Economia

Francia resucita los fantasmas del déficit en Bruselas

La CE le ha denegado el oxígeno que demandaba, pero las elecciones europeas y el caso de Italia podrían dar un vuelco a la situación

BRUSELAS. Actualizado: Guardar
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El déficit público vuelve a escena de la mano del nuevo Gobierno francés liderado por Manuel Valls. «En los próximas días aclararemos nuestra trayectoria presupuestaria. Hay conversaciones con Bruselas», recalcó hace escasos días. Lo hizo tras lanzar un medido guiño a la Comisión Europea al admitir que «no hay más alternativa que reducirlo porque la credibilidad de Francia está en juego».

Fue algo así como 'sí, cumpliré, pero necesito más tiempo.' Una baza que quiere jugar la maltrecha izquierda francesa y que de momento no ha encontrado apoyos en la UE. Todo lo contrario. «El déficit pactado se cumple, no se debate», recalcan fuentes comunitarias.

La batalla no ha hecho más que comenzar y puede tener aliados de peso como Italia, con un Mateo Renzi que acaba de tomar las riendas de un país en evidente crisis. Roma, sin embargo, ha optado por adular a Bruselas y evitar una confrontación pública. Se ha comprometido con el déficit, aunque a buen seguro buscará la complicidad de la Comisión para lograr cierto margen fiscal.

El momento es propicio. Europa atraviesa una fase de extraña transición con unas elecciones comunitarias que están a la vuelta de la esquina (25 de mayo), donde el socialista alemán Martin Shulz y el popular luxemburgués Jean-Claude Juncker se disputan la jefatura de la Comisión. Si gana el primero, habría margen para la negociación; de hacerlo el segundo, tocaría cumplir las metas de déficit sin más, una postura que apoyan en el BCE y, sobre todo, en el Ejecutivo alemán.

Francia terminó 2013 con un déficit del 4,3% del Producto Interior Bruto frente al 3,9% al que se comprometió con Bruselas. El problema es que su PIB duplica al español (algo más de un billón de euros); de ahí que cada décima de exceso se traduzca en poco más de 20.000 millones. Dicho a la alemana: París cerró 2013 gastando 90.000 millones más de lo que ingresó, mientras que en Berlín ya acarician el déficit cero.