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Sociedad

James Bond, sin licencia para beber

Un estudio concluye que el elevado consumo de alcohol del agente 007, que cuadruplica los niveles tolerados, podría causarle la muerte

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Desde que hace exactamente seis décadas irrumpiera en el universo literario con 'Casino Royale', el agente secreto 007 ha atraído la atención incluso en círculos, a priori, alejados del acervo popular. El perfil del personaje, gestado en plena Guerra Fría, encarna un arquetipo de héroe cuyas raíces entroncan con la literatura antigua y medieval, como han reconocido figuras del calado de Umberto Eco.

Ahora un grupo de médicos -también al servicio de 'Su Majestad'- parece dispuesto a derribar el mito al cuestionar uno de los signos de distinción de 007: la copa de Dry Martini. Y es que según un trabajo publicado en el 'British Medical Journal', el prestigioso boletín de los facultativos británicos, el agente secreto más emblemático de la cultura popular podría tener los días contados. Tras la disección minuciosa de las doce novelas firmadas por Ian Fleming, los doctores resuelven que el «desorbitado» consumo de alcohol de Bond conllevaría un enorme riesgo de desarrollar graves dolencias hepáticas.

Según el estudio, el personaje que Fleming ideó como un trasunto hiperbólico de sí mismo, consume diariamente una dosis de alcohol que cuadruplica la cantidad máxima tolerada en un hombre adulto. Concretamente, en las doce obras han cuantificado la ingestión de un total de 1.150 unidades alcohólicas, equivalentes a ocho gramos de alcohol puro, «siempre en acto de servicio», precisan los galenos.

Descontando los días que permaneció bajo arresto o convaleciente tras alguna misión complicada, en los que presuponen que el ilustre servidor de la Reina permanece sobrio, el estudio estima la ingestión de una media de 736 gramos de alcohol semanales. La Organización Mundial de la Salud sitúa el listón de la moderación en 210 gramos -unas tres copas de vino diarias-, determina como «arriesgado» un consumo superior a 280 gramos y «altamente nocivo» por encima de los 430 gramos.

Con estos baremos, es fácil suponer que Bond difícilmente habría resistido el ritmo durante tanto tiempo. La querencia del agente por el combinado de vermú y ginebra, «mezclado, no agitado», le habría ocasionado serios problemas de salud. Patrick Davies, pediatra en el hospital público de Nottingham y uno de los autores del trabajo, advierte de que unas dosis tan elevadas implican «un riesgo considerable de padecer una cirrosis, sufrir impotencia o incluso morir de alcoholismo».

Pese a su franqueza, los especialistas comprenden al veterano espía. «Reconocemos que frecuentar terroristas internacionales puede conducir a la bebida, pero le aconsejamos que consulte a su médico y reduzca su consumo a niveles menos peligrosos».