El manga pone a prueba sus límites y explora las tradiciones japonesas

El temor a una muerte prematura por éxito le llevó a abandonar Hospitalet y ha sido ese mismo temor, añadido a las colas de hasta cinco horas y al caos que se vivió el año pasado, el que ha empujado al Salón del Manga de Barcelona a seguir creciendo y sumar 15.000 metros cuadrados más –de los 35.000 de 2013 se pasa ahora a 50.000- con los que poder absorber todas las derivadas de una cita que sigue rompiendo su techo año tras año.

El manga, en efecto, pulveriza récords, pero los responsables del Salón que se celebrará entre el 30 de octubre y el 2 de noviembre en Montjuic prefieren centrarse este año en la comodidad de las 115.000 personas que pasaron el año pasado por el salón.

«El único récord que queremos batir este año es el de la felicidad de los asistentes», anunció el director del evento, Carles Santamaría, durante la rueda de prensa del pasado mes de julio.

Dicho y hecho, el salón no solo crece en dimensiones, sino que además amplía horarios, instaura la venta anticipada de entradas y regula el acceso de los visitantes que acudan disfrazadas, que hasta ahora podían acceder al recinto de manera gratuita. Un auténtico reto logístico que, en su XX edición, el Salón del Manga suma a una programación en la que cobra especial protagonismo la cultura japonesa.

Es cierto que se echa de menos alguna gran exposición como las dedicadas en los últimos años al deporte en el manga o la cocina en las viñetas japonesas, pero, a cambio, el salón dedica cerca de 6.000 metros cuadrados a las tradiciones japonesas con exposiciones de bonsáis y arreglos florales nipones, máscaras yokai, salas de meditación, un jardín zen y espacios de reiki, shiatsu y kobido.

Una buena prueba de cómo el Salón del Manga se ha convertido en un vasto muestrario de la cultura japonesa y que se expande aún más con espacios dedicados a la gastronomía japonesa y talleres de cocina, una escuela de música nipona (J-pop), y, cómo no, la presencia de tres pesos pesados del manga: Takeshi Obata, autor de «Death Note», Kengo Hanawaza, responsable de «I Am A Hero» y Takehiko Inoue, creador de «Slam Dunk» y «Vagabond».

«Este año pasarán más cosas que nunca», sentenció Santamaría sobre un evento que sigue explorando nuevas alternativas más allá de la ilustración y el anime pero sin descuidar su eje central. De ahí que, en esta XX edición, uno de los grandes reclamos sea Pokémon, el célebre videojuego que dará pie a una exposición y acercará a Barcelona a Junichi Masuda y Shigeru Ohmori, responsables de los videojuegos de la saga para Nintendo. Una exposición antológica sobre los 20 años del Salón, el trabajo del mangaka español Chez Nimura y la primera gran muestra de filatelia manga completan un programa que, durante un fin de semana, volverá a poner a prueba los límites del manga.