El astrónomo Klim Churyumov vio el pasado 12 de noviembre «su cometa» como nunca se había visto
El astrónomo Klim Churyumov vio el pasado 12 de noviembre «su cometa» como nunca se había visto - ABC

Churyumov: «Philae tuvo tiempo de enviar una cantidad enorme de información»

El descubridor del cometa donde aterrizó el módulo Philae comenta para ABC cómo fue aquel día histórico, «solo comparable a la llegada del hombre a la Luna»

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Los astrónomos Klim Churyumov y Svetlana Gerasimenko descubrieron en 1969 el cometa 67P, bautizado también con el nombre de Churyumov-Gerasimenko. Sobre este cuerpo celeste se posó el pasado día 12 el módulo Philae, actualmente en estado de hibernación tras dos días de trabajo. Llegó hasta allí a bordo de la sonda Rosetta, fabricada por encargo de la Agencia Espacial Europea (ESA) y lanzada al espacio el 2 de marzo de 2004. Klim Churyumov, nacido el 19 de febrero de 1937 en la ciudad ucraniana de Nikoláyev y profesor de la Universidad de Kiev, comenta a ABC sus impresiones sobre el proyecto.

-Cuando vio las fotografías obtenidas por Philae, ¿podría imaginar que tendría ese aspecto?

-Lo que Guerasimenko fotografió en 1969 solo era la estela del cometa, la cola de luz, pero su núcleo lo vimos por primera vez gracias a la misión Rosetta.

Sabíamos que el cometa tenía un radio de unos dos kilómetros y acertamos, pero su aspecto no lo hemos conocido hasta ahora. Ninguno de los telescopios existentes podía haber conseguido fotos similares ni siquiera cuando el cometa estuvo cerca de la Tierra. Nunca antes se había estudiado un cometa tan de cerca ni tampoco ningún otro cuerpo celeste, salvo la Luna y Titán.

-¿Cómo es que existe durante tanto tiempo, por qué no se ha quemado ya?

-Entre un 60 y un 80 por ciento de los cometas es hielo, por lo que su tamaño disminuye cada vez que se acercan al Sol. Al final queda la roca, que también se va quemando y convirtiendo en polvo. Pero este cometa es especial y por eso fue elegido para el experimento.

-¿Cuál es su particularidad?

-Hasta 1959 tuvo una órbita muy alejada del Sol, pero se acercó demasiado a Júpiter y el campo gravitatorio del planeta le hizo cambiar de trayectoria. La nueva órbita discurre a una distancia mucho menor del Sol, lo que ha hecho que pierda su tamaño, pero todavía continuará en el cielo mucho tiempo. Dará todavía unas 10 o 20 vueltas más al Sol. Tarda seis años y medio en dar cada vuelta.

-¿Y tras 10 años de vuelo llegó el momento de la verdad?

-Sí, había dudas sobre si el módulo Philae podría separarse de Rosetta para posarse sobre el cometa. Después de tantos años expuesto al viento solar y a sus protones, en su travesía hacia el cometa de centenares de millones de kilómetros existía la posibilidad de que sus sistemas no funcionaran bien y de que Philae no pudiera separarse.

-¿Tampoco fue fácil el aterrizaje?

-La gravedad del cometa es mucho más débil que la de otros cuerpos más grandes y nunca se había hecho nada parecido. Es un proyecto único en la historia de la investigación espacial. Es comparable a la llegada del hombre a la Luna. Es la tercera vez que un aparato fabricado por el hombre se posa en un astro después del viaje a la Luna del Apolo 11 y la llegada de la sonda Huygens-Cassini a Titán.

-Pero ha habido un percance y Philae está ahora en zona de sombra.

-De todas maneras, la cantidad de información que ha tenido tiempo de enviar es enorme. Es muy probable que vuelva a funcionar cuando el año que viene se acerque al Sol, ya con más luz y temperatura.

-¿Hasta qué punto es importante el caudal de datos obtenido por la sonda?

-Es importantísimo. Los cometas son cápsulas de tiempo. Contienen materia que existió antes del momento en el que se formó el sistema solar. Esto nos permitirá comprender el origen del Sol, de nuestro planeta y de la vida en la Tierra. Entender cómo llegó el agua a la Tierra y las primeras moléculas orgánicas.

-¿Concretamente, qué tareas tiene ahora su departamento del observatorio de la Universidad de Kiev en relación con los datos obtenidos?

-Lo primero ahora es realizar la cartografía del cometa y dar nombre a todos sus accidentes geográficos. Vemos una tendencia a poner nombres egipcios, pero hay que comprender que se trata de un cometa genuinamente ucraniano. Vamos a intentar que los nombres que se pongan sean ucranianos.

-¿No fue descubierto por usted y Svetlana Guerasimenko en Alma-Atá (Kazajstán)?

-Sí utilizamos un telescopio del observatorio de Alma-Atá, que era entonces uno de los mejores equipados, pero luego regresamos a Ucrania con los negativos y fue en Kiev, tras estudiar las fotografías, cuando descubrimos el cometa.

-¿Usted siempre trabajó en el observatorio de Kiev?

-Sí, fundamentalmente, aunque pasé algún tiempo en otros observatorio. Por ejemplo, en Tiksi, en la costa norte de Saja, en el Ártico. Allí estudié las auroras boreales. Fue muy duro porque las temperaturas en invierno son muy extremas y el viento es constante.

-¿Requiere una gran paciencia observar el espacio?

-Sí, es un trabajo muy meticuloso, pero hoy día se ha simplificado gracias a los ordenadores. Hay programas que procesan las filmaciones que hacemos con los telescopios y detectan la posible presencia de nuevos astros y sus movimientos.

-¿Es cierto que es usted astrónomo por casualidad?

-En tercer curso de la facultad tuvo lugar la distribución por cátedras y yo quería estudiar en la de física teórica, pero no había plazas y me propusieron la de óptica. Como no era mi fuerte, seguí buscando hasta que encontré que había un puesto en la de astronomía. Y ahí comenzó mi carrera como astrónomo.

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