OPINIÓN CARNAVAL

Los Inmortales

Somos los chavales del barrio que nos reuníamos noches de verano (y sin verano) en un banquito de Fragela para cantar cosillas de las agrupaciones de entonces

José Luis Bustelo

Desde hace pocos años estoy en un grupo de WhatsApp con viejos amigos del Carnaval. Desde que la tecnología nos acercó. Son mis amigos con quienes empecé allá por el 77. Somos los chavales del barrio que nos reuníamos noches de verano (y sin verano) en un banquito de Fragela para cantar cosillas de las agrupaciones de entonces. Juanín, Narci, Miguel, Pepe, Buhito, El Rubio, Andrés. Y el resto que no nombro por espacio. Algunos ya se fueron, el Bolita, Pepito, Manuel (mi hermano), nuestro Purri. La vida nos los quitó, pero el grupo sigue. Desde que empezamos con aquella chirigota infantil, 'Alcapone y sus Matones', luego 'Los de Maracaibo', hasta 'Dueños del Mundo'. Un día anterior, nos dijimos frente al Falla, «¿salimos?». Y entonces salimos. Porque era una enorme ilusión, con solo la aspiración de parecernos un poquitín a nuestros ídolos, que eran todos los de entonces y sin favoritos. No especulábamos con resultados de nada. Y éramos tan ingenuos que ganar algo significaba sólo una gran satisfacción con la que abrazarnos, sin despreciar a los demás. De vez en cuando hablo con ellos. Bromeamos, recordamos anécdotas, nos damos carguita gaditana. Unos cuantos seguimos participando, cada cual en los suyo. Pero seguimos ahí. Y nos felicitamos también. En lo que a mí respecta, ellos significan una tabla a la que agarrarme alguna vez, cuando la pelea carnavalera de hoy me desquicia. Me saca de esa lucha cabezona actual y me devuelve a lo que siempre fui. Nuestra media de edad rondaba los 15 años. Ahora somos abuelos. Yo les bromeo diciendo, cual aquella película del cine 'Los inmortales': Solo puede quedar uno. Ese era el guion. Y como no puedo evitarlo también me entono una presentación que hice en comparsas y que decía: «No hay en la vida cosa más hermosa que el principio de las cosas, cuando toman su color. Con la dulzura del primer momento, donde no ha tocado el tiempo ni le ha cambiado el sabor». Ellos son todo eso. Mis amigos. «¿Nos vemos, quedamos?» «¿Una cervecita?» «Cuando queráis».

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