El secretario general del PSN, Roberto Jiménez, abandona la sede socialista en Navarra el pasado sábado. :: VILLAR LÓPEZ / EFE
ESPAÑA

El PSOE trabaja contra reloj para evitar la rebelión de los socialistas navarros

Las posiciones sobre la idoneidad de plantear una moción de censura a Barcina están muy «enfrentadas» según admiten en el partido

MADRID. Actualizado: Guardar
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«Debería ser (Yolanda) Barcina la que desbloqueara la situación. El PSN hace lo que debe, una ronda de contactos para analizar la situación con todos menos con Bildu», argumentó Óscar López, el secretario de Organización del PSOE. Eso, la dimisión voluntaria de la presidenta navarra, acabaría de una sentada con un problema que quita el sueño a la dirección del principal partido de la oposición desde hace dos semanas, pero ella misma dejó claro el viernes que no tiene la más mínima intención de dar ese paso.

El ansia con el que lo socialistas buscan un gesto -a su juicio, ético- por parte de la jefa del Gobierno foral no hace sino demostrar lo atrapados que se sienten. Si ceden a los deseos de su federación en Navarra y avalan una moción de censura, algo que, aseguran, no pasará, el PP se les echará encima con un mensaje demoledor en el resto de España, el de que no le duelen prendas en usar los votos de Bildu para hacerse con el poder; aunque el líder de los socialistas navarros, Roberto Jiménez, asegure que sólo quiere convocar elecciones. Si no lo hace, se arriesga a la irrelevancia en un territorio en el que ya perdió posiciones tras el veto de la dirección federal a un pacto de legislatura con Nafarroa Bai en 2007.

El jueves el Comité Regional del PSN dirá la última palabra. Y en la ejecutiva federal trabajan contra reloj para trabar acuerdos y evitar un respaldo masivo a la moción de censura. Respaldo que, hoy por hoy, admiten, parece muy posible. Pero nadie acaba de vislumbrar la salida. «De momento, las posiciones están muy enfrentadas», admite un miembro del equipo de Alfredo Pérez Rubalcaba. «Es -ilustra otro dirigente- como elegir entre lo malo y lo peor».

En público, la cautela es máxima. Los socialistas navarros se sumieron en el mutismo tras la ejecutiva extraordinaria del sábado en la que acordaron abrir una ronda de contactos con todas las fuerzas políticas de la oposición a fin de «explorar y articular mecanismos para que la ciudadanía se exprese libremente», o sea, para forzar un adelanto electoral. Ronda de la que, ostentosamente, excluyeron a Bildu.

Sólo una voz, la de la secretaria de Política Municipal de la Ejecutiva del PSN, Maite Esporrín, rompió esa autoimpuesta ley del silencio para indignación de la dirección del partido. No solo habló sino que desentrañó lo que el comunicado emitido por los suyos sólo insinuaba de forma deliberadamente ambigua. Aseguró que había unanimidad a favor de la moción y que sólo quedaba que el Comité lo ratificara. La orden de desmentido fue inmediata. En Ferraz entendían que la falta de concisión del comunicado, en el que no se mencionaba ni una sola vez la censura, le permitía ganar tiempo.

Ahora todas las miradas están puestas en el diálogo con el resto de partidos que, en principio, debe comenzar hoy. A ella se aferró el secretario de Organización una y otra vez durante la rueda de prensa convocada para presentar la web del partido para las elecciones europeas, pero cuyo contenido acabó monopolizado por la crisis navarra. «Vamos a respetar esa ronda de contactos y vamos a ver qué sale de ahí», pidió con insistencia. «Es cuestión de días».

Acuerdos del PP

Tan medido estuvo que ni siquiera negó que vaya a haber moción, ni se aventuró en posibilidades como la de que sea Izquierda Unida quien presente candidato alternativo con el compromiso de, en dos meses, convocar elecciones. Tampoco sucumbió a la tentación de recordar que, pese a rasgarse ahora las vestiduras, el PP ha sellado acuerdos con Bildu sobre las más diversas materias, incluidos presupuestos, en númerosos ayuntamientos de Navarra.

Su argumento fue otro. «No nos podemos olvidar que es un caso de corrupción», adujo. Barcina se aferra justo a lo contrario. La comisión de investigación sobre las irregularidades en Hacienda no habla de ilegalidades sino de «injerencias en grado de tentativa».