Cádiz - Athletic

Sergio, Marcelino y los referentes

El entrenador del Cádiz comenzó probando su propia medicina, pero casi acaba revelándose jugando con tres delanteros

La crónica del Cádiz - Athletic

Marcelino habla con Sergio y Diego Ribera.

Alfonso Carbonell

Cada entrenador tiene un referente. Hay algunos que tienen la humildad necesaria para decirlo a boca llena y por el Cádiz han pasado unos cuantos que no tuvieron reparos en decirlo. Cada maestrillo tiene su librillo, sí, pero los primeros pasos de todo buen entrenador seguro que se han dado copiando, aprendiendo y más adelante adaptando las nociones sacadas de los más grandes para llevarlas ya personalmente a su estilo.

Es lo que se suelle llmar un equipo de autor, y para eso no hay que jugar precisamente muy bien al fútbol. De hecho, el penúltimo entrenador que ha pasado por el Cádiz CF, el gran Álvaro Cervera, se le llenaba la boca hablando de su alter ego. Al artífice de los dos últimos ascensos del Cádiz se le acababan los elogios para definir el trabajo que lleva realizando hace ya más de diez años su colega en el Atlético de Madrid. Tanto le gustaba el fútbol que practicaba el equipo del Cholo Simeone que incluso llevaba su método al vocabulario. Ya saben, eso de creer hasta el final, la lucha no se negocia... Todos esos términos acuñados en la Ribera del Manzanares que le sirvieron al Cádiz para salir de Segunda B y codearse en mitad de la tabla en la Liga de las Estrellas.

Y si Cervera tenía como ideólogo a un argentino , el otrora entrenador del Cádiz José González también tuvo a sus gurús en sus comienzos. El técnico gaditano, un amante de ese 4-2-3-1 que tanto le dio a la entidad amarilla con él en el cargo y más adelante Espárrago, que recogió y mejoró lo sembrado, partía de una base que no tenía problemas en decirlo. Porque Jose siempre señalaba que en su forma de entender el fútbol y la táctica hubo dos entrenadores valencianistas como Rafa Benítez y Quique Sánchez Flores, este último, por cierto, que dijo no hace mucho que fue de Espárrago del entrenador que más bebió cuando lo tuvo en el Valencia como jefe.

Después el fútbol se va abriendo paso y cada entrenador va cogiendo su propia personalidad. Unos la mejoran, otros la empeoran. Pero la base de la que salen procuran no olvidarla en su caminar dado que a ella le deben sus comienzos, esos que sentencian tanto para bien o para mal. De hecho, cuando un entrenador suele estar contra las cuerdas a lo largo de su trayectoria en este u otro cargo, suelen jugársela con sus principios y no con los que la presión de los resultados, el entorno y el ultimátum de rigor les hace tambalearse.

Todo este rollo viene a cuento del pasado partido que Cádiz y Athletic disputaron en Carranza. Dos equipos que jugaban y proponían lo mismo desde el mismo sistema.

Dijo Sergio en la previa del partido ante el Athletic que «para los que nos gusta jugar y solemos hacerlo con 4-4-2 Marcelino es un entrenador referente». La sintonía con el técnico de los leones fue muy parecida a la de Cervera con Simeone, sin embargo, a Sergio y Marcelino sí que se les pudo ver entablar una interesante conversación en los prolegómenos del encuentro sobre el inma

Sergio y Marcelino, antes del choque.

culado césped del estadio gaditano.

Ya en el banquillo, y tras e l fuerte abrazo que ambos se dieron antes de que se abrieran las hostilidades , comenzó la guerra. Y de la peor forma posible para el Cádiz, que veía como pasada la primera media hora de partido ya iba por debajo del marcador tres goles. La caraja con la que salió el equipo fue imperdonable, pero tan importante es recalcar eso como que los goles del Athletic siempre vinieron justo después de una buena oportunidad cadista, que falló varias tanto en la cabeza como en los pies de Negredo.

Dicho eso, el planteamiento, sobra decirlo, que se impuso fue el del maestro al del alumno, que intentaría recalcularlo pasado el descanso. Y lo hizo. Pero lo logró saliéndose del 4-4-2 y dándole a su equipo mayor vocación ofensiva con tres delanteros. Se quedó con Negredo y añadió a Lucas Pérez dejando como 'superman' carrilero a Iván Alejo, que asombró a propios y extraños con un partido para enmarcar. Lástima que los mejores encuentros del pucelano en casa no acaben con un resultado favorable porque el chaval merecía salir por la puerta grande. Qué manera de correr, qué manera de sufrir, qué manera de subir a los cielos para acabar en el infierno. Una pena.

El caso es que el Cádiz de Sergio fue capaz de darle la vuelta al partido como a un calcetín, pero se quedó donde más duele, poco antes de la orilla. Seguramente, Sergio retomará el 4-4-2 con el que tanto está consiguiendo, pero quien sabe si la visita al Sánchez Pizjuán no le hace otra vez revolverse en su sistema para sorprender a otro colega que promete de todo menos relajación.

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