Una labor correcta ante las suspicacias de muchos

Un error garrafal lo puede tener cualquiera. Dicen que hasta el mejor escribano tiene su borrón, pero en Cádiz había muchas suspicacías con el árbitro elegido para impartir justicia en Valladolid en un duelo entre rivales directos con la permanencia sobre el horizonte.

El designado trencilla para el Valladolid-Cádiz era el manchego Alberola Rojas. Sí, exacto, el mismo que no pitó un clamoroso penalti a Perea en el encuentro celebrado en la ida ante el Granada en Carranza y que acarreó cantidad de polémicas en base a unas declaraciones de Cervera que finalmente qudaron si castigo al no ver el juez instructor mala idea en la versión de un entrenador que dijo que Alberola Rojas «no pitó el penalti porque no quiso».

Desde aquel día, 10 de octubre del pasado año, no se había vuelto a cruzar el colegiado manchego en el camino del Cádiz hasta este pasado sábado en Pucela. Como no, en cuanto se conoció su designación hubo muchos malpensados que veían ya una mano negra acercarse al conjunto de Cervera, algo que no ha sucedido dado que el arbitraje de Alberola Rojas fue de los que gustan, es decir, pasó desapercibido en todo momento en un encuentro que, también es cierto, no tuvo jugadas de difícil interpretación o similar.

Y es que muchos cadistas no olvidan aquellas jornadas que motivaron que Manuel Vizcaíno escribiera una carta abierta a Rubiales a cuenta de varios arbitrajes donde el Cádiz se sintió perjudicado. Como se ve, el estamento arbitral se equivoca como humano que es, pero de ahí a ver una mano negra...