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El futuro se escribe con erre

Las administraciones tienen un papel crucial en la evolución del mundo hacia la sostenibilidad, pero ese objetivo también es tarea de los ciudadanos

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No hay sostenibilidad sin solidaridad». Así resume Joan Fontrodona, profesor de ética empresarial del IESE, la esencia del congreso Sustainable Brands Barcelona, que por primera vez se ha celebrado en España. Desde el informe «Los límites del crecimiento», publicado por el Club de Roma en 1972, sabemos que la humanidad necesita varios planetas para dar abasto a nuestro desenfrenado ritmo de consumo.

Las administraciones tienen un papel crucial en la evolución del mundo hacia la sostenibilidad, pero ese objetivo también es tarea de los ciudadanos. Y de las empresas, porque ya no se trata de lograr ser las mejores del mundo en alguna actividad, sino también ser las mejores para el mundo, empezando por los empleados, proveedores, clientes y, claro está, el medio ambiente.

Resulta imperativo reimaginar, rediseñar y regenerar nuestras prácticas. Sólo desde estas tres erres completaremos el cambio de paradigma para hacer el planeta más amable, más amigable, más habitable.

La cooperación en competencia o «coopetividad» se antoja la vía. Un camino que los ciudadanos debemos transitar, empezando por consumir solo productos y servicios cuyos proveedores tengan un claro compromiso de mejora, al tiempo que reclamamos a quienes encomendamos (nunca delegamos) la gestión del bien común, que legislen, regulen y castiguen las malas prácticas.

El actual modelo de desarrollo provoca grandes contradicciones, porque las personas suelen olvidarse de su rol de ciudadanos y se limitan a ejercer de meros consumidores. Hasta el punto de abocarnos en el desenfreno de consumir lo que resulta más barato, sin tener tiempo o no querer saber cómo se produce, en qué condiciones y el margen de beneficio de las empresas y a costa de qué. O lo que resulta peor: sin tener el suficiente dinero para buscar alternativas a las ofertas, a depender de lo más barato. El profesor Josep Burgaya, autor del libro «La economía de lo absurdo, cuando comprar más barato contribuye a perder el empleo» (Deusto), asegura que mantener esta carrera de mínimos está provocando que, a pesar de tener un trabajo, se pueda caer en la miseria.

Un ejemplo de solidaridad que contribuye a la sostenibilidad de la sociedad lo encarna el Proyecto ALPAN (Alimentos para necesitados) impulsado por los 17 clubes Rotary de Barcelona. Los rotarios, encabezados por Albert Faus e Ignacio de Cardeñoso, gobernador del segundo distrito español, celebraron este lunes un concierto en el Círculo Ecuestre para conmemorar los 100.000 menús solidarios que la iniciativa ha logrado. La voz de Ángela Lorite y el virtuosismo del pianista de 13 años Michael Andreas Haeringer aportaron más belleza a la causa solidaria de las erres.

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