La antigua farsa

«He aquí el tinglado de la antigua farsa, la que alivió en posadas aldeanas el cansancio de los trajinanltes, la que embobó en las plazas de humildes lugares a los simples villanos, la que juntó en ciudades populosas a los más variados concursos...». Ya lo dijo don Jacinto Benavente en «Los intereses creados». Ahora, tras el 9-N solo queda implorar legalidad o ilegalidad, que vaya saber usted en donde está la diferencia, porque por la misma razón que el domingo se celebró el referéndum que nunca fue, hoy mismo a don Pedro Balañá le podrían dar ganas de volver a dar toros en La Monumental.

¿Y? Pues estoy seguro que ahí sí que intervendrían los mossos por mandato superior, que una cosa es ir contra el Tribunal Constitucional y otra saltarse a la torera al Parlament.

Y ya puestos, ¿si el Constitucional resuelve a favor el recurso contra la abolición de las corridas de toros? ¿Se acatará? ¿No se acatará? He aquí el tinglado de la antigua farsa... De momento, que resuelva ya, que han pasado más de cuatro años de silencio sobre una prohibición que sigue pesando sobre muchos catalanes de pleno derecho que mantienen viva la pasión por la Fiesta, con perdón.

El pasado viernes, el 7-N, se vivió en el reducto numantino de la Federación de Entidades Taurinas de Cataluña la votación para elegir al nuevo presidente que ha de dar continuidad al trabajo del inolvidable Luis María Gibert. Todo legal y triunfo del compañero Francisco March, que lleva a su lado a lo más granado de la afición: Paco Píriz, Alberto Taurell, Antonio Guillén, Ángel Lería... Se abre una nueva etapa con todos los esfuerzos puestos en el objetivo de que los toros vuelvan a Cataluña. «Aún todo es posible y queda mucho por hacer», dicen los nuevos gestores de la Federación y abanderados de los aficionados. Por derecho..., y sin farsas, que ya tenemos bastantes.