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Los países del Golfo aíslan a Catar por su apoyo a los Hermanos Musulmanes

EL CAIRO. Actualizado: Guardar
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Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Bahrein retiraron ayer a sus embajadores de Doha en protesta por el apoyo de Catar a grupos islamistas como los Hermanos Musulmanes, cuya expansión e influencia en estos países del Golfo Pérsico consideran una amenaza interna. La medida evidencia las tensiones gestadas en la región en los últimos años, especialmente tras la caída de Hosni Mubarak en Egipto y la apasionada y financieramente generosa defensa que Catar ha hecho de las revoluciones árabes y de líderes como el ahora derrocado presidente egipcio Mohamed Mursi y su cofradía islamista.

Los tres países esgrimen que el pequeño emirato del jeque Tamim bin Hamad al Zani incumple un acuerdo del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), al que todos pertenecen, y que proscribe el respaldar a grupos o individuos que «amenacen la seguridad y estabilidad del CCG». Doha, en la última década una auténtica estrella de la diplomacia en la región, lamenta el paso dado por sus vecinos pero no retirará a sus embajadores.

El tratado también pedía «no apoyar a medios hostiles», y para los dirigentes de la zona no hay medio más hostil que el canal catarí Al-Yasira, azote de los poderes árabes excepto del propio Catar. La cadena acoge en Doha al imán Yusef el-Qaradaui, un influyente clérigo afín a los Hermanos Musulmanes. Abu Dhabi y, sobre todo, Riad tienen pánico a que la expansión de la cofradía pueda minar la estabilidad de sus reinos, donde impera una rama ultraconservadora del islam, sin las ambiciones políticas de la hermandad.

Las nuevas autoridades egipcias, que mantienen una agria disputa con Catar desde el golpe de Estado que derrocó a Mursi, ya retiraron a su embajador de Doha hace semanas. El Cairo exige la extradición del clérigo Qaradaui y acusa a Catar de financiar a la cofradía, para Egipto un grupo terrorista.