CÁDIZ

«No me quiero acostumbrar al dinero, quiero un trabajo normal»

Los expertos de las asociaciones de ayuda alertan de que en el último año se ha duplicado el número de mujeres gaditanas que, de forma ocasional, ofrecen sexo por dineroDinero rápido, dinero difícilLa crisis obliga a más gaditanas a ejercer la prostitución y amplía a madres solteras o separadas en paro crónico el perfil de mujeres que recurren al sexo para pagar la hipoteca o dar de comer a su familia

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La crisis está llevando cada vez a más mujeres gaditanas, de cualquier clase, condición social y edad, a ejercer la prostitución. Los datos son confusos, inciertos, extraoficiales. No hay estadísticas, ni censos, y casi nadie es capaz de responder con concreción a la pregunta de cuántas gaditanas se han visto obligadas a ofrecer sexo a cambio de dinero para salir adelante en estos últimos meses. Pero todos los colectivos que trabajan y tratan de cerca a mujeres que ejercen la prostitución coinciden; la cifra aumenta de forma alarmante. Casi todos hablan de que se ha duplicado su número en apenas meses.

Uno de esos colectivos es Mujer Gades. Durante todo 2012 los voluntarios de este centro social polivalente, que pertenece a la Congregación de las Hermanas Oblatas y se ubica en Cádiz capital, atendieron a más de 200 mujeres. La mayoría se prostituía. Les prestaron servicios de formación, apoyo psicológico, atención sanitaria, y orientación laboral. Mujer Gades trata de inculcarles a quienes venden su cuerpo por dinero que la prevención de las enfermedades infecciosas, en especial el VIH, es primordial. Los voluntarios y técnicos realizan además de forma gratuita el test de diagnóstico rápido de sida, e incluso, les ofrecen a las chicas otro tipo de ayudas legales o económicas de primera necesidad. Recientemente Mujer Gades ha llevado esos tests a Chiclana y Sanlúcar, además de las pruebas que efectúa en su sede de Cádiz capital.

Pisos particulares

Según explican los expertos, el perfil de mujeres que se inician en este complejo mundo en la provincia es muy amplio. Pero cada vez hay más chicas jóvenes que se ven abocadas a prostituirse para sacar adelante a sus familias.

Pero también hay mujeres más maduras que, sin ingresos ni prestaciones desde hace tiempo, buscan dinero rápido y fácil. En muchas ocasiones carecen de formación y de experiencia laboral y tienen personas a su cargo. La mayoría de nuevas prostitutas de la provincia ejercen en pisos privados o casas, que se reparten por ciudades como Jerez, Cádiz, Algeciras o Chiclana.

El declive de los clubes de alterne con la crisis ha dado paso a docenas de casas de citas, repartidas por urbanizaciones de media provincia. En cualquier página de anuncios internet es fácil encontrar anuncios de prostitución. El reclamo de 'gaditana' que ofrece servicios sexuales a cambio de ayuda económica es cada vez más frecuente.

Detrás del teléfono con que se anuncian, muchas veces se esconde una voz con acento del sur. «La inmensa mayoría lo hace por necesidad, incluso se trasladan a otras poblaciones en horario de mañana o tarde, y dicen en su casa que trabajan en la hostelería o en otros empleos para no decir la verdad de a lo que se dedican», explican quienes atienden a estas mujeres.

También homosexuales

Es práctica habitual entre las que se ven abocadas a prostituirse que sus familias no estén al corriente de lo que hacen; solo en contadas ocasiones el entorno de la mujer sí lo sabe. Los voluntarios relatan historias de chicas que se prostituye durante el día y por la noche cuidan a ancianos, y que si tienen un poco de suerte, terminarán dedicándose a ello y saldrán de la prostitución.

La causa principal de que muchas mujeres se lancen a cobrar por prestar sus servicios sexuales es la necesidad de dinero. «Hay mujeres que necesitan mantener sus familias y no tienen otra forma de hacerlo», explica la directora del Instituto de la Mujer, Dolores Virués.

Tanto en Mujer Gades, como en otras entidades que realizan labores parecidas en esta provincia como Cáritas, Pro-Derechos Humanos o Victoria Kent, se reconoce que en la mayoría de las ocasiones son los técnicos y los voluntarios los que se ponen en contacto con las chicas; pero a veces también son las propias mujeres las que comentan a compañeras la existencia de esta ayuda desinteresada, y recurren a los colectivos.

Además, en no pocas ocasiones, las chicas se muestran reacias a recibir la visita de los técnicos, e incluso rechazan el material desechable (preservativos fundamentalmente) o la asistencia que se les ofrece. Algunas carecen de documentación para estar en España de forma legal «y no quieren problemas»; o sencillamente están inmersas en negocios irregulares y escondidas, con horarios leoninos de trabajo y la prohibición de salir del piso donde ejercen.

La directora de Mujer Gades en Cádiz, Julita Núñez, pide que no se frivolice con este tema, «por que muchas mujeres lo pasan mal al verse abocadas a tener que ejercer la prostitución, sin haber imaginado nunca que tendrían que hacerlo». Según Núñez, ellos ofrecen ayuda desinteresada; «nos acercamos si nos necesitan, pero no tratamos de convencer a nadie de que deje de ejercer ni condenamos lo que hacen», explica.

Además, en los últimos años no solo están tratando con mujeres. Aunque pudiera parecer extraño, hasta los voluntarios de estos colectivos también llegan hombres, muchos de ellos gays, que se vieron en su día inmersos en una primera experiencia de prostitución, «y ahora no saben o no pueden dejarlo».

Estos casos revelan que la crisis no entiende de sexos, y que en ocasiones el sexo de pago es el siguiente paso a situaciones familiares de ruptura, separación, malos tratos, o a trabajos vinculados al mundo de la noche, como los gogós o bailarines de discoteca. «A veces recibimos chicos que trabajan de boy, que un día le propusieron acostarse con alguien a cambio de dinero, y ahora no saben cómo dejarlo».

Perfiles y experiencias

Según ratifican los expertos, el perfil de mujeres gaditanas que están viéndose abocadas, aunque sea de manera ocasional, a ejercer la prostitución en los últimos tiempos, es muy heterogéneo. Abundan las chicas jóvenes, madres solteras que no pueden pagar la manutención de sus hijos, y que viven en un contexto sociocultural deprimido; pero también las mujeres de cuarenta y cincuenta años, separadas, que necesitan subsistir.

En Cádiz los colectivos atienden a muchas mujeres inmigrantes. También llegan chicas de otras provincias, sobre todo en verano, buscando la clientela de turistas. El denominador común en la mayoría de casos es su situación de desempleo y «su desesperación». Eso las lleva a recurrir a un trabajo que facilita dinero rápido, «pero no dinero fácil», como matizan estas asociaciones.

En muchos casos sus experiencias y vivencias se repiten. Frases como «nunca me imaginé tener que hacer esto para sobrevivir» son oídas una y otra vez por los voluntarios. Ellos cuentan que normalmente estas mujeres «se justifican porque sienten vergüenza de lo que hacen», apuntan. «Casi todas aseguran que su permanencia en la prostitución será temporal, y no lo hacen por vicio».

Daño psicológico y drogas

En la mayoría de ocasiones además, al daño físico que sufren por tener que trasnochar y por el trabajo sexual continuado, se suma el daño psicológico. Aunque este trabajo supone ingresos extras de los que no pueden prescindir, el peligro mayor para las gaditanas que ejercen la prostitución en estos momentos es lo fácil que es entrar, y lo difícil que es salir. «Las mujeres viven una situación límite en lo físico, pero sobre todo en lo emocional», apuntan desde la Asociación Victoria Kent, que trabaja en el Campo de Gibraltar. Además, para poder soportar el estrés traumático de ejercer la prostitución, muchas de ellas recurren al alcohol o las drogas, lo que les acarrea otros problemas de adicciones.

En la provincia, el trabajo que desempeñan las organizaciones es vital. Las administraciones locales, a través del área de Servicios Sociales de los Ayuntamientos, no siempre llegan a estas chicas. Para trabajar de manera coordinada, en Cádiz se constituyó en marzo una comisión en el que participa la Consejería de Salud, con el objetivo de prevenir embarazos no deseados y evitar contagios de enfermedades, así como garantizar la asistencia en casos de drogadicción, y evitar la exclusión social en la que en viven en ocasiones.

Se hace llamar María. Pero su nombre real no es ese. Se anuncia como gaditana, jerezana en algunos sitios, española en otros. Y recibe cada mañana docenas de llamadas. Ella, pacientemente, explica siempre lo mismo. Con voz sugerente y firmeza en la negativa a las proposiciones «extrañas» que le realizan, detalla las tarifas y los servicios que presta.

María es gaditana. O sevillana. O cordobesa. Ella representa el perfil de mujer española que ha tenido que buscar dinero de forma rápida para afrontar la manutención de su familia. No se prostituye por vicio, pero reconoce que es «muy fácil» acostumbrarse a ganar mucho en poco tiempo. María aspira a encontrar un trabajo «normal». Tiene experiencia en limpieza, hostelería y ha sido modelo. Pero el destino le llevó a la noche, la noche a las malas compañías, y las malas compañías a las drogas.

La osadía que le daba la cocaína hizo el resto, y una noche se adentró en este mundo. Se acostó con un amigo. Él le ofreció dinero al marcharse, y le aseguró que podría ganar mucho si se lo propusiera. María aceptó. Trabajó en varios clubes de alterne de Sevilla, Chiclana o Conil. Luego probó suerte en solitario, compartiendo piso y gastos con otras chicas. Gana 50 euros en veinte minutos. Dice que lo dejará en un par de años. Pero el teléfono sigue sonando.

Su evolución en la provincia de Cádiz es más que evidente. La lucha impulsada por algunos ayuntamientos, caso del de El Puerto de Santa María, para erradicar la prostitución de sus calles, está dando sus frutos, y ha hecho cambiar el perfil de lugares donde se ofrece sexo de pago.

En el caso portuense, la aprobación de una Ordenanza Municipal formalmente denominada de convivencia ciudadana en el espacio público, que permite sancionar la mendicidad «con coacción y acoso», ha reducido a la mínima expresión la oferta y la demanda de la prostitución en las calles.

Según explica el concejal delegado de Policía Local y Protección Civil portuense, Carlos Coronado, esta ordenanza «viene a cubrir un vacío legal para atajar las conductas incívicas en espacios públicos, y responde a una demanda de la propia ciudadanía».

De hecho, los vecinos de Valdelagrana o El Cuvillo han reiterado en los últimos años su rechazo a la «inseguridad y problemas» que conllevaba la presencia de media docena de prostitutas a pocos metros de sus casas, cada noche. Esa situación se ha ido normalizando, y en la actualidad apenas se ven mujeres. Las que quedan, saben a lo que se exponen. En las últimas semanas, agentes de la Policía Local han levantado varias actas en el entorno de las calles La Rosa y Espíritu Santo, aunque esas actuaciones derivaron fundamentalmente en la identificación de los clientes que solicitaban los servicios sexuales, y no en las mujeres.

La alegalidad de la prostitución es el principal handicap al que se enfrentan los ayuntamientos gaditanos. El de El Puerto insiste. En los próximos meses se potenciará la presencia policial tanto de agentes uniformados como de paisano. El objetivo prioritario es evitar las constantes quejas de los vecinos por la prostitución callejera y garantizar la seguridad en la zona, también en el entorno de la calle Cielo, en pleno centro urbano.

En la provincia, la tipología de poblaciones y el perfil de turistas hace que la prostitución no se concentre en las calles o los polígonos industriales, como así ocurre en otras provincias cercanas como Málaga. En una gran mayoría, los clubes y las casas o pisos particulares 'de relax', son los lugares donde se concentra el sexo de pago.

La crisis ha hecho, además, que los clubes de alterne, que se amparan bajo la calificación de hoteles para funcionar de manera legal tras las últimas redadas contra la explotación sexual, la trata de blancas o los delitos económicos, hayan perdido afluencia de clientes. También se ha empezado a notar que muchas mujeres de procedencia africana han empezado a volver a sus países de origen por el descenso en el volumen de ganancias.

Por contar con tarifas más bajas y por la mayor privacidad y anonimato que aportan, el gran flujo de prostitución y servicios sexuales previo pago se concentran en estos momentos en viviendas particulares. Basta con buscar en una página web de anuncios de contactos para darse cuenta de que el negocio fluye por esos derroteros.

Algeciras, Chiclana, Jerez, El Puerto o Cádiz son algunos de los lugares que más se repiten. En la mayoría de ocasiones se trata de pisos o chalets alquilados, en los que trabajan varias chicas de diferentes nacionalidades y edad durante las 24 horas del día.