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El dilema de ser «smart»

No existe otra solución al dilema que la eficiencia energética si queremos mantener nuestro confort actual

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Vivimos el fin de una era y la que comienza apunta maneras con tres macrotendencias: la concentración del 80% de la población mundial en las ciudades en el horizonte del 2050; el aumento de la industrialización para satisfacer la creciente demanda de consumo, y la digitalización que hace que vivamos permanentemente contectados. A la vuelta de la esquina está el internet de las cosas y su inminente implantación social a través de la comercialización de productos que estarán conectados. Todo ello supone un exponencial aumento del consumo de energía. Hasta el punto de que en los próximos 20 años crecerá la demanda de energía un 33%. Lo asegura Manuel Moliner, vicepresidente de Schneider Electric, multinacional de origen francés que en España tiene su sede en Barcelona y que participó este lunes en el Foro Empresarial de Sant Boi, municipio donde la compañía tiene su centro logístico más importante.

El cambio de era no se produce por el fin del petróleo. Como dijo Ahmed Zaki Yamani, ex-ministro de Petróleo de Arabia Saudita, «la edad de piedra no terminó por falta de piedras y la edad del petróleo terminará mucho antes de que el mundo se quede sin petróleo». El reto consiste en atajar las emisiones si no queremos acabar con el planeta. Un extremo que sitúa a empresas como Schneider Electric en lo que Moliner denomina «el dilema». La disyuntiva consiste en aumentar la competitividad con una menor afectación medioambiental. Y eso obliga a ser más eficientes. No existe otra solución al dilema que la eficiencia energética si queremos mantener nuestro confort actual. La ventaja es que la tecnología nos ayuda a ser más inteligentes. Una inteligencia que socialmente debe aplicarse en las ciudades, llamadas a salvar el mundo a partir de la combinación de las palabras ahorrar, conectar y compartir. Ser «smart» hoy en día no es una opción friki. Trasladar a las ciudades la tecnología que resuelva el dilema de prestar más y mejores servicios con menor impacto medioambiental constituye hoy en día el principal reto de la Humanidad si quieremos salvar el planeta. Un objetivo en el que Barcelona juega el papel de referencia global.

El camino lo inauguró Cerdà hace 154 años y ahora continúa con la cuarta edición del Smart City Expo World Congress, la cita internacional que ha consolidado Fira de Barcelona, rótula de la ciudad inteligente en la que se miran desde Nueva York a Pekin.

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