Editorial

Independencia paradisíaca

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Cualquier persona medianamente inteligente y culta en Cataluña tendría que haber sospechado, desde hace décadas, y fácilmente averiguar y denunciar, la corrupción imperante en las más altas esferas del poder. Claro que para eso tendría que ser haber sido más patriota y decente que nacionalista aprovechado, entusiasmado con enriquecer-empezando por sí mismo, por supuesto- a Cataluña, convirtiéndola en una gran Andorra o una pequeña Suiza; un estupendo negocio, basado en cooperar con los mayores ladrones y dictadores del mundo, tras alcanzar una, para ello, imprescindible independencia, que la convirtiera en un paraíso, al menos fiscal. Los resultados están a la vista.