrad , el piloto del módulo lunar Alan L. Bean y el piloto del módulo de mando Richard F. Gordon pusieron rumbo a nuestro satélite el 14 de noviembre de 1969, alunizando el 19 y regresando a casa el día 24. Una aventura de diez días que, pese a que terminó también en éxito, tuvo sus episodios de infarto, sus anécdotas y curiosidades. Porque, a pesar de que no registró la misma atención mediática que la gesta protagonizada por Armstrong, Aldrin y Collins , el Apolo 12 volvió a demostrar que la Humanidad estaba preparada para colonizar la Luna, el nuevo continente.

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John Aaron en una imagen de archivo de la NASA NASA

John Aaron, el «freak» del programa Apolo que salvó la misión

Tan solo 36 segundos después del despegue comenzaron los problemas: la fricción del cohete mojado y el aire provocó un rayo entre este y la torre de lanzamiento, que desactivó el ordenador de abordo del módulo de mando y algunos de los sistemas. 20 segundos después, un segundo rayo impactó contra la nave inutilizando otros indicadores tales como el de altitud y los giroscopios. Aunque se pudieron reiniciar los sistemas, los datos que llegaban al control eran incomprensibles. Entonces apareció un joven ingeniero, con gafas y aspecto desaliñado, que afirmó saber qué le ocurría a la nave.

John Aaron , un fanático del programa Apolo, recordó que unos años atrás había visto un problema similar en un simulador del Centro Espacial Kennedy y sabía que la solución se encontraba en un botón del módulo de mando de la nave del que la mayoría de los especialistas del Centro de Control de Misión de la NASA ni siquiera habían oído hablar.

Rápidamente, Aaron indicó a los astronautas que probasen a poner el botón SCE en auxiliar, a lo que estos sólo pudieron responder con un escueto «¿Qué?». El ingeniero tuvo que repetirles varias veces la orden hasta que el comandante de la misión acertó a preguntarle: « ¿Qué coño es el botón SCE y dónde está? ».

Tras recibir las instrucciones concretas, accionaron el botón que consiguió restablecer correctamente la corriente eléctrica del módulo de mando. Una serie de risas histéricas comenzaron a sonar a bordo del Apolo 12 mientras la nave continuaba su viaje, rumbo a la Luna. Aaron es ampliamente reconocido por haber salvado la misión Apolo 12 y fue uno de los principales protagonistas en el accidentado Apolo 13 .

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El módulo de comando del Apolo 13 siendo izado a bordo del USS Iwo Jima NASA

La duda de los paracaídas

A pesar de que los astronautas pudieron seguir su camino y de que revisaron la nave para comprobar que no había ningún tipo de daño, desde Control de Misión se sospechaba que los rayos podían haber afectado al sistema de apertura de paracaídas , que serían su salvavidas en la reentrada de la sonda a Tierra. Aún así, desde tierra se decidió no contar nada a la tripulación , que permaneció ajena a este «pequeño» detalle hasta su vuelta.

Por fortuna, los paracaídas funcionaron de forma correcta y no hubo que lamentar ninguna tragedia.

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Pete Conrad junto al Surveyor 3 NASA

Bacterias en una cámara

La apresurada carrera del programa Apolo -no hay que olvidar el contexto de la Guerra Fría- provocó que se tomaran, en muchos casos, riesgos innecesarios o que se actuara con una ingenuidad «científica» que en muchos casos pudo suponer una catástrofe para las misiones. Entre las cosas que la humanidad no sabía era la capacidad de ciertos microorganismos de sobrevivir en el espacio .

«El Apolo 12 recupero una de las cámaras que llevó a la Luna el Surveyor 3. Una vez en la Tierra, se analizóen detalle y se detectóuna colonia de una bacteria muy común en nuestro planeta . La radiación recibida podría haber alterado su genoma y quizás volverse más virulenta de lo que era cuando partió al espacio. Afortunadamente eso no pasó , pero sísirviópara ser mucho más estrictos en los protocolos de esterilización», explicaba a ABC Javier Gómez Elvira , director del Departamento de Cargas Útiles de la Subdirección de Sistemas Espaciales del INTA.

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Ewen Whitaker haciendo impresiones de la luna de 8 por 10 pulgadas con negativos de 35 mm del Ranger 9 Lunar and Planetary Laboratory

El aterrizaje perfecto

El Surveyor 1, el primero de siete aterrizadores lunares no tripulados en un programa que se ejecutó desde junio de 1966 hasta enero de 1968, llegó a la superficie de la luna el 2 de junio de 1966 y envió fotos panorámicas de sus viajes. El éxito del Surveyor 1 aseguró a los astronautas que no serían tragados por el polvo.

Cuando la NASA publicó lo que pensaban que era el lugar de aterrizaje correcto del Surveyor 1 en la revista «Science», el científico planetario Ewen Whitaker no estuvo de acuerdo y publicó un sitio alternativo demostrando con mapas lunares y las imágenes tomadas por el Surveyor 1 su localización. Sus habilidades le valieron la tarea de localizar otros cuatro sitios de aterrizaje del Surveyor , incluido el Surveyor 3, que aterrizó en el océano occidental Procellarum (Océano de tormentas) el 20 de abril de 1967.

Para demostrar un aterrizaje preciso con el Apolo 12, la NASA utilizó la ubicación de Surveyor 3 de Whitaker como objetivo. La ubicación también le dio a la tripulación la oportunidad de devolver partes del explorador robótico Surveyor 3 , que había estado en la luna desde 1967, para su evaluación después de más de dos años en el espacio -donde encontraron las bacterias antes mencionadas-.

La ubicación de Whitaker era tan precisa que los astronautas pudieron caminar hasta el Surveyor 3 (había unos dos campos de fútbol de distancia).

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NASA

Problemas con las cámaras

Tras el éxito de la retransmisión de la llegada del hombre a la Luna, el Apolo 12 planeaba transmitir en directo la nueva visita . Sin embargo, mientras preparaban el equipo, Alan Bean dirigió accidentalmente el objetivo de la cámara al Sol , lo que provocó serios daños en el sistema y que no se pudiera emitir nada.

Y ahí no acabó la «mala pata» de Bean con las cámaras: se olvidó en la superficie lunar varios carretes fotográficos y en la reentrada se golpearía en la cabeza con otro equipo de imagen mal fijado , lo que le hizo perder el conocimiento.

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Charles «Pete» Conrad, del Apolo 12 NASA

Una apuesta con una periodista

La primera frase del hombre en la Luna, ese «un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad» - que también tuvo su historia -, tuvo su réplica en la segunda visita, si bien con menos épica y algo más de guasa. « Habrá sido un pequeño paso para Neil, pero para mí ha sido bastante largo », decía Conrad tras descender del « Intrepid », refiriéndose a que Armstrong era mucho más alto que él.

Tiempo después confesaría que en realidad se trataba de una apuesta con la periodista Oriana Fallaci , quien sostenía que se dictaba todo lo que los astronautas decían en las misiones. Así, se apostaron 500 dólares a que Conrad diría exactamente esas palabras, cosa que hizo, ganando la puja.

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Uno de los astronautas del Apolo 12 realizando un experimento en la superficie lunar NASA

Todo lo que aprendimos del segundo viaje

A pesar de ser una misión casi calcada del Apolo 11, se trató de una «versión extendida» de la misma. Armstrong y Aldrin permanecieron 21 horas y media, de las que dos y media estuvieron fuera del módulo lunar. Sin embargo, Conrad y Bean estuvieron más de 31 horas y media y realizaron dos salidas de casi cuatro horas cada una . Además, estos últimos recogieron más de 34 kilos de rocas lunares , doce más que el Apolo 11.

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