ESPAÑA

Enredados en la pregunta

Artur Mas tiene mes y medio para poner de acuerdo a Esquerra y Unió sobre el interrogante de la consulta

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La legislatura catalana se acerca a su momento decisivo. Perfilados los presupuestos, que serán aprobados por CiU y Esquerra, los partidos que impulsan que Cataluña celebre una consulta soberanista tienen mes y medio para acordar los términos de la pregunta del referéndum y la fecha del mismo, previsto para el año que viene.

Se trata de la negociación más complicada en mucho tiempo, recuerda a la que se vivió con el Estatut y la definición de Cataluña como nación y provocará fuertes divisiones dentro de CiU, por un lado, y entre Convergència y Esquerra Republicana, por otro. A la vista de que la situación puede enconarse antes de tiempo, Artur Mas ha pedido al resto de fuerzas catalanas un tiempo muerto en el debate sobre qué se pregunta, guardar por unos días las hachas de guerra en los despachos y reservar fuerzas para diciembre con la idea de que antes de las Navidades haya fumata blanca sobre el objeto de la consulta.

El presidente catalán está atrapado por un enunciado que obligará a muchos a abandonar históricas posiciones ambiguas y quitarse la careta. Porque hasta la fecha, los únicos que tienen clara su pregunta son Esquerra, socio parlamentario de CiU, la CUP y la Asamblea Nacional Catalana, que no tiene silla en la mesa de negociación, pero como si la tuviera porque aprieta, y de qué manera, desde fuera. Todos ellos insisten por activa y pasiva que no tiene ningún sentido preguntar por otra cosa que no sea si Cataluña debe constituirse en un estado independiente. No les vale la fórmula convergente de estado propio. Los soberanistas de Convergencia se sienten cómodos con el término independencia, pero Mas sigue sin mencionar la palabra en sus discursos y tampoco figura en el programa de la federación nacionalista.

El presidente de la Generalitat tiene un problema muy serio, poner de acuerdo a sus dos socios, el republicano Oriol Junqueras y el democristiano Josep Antoni Duran Lleida. El primero no aceptará preguntas rebajadas, ni eufemismos. «¿Está usted a favor de la independencia de Cataluña, sí o no?». Esta es su propuesta, inequívoca. Duran, en cambio, no quiere ver el término independencia ni en pintura. No ha expresado en público cuál es su pregunta ideal, pero iría en la línea de si «Cataluña debe ser un estado propio dentro de Europa».

Blanco o negro

El líder de Unió Democrática es partidario de que la pregunta permita respuestas «más allá del blanco o negro», y que impliquen otras opciones «que no sean la secesión o la asimilación y sumisión».

Su apuesta es la tercera vía con una profundización de la autonomía y el reconocimiento constitucional de la singularidad de Cataluña. La cuestión clave para Mas es el grado de consenso que busca. La comisión parlamentaria del derecho a decidir, en la que se acordará la pregunta, está integrada por Convergència, Unió, Esquerra, PSC, Iniciativa y CUP. El PSC es probable que no participe en la negociación porque defiende un enunciado que sea pactado con el Gobierno del PP. Los otros cinco sí estarán en la mesa y todos son partidarios de un cambio del estatus político de Cataluña, aunque no todos abracen la independencia. Este es el término que impide el acuerdo. Mas deberá elegir entre Duran o Junqueras o lograr que alguno de los dos ceda. ¿Cómo? Con una pregunta intermedia del estilo «¿quiere que Cataluña sea un estado libre y soberano?».

El debate, en cualquier caso, se prevé de alta intensidad en CiU, que lleva un año caminando en el alambre de la ruptura. El resultado, además, puede resultar estéril porque el PP y el Gobierno ya han anunciado que impugnarán cualquier pregunta que ponga en cuestión la soberanía nacional. Solo hay una pregunta, según varios juristas, que podría resistir un recurso ante el Constitucional y que serviría para plantear con la ley catalana de consultas: «¿Está usted a favor de que el Parlament de Cataluña impulse las reformas legislativas necesarias para que los ciudadanos de Cataluña puedan decidir sobre su futuro colectivo?». El interrogante puede ser constitucional, pero la mayoría de los partidos sería un fraude. Y Mas tiene la presión añadida de que si no logra el acuerdo para Navidades se encontrará con una gran movilización de rechazo por parte de la Asamblea Nacional Catalana. Como en la Diada, pero contra él. De momento, Esquerra ya ha convocado un acto de presión para el 14 de diciembre.