El movimiento, físico y emocional, fue lo mejor del montaje
El movimiento, físico y emocional, fue lo mejor del montaje - josep aznar
danza

Pesimismo diabólico en el Grec

La Veronal estrenó el festival barcelonés con una reflexión sobre el infierno, el mal y la maldad

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Los de Marcos Morau se adentraron en el mal. La Veronal fue la compañía escogida para inaugurar oficialmente el Festival Grec 2015 con su personal bajada a los infiernos. Rabiosamente contemporánea, su iconografía siempre ha estado ligada a ciudades, a lugares físicos con huella humana; en «Vorònia», en cambio, Morau se adentra en un espacio natural (Voronin, la cueva más profunda de la tierra que clava sus garras dos kilómetros en el macizo de Arabika, en Georgia) como un (pre)texto para hablar de una idea, de un concepto: el infierno, el mal, la maldad. Y su lenguaje es el cuerpo humano, con el que articula un discurso en el que el espacio de danza se impone por sobre el de la gestualidad y el teatro mudo.

La velada, con la presencia de la alcaldesa Ada Colau y del conseller de Cultura, Ferran Mascarell, no dejó a nadie indiferente: o gustó mucho o no gustó nada. Inquietante y angustiante, no solo el lenguaje corporal marca de la casa -brillante y más cargado al «hip-hop» que nunca- provocaba cierta ansiedad -acentuada por un genial diseño sonoro de Marcelo Lastra-, sino también los mil efectos teatrales, las luces de Albert Faura, los textos sobreimpresos que daban miedo -incluyendo a Guy Debord- y, cómo no, darse cuenta de que, al final, los demonios somos nosotros y el infierno es esta vida que vivimos. La danza, el baile, el movimiento -muy físico desde el primer solo, pero también emocional-, fue lo mejor de un espectáculo que giña ojos al cine, a la ópera, al teatro, a la literatura... Wagner y Verdi -no solo con la desolación de «Traviata», sino con el canto nacionalista de «Nabucco»-, se unieron a Mascagni y a piezas de música sacra para incidir en la manipulación moral de la sociedad por parte de las religiones.

La abstracción y el simbolismo de «Vorònia» consiguieron su efecto gracias a unos bailarines entregados que solventaron la complejidad de la semiótica de este multidisciplinar discurso; a Joaquín Collado, Jon López, Sau-Ching Wong, Lorena Nogal, Shay Partush, Manuel Rodríguez, Marina Rodríguez y Giacomo Todeschi se unió la voz de Antoni Comas. Habrá que ver cómo funciona en un espacio cerrado cuando haga temporada en el Mercat de Les Flors.

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