Lou Reed. :: AFP
Sociedad

El último taichi de Lou Reed

La viuda del cantante y compositor desvela que murió «mirando los árboles» y realizando la postura 21 de esta práctica oriental

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Mirando los árboles y realizando una postura de taichi. Concretamente, la número 21, que algunos manuales identifican con el movimiento de 'rechazar al mono', consistente en un coordinado movimiento de brazos y manos verticales y horizontales. Realizando estos ejercicios rituales falleció el pasado domingo el mítico Lou Reed. Una escena tan espiritual y mística como gran parte de las canciones de este genio del rock, cuyo repertorio está repleto de letras cargadas de simbolismo y una búsqueda constante de armonía. Esos ejercicios de tradición oriental realizados en los últimos momentos de vida de un Reed ya enfermo fueron desvelados por su mujer, la compositora y música Laurie Anderson, en un obituario publicado en el 'East Hampton Star', un periódico local de Long Island (Nueva York).

Hasta ahora se conocían pocos detalles de la muerte de Reed más allá de los problemas hepáticos que ya le obligaron a un trasplante de hígado el pasado mes de mayo. Sin embargo, Anderson decidió romper su silencio para revelar a sus seguidores una faceta poco conocida de quien fuera líder de The Velvet Underground: su pasión por el taichi como herramienta para buscar el equilibrio interior. «Lou era un maestro del taichi y pasó sus últimos días aquí, estando feliz y maravillado por la belleza, la fuerza y la suavidad de la naturaleza».

Según su mujer, Reed falleció la mañana del domingo «mirando a los árboles y haciendo la famosa postura 21 de taichi con solo sus manos de músico moviéndose por el aire». Y es que este neoyorquino que revolucionó el panorama musical con un rock alternativo e independiente, este «poeta salvaje» como le describieron algunos de los críticos, perseguía con ahínco ese equilibrio emocional tantas veces descrito en su obra.

«Lou era un príncipe y un guerrero, y sé que sus canciones sobre el dolor y la belleza del mundo llenarán a mucha gente con la increíble alegría que sentía por la vida», aseguró su viuda.

Anderson también habló sobre las esperanzas de los últimos días y la ilusión de haber logrado su deseo de salir del hospital: «La pasada semana había prometido a Lou que le sacaría del hospital y le traería a casa en Springs. ¡Y lo conseguimos!»

El obituario va dirigido a los vecinos de esa zona rural donde la pareja vivía desde hace años, alejada de los focos. «Lou y yo hemos pasado mucho tiempo aquí en los últimos años, y aunque somos gente de ciudad éste es nuestro hogar espiritual», asegura Anderson, que termina su escrito con un deseo: «Larga vida a la belleza que desciende y perdura y que se adentra en todos nosotros».