Varios operarios esparcen sal en una calle de Madrid
Varios operarios esparcen sal en una calle de Madrid - FRANCISCO SECO
Navidad

¿Por qué la sal evita que las aceras se conviertan en «pistas de patinaje»?

Esta sustancia tan habitual en las cocinas españolas no solo sirve para impedir que nuestros platos queden sosos

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

En nuestro abecedario cotidiano la palabra Navidad tiene un gran número de traducciones. Más allá del espacio de tiempo que comprende estas fechas tan singulares, también se traduce en celebración, familia, amor, ilusión, sorpresas o soledad. Es en definitiva una época demasiado especial como para no reparar en ella y reconocer que de una forma u otra además de años, también cumplimos navidades. Así, con sus pros y contras, no deja de ser un escenario donde poder resguardarse del frío, ya sea al calor de los seres queridos o al cobijo de quien espera levantarse una buena mañana y vislumbrar la siempre coqueta primavera. Pero hasta entonces hay que convivir con una serie de riesgos. Riesgos que en algunos casos sortean los límites psicológicos para afectar directamente a nuestra integridad física.

Dentro de este último abanico de obstáculos hay un factor común que incide en la gran mayoría de ellos: las bajas temperaturas. Cuando los termómetros caen en picado y los grados más que números se entienden como bofetadas al cuerpo suele llegar el momento del hielo, que como un regalo inesperado se hace dueño de aceras y carreteras para convertirlas en pistas de patinaje. Además de extremar las precauciones al máximo, desde hace años se esparcen granos de sal para prevenir resbalones o accidentes inesperados. Pero, ¿es la misma sal que se utiliza para condimentar nuestros platos? ¿Cómo actúa al entrar en contacto con el hielo? ¿Hay otras alternativas? Desde ABC.es nos hemos propuesto arrojar un poco de luz sobre una práctica tan elemental como necesaria.

¿Por qué se utiliza sal para estos casos?

La sal al mezclarse con el hielo acelera su descongelamiento devolviéndolo a su estado líquido. Es importante echarla antes de que se formen placas heladas ya que así el agua baja su punto de congelación desde los 0ºC hasta los -21ºC.

¿Sal fina o sal gorda?

Se usa sal gorda porque tarda más en diluirse con el agua, lo que se traduce en una mayor duración de prevención del asfalto

¿Es la misma sal que tenemos para cocinar?

No exactamente. El cloruro sódico, también conocido como sal común, es el compuesto más empleado para hacer transitables las calles, pero no el único ya que también se añaden algunas impurezas adicionales con el objetivo de transformar el comportamiento de la molécula en hidrófilo (que tenga afinidad por el agua). Además, hoy día se combinan además productos con la misma función, para así reducir el impacto negativo que provoca la sal tanto en el medioambiente como en la conservación del pavimento.

¿Cuáles son las principales preocupaciones de esta práctica?

Este «descongelante» conlleva una serie de riesgos. Por un lado, su dispersión en zonas rurales puede afectar a la agricultura salando los cultivos e incidiendo en un menor rendimiento de los mismos. Mientras que por otro, las carreteras soportan un mayor número de ciclos de hielo y deshielo, encareciendo sus costes de mantenimiento y conservación. Por último, la sal supone otro elemento a añadir a la aparatosa lista de aquellos que aumentan la corrosión de los vehículos.

¿Existen otras alternativas menos agresivas?

Sí, por ejemplo una de las que está adquiriendo mayor fuerza es la salmuera. Esta mezcla de sal y agua, bien hecha, permite un ahorro de un 80 por ciento en la cantidad de sal utilizada y una importante reducción de la contaminación ambiental. Otra, con gran presencia en las pistas de los aeropuertos, es la urea pulverizada desde camiones específicos para tal función. Por último, una opción menos dañina para el medioambiente es el acetato de potasio, aunque su precio es mucho más elevado.