CÁDIZ

Don Javier Luna: mártir o demonio

El hermano del religioso, que continúa en prisión provisional, asegura que está bien y que se toma su paso por la cárcel como unos «ejercicios espirituales» Defensores y detractores del sacerdote se concentraron ayer en el entorno de Salesianos

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Culpable o inocente, aún no se sabe, o al menos no lo sabe el juez, porque las personas que se concentraron ayer en los alrededores del colegio Salesianos San Ignacio parecían tener más que claro su veredicto. El suyo, no el de la justicia, a la que todavía le queda mucho camino por recorrer. Cada vez son más los alumnos llamados a declarar, las líneas de investigación abiertas, las incógnitas sobre el futuro inmediato de un acusado que volverá a declarar en los juzgados de San José, pero no se sabe cuando.

Lo único claro hasta ahora es que la hoguera ya va cogiendo temperatura y mucho tiene que cambiar la historia, no la de Francisco Javier López Luna, sino la de la humanidad, para que este sacerdote no acabe en las llamas. Para algunos con motivos, para otros de forma injusta. Y unos y otros quisieron fortalecer sus posturas ayer con sendas concentraciones en el entorno del centro salesiano.

En torno a un centenar de defensores del exdirector del colegio se reunieron a las siete de la tarde bajo la estatua de San Juan Bosco. Muchos, la mayoría, eran alumnos del centro. Sus padres les acompañaban «porque nos da miedo que les pueda pasar algo». Allí, a la sombra de Don Bosco, gritaron, cantaron, rezaron y blandieron pancartas por la libertad de Francisco Javier López Luna. Y lo hacían con convencimiento, como lo hicieron días atrás 400 personas en Badajoz, porque, como decía el padre de una alumna de 15 años, «igual que los padres de los denunciantes creen a sus hijos, nosotros creemos a los nuestros, que son muchos más. Quizá es que no se ha sabido entender la filosofía de los Salesianos, que buscan acercarse a los niños. A lo mejor hoy Don Bosco estaría también en la cárcel».

Quien quiso dar la cara fue el hermano del acusado, Daniel López Luna, que dio las gracias por todas las muestras de apoyo que está recibiendo la familia. Una familia «muy afectada porque en la televisión han lapidado a mi hermano desde el primer momento». Contó que había hablado el domingo con su hermano y le dijo que está bien y que «sentía que está de ejercicios espirituales. Él piensa que está metido en un malentendido porque los alumnos han sido muy mal ayudados». Se refirió a esos estudiantes y a su familias que han declarado en contra de su hermano, pidiéndoles «que recapaciten, porque están haciendo daño a sus propios hijos».

Mientras, a escasos cien metros, a las puertas de los juzgados, se concentraban varias decenas de personas para pedir la condena del sacerdote. Allí había algunos padres afectados. Una madre contaba como se había enterado de las presuntas agresiones por la Policía, «porque fueron a buscar a mi hijo a casa cuando los compañeros les contaron que el director le había dado una paliza tirado en el suelo. Y eso no es un juego, no con patadas en la espalda». Se quejaba de que hasta ahora «nadie ha dado al cara, ni el centro ni nadie. Los niños se sienten mal, porque el director se los había ganado y ha abusado de su confianza. Y encima están recibiendo amenazas. Mi hijo desde luego sale de este colegio. Esto es una secta».

Por suerte o por prudencia cada concentración estuvo en su sitio. A distancia, pero sin perderse de vista. Sólo un par de incidentes aislados. Uno protagonizado por un hombre de avanzada edad que insultó al salesiano y se enfrentó a los concentrados en su favor. Otro, más desagradable, con un chaval que se atrevió a ir hasta la puerta de los juzgados a increpar a los que se manifestaban contra Luna. «Venga, pegadme, que soy menor». Y se llevó una patada de uno que no debió oírle.