tribuna abierta

Hacienda somos todos

No sólo olvidaron el viejo eslogan de la Agencia Tributaria, sino que presuntamente han cometido delitos que van mucho más allá del el fraude fiscal

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Proceso de regularización fiscal es el eufemismo utilizado por el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, para no pronunciar la expresión amnistía fiscal, aprobada por el gobierno de Mariano Rajoy en 2012. A la misma, se acogieron unos 30.000 contribuyentes que tenían cuentas por saldar con el fisco. De ellos, 705 (750 según ha dicho recientemente el director de la Agencia Tributaria, Santiago Menéndez), son individuos de especial relevancia social, sobre todo políticos. Personajes como Rodrigo Rato, Francisco Granados, Luís Bárcenas o alguno de los Pujol, tienen el dudoso honor de formar parte de esa lista de ilustres.

El asunto es que, mientras esos «señores» vivían opíparamente a cuerpo de rey y tenían sus dineros a buen recaudo en Suiza, Andorra o cualquier otro paraíso fiscal, los ciudadanos honrados y decentes, que somos la mayoría de este país, teníamos que hacer toda clase de malabarismos para llegar a fin de mes, sacar la familia adelante y sostener el, cada vez más depauperado, Estado del bienestar.

De forma simultánea, se producían los mayores recortes de la democracia. El presupuesto de la sanidad se reducía en 7.000 millones, el de educación en 3.000, el presupuesto de cooperación exterior caía un 70%. Se recortaba en cultura, energías renovables, investigación y desarrollo o se desballestaba la ley de la dependencia, y eso, tan sólo por citar algunos ejemplos. Pero es que, además, existen sospechas fundadas de que los capitales de esos sujetos podrían tener orígenes opacos, como el cohecho, el tráfico de influencias o la prevaricación. No sólo olvidaron el viejo eslogan de la Agencia Tributaria: «Hacienda somos todos», sino que presuntamente han cometido delitos que van mucho más allá del el fraude fiscal.

En este contexto, la actitud del ministro Montoro, con su doble vara de medir, resulta lamentable. Acudió raudo al Congreso a explicar con todo lujo de detalles el affaire Pujol, pero cuando ha saltado el «caso Rato», pese a la alarma social generada, ha escurrido el bulto y ha mandado a su subordinado, Santiago Menéndez, a dar explicaciones al Congreso. La ciudadanía está más formada, es más madura y tiene más memoria de lo que algunos políticos quisieran. Por eso, llegan las elecciones y pasa lo que pasa. Entonces algunos se lamentan.

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