Grillo se dispone a dar una conferencia de prensa tras su reunión con Giorgio Napolitano :: A. PIZZOLI / AFP
MUNDO

El partido de Berlusconi advierte de que hará caer el Gobierno si le condenan

La izquierda se rompe por ceder al chantaje del magnate y cerrar el Parlamento un día como protesta ante su próxima sentencia

ROMA. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

En Italia están saltando las caretas a toda velocidad y se aproxima a otra de sus periódicas catarsis. El PDL, el partido de centroderecha de Silvio Berlusconi, advirtió ayer sin rodeos que hará caer el Gobierno de coalición con el PD de Enrico Letta, nacido trabajosamente hace solo dos meses y medio, si el 30 de julio la sentencia final del Supremo del 'caso Mediaset' confirma las dos condenas de su líder a cinco años de inhabilitación para cargos públicos. Es una pena que le dejaría fuera de la política, le obligaría a dejar su escaño y le impediría presentarse a las próximas elecciones.

«Sería extremamente difícil que un PDL acéfalo, sin su líder, pudiera proseguir su experiencia de Gobierno», avisó Renato Schifani, jefe del grupo del PDL en el Senado. Las declaraciones en el entorno del partido oscilan del poli bueno al poli malo, porque el propio Berlusconi, según la prensa, habría aplacado ayer a los suyos garantizando la continuidad del Ejecutivo, y aventurando incluso que no le iban a condenar. Pero lo cierto es que ya se calientan motores para el gran día y está abierta cualquier posibilidad, hasta la de tirar todo por la borda. Lo mejor para la tranquilidad del endeble Ejecutivo de Letta.

Estaba claro que esta sentencia fijaba el horizonte de la precaria situación política italiana, con un inédito Gobierno de circunstancias entre izquierda y derecha, fruto de las inconcluyentes elecciones generales de febrero, y con alguien tan peligroso dentro como Berlusconi, que se rige mayormente por sus intereses personales. Su prioridad política es, como siempre, evitar sus juicios, pero en el PD y el PDL se pensaba que al menos había un año para frenar la crisis, aprobar alguna reforma urgente y recuperar algo de credibilidad antes de llegar a unas elecciones anticipadas, pues ambos se han hundido en las urnas ante el empuje del movimiento de protesta de Beppe Grillo. El problema es que esa probable fecha de caducidad del Ejecutivo se suponía más lejana, hacia finales de año o principios del siguiente. Sin embargo el martes el Supremo anticipó la crisis por sorpresa al fijar ya mismo la vista decisiva, para evitar una posible prescripción del delito.

El hecho de que un tribunal se dé prisa en juzgar a un delincuente antes de que se libre por octava vez de una posible condena gracias a la prescripción le ha parecido intolerable a Silvio Berlusconi, sobre todo porque ese delincuente es él. En su mundo de colores, desde que puso en pie la coalición de Gobierno con Letta concibe cada sentencia en su contra como un ataque a la estabilidad del país. Como un golpe a una supuesta nueva fase de «pacificación» entre rivales políticos que debía incluir a los tribunales, que en su opinión actúan como un arma de la izquierda y hasta ahora se han inventado todas las causas contra él. En definitiva, una condena significaría poco menos que un golpe de Estado.

Tonterías justificadas

Su partido lleva tres días diciendo graves tonterías de este tipo. Lo preocupante es que el PD, para salvar el Gobierno, las avaló el miércoles apoyando su propuesta de suspender un día la actividad del Parlamento como protesta ante la decisión del Supremo. Fue un paso muy polémico que ha tenido consecuencias en nuevas divisiones internas. Hubo varias voces críticas y ayer un grupo de 70 senadores escribió una carta para defender la decisión, aunque cuestionaron cómo se llevó el asunto y se quejaron de las cuchilladas entre colegas. «Basta de goles en propia puerta», advirtieron. Pero es que hubo otra carta de otros 13 parlamentarios para lamentar en cambio el bochorno del voto del PD. Eran cercanos a Matteo Renzi, el fogoso alcalde de Florencia que aspira a ser el nuevo líder del partido y ya lidera una corriente crítica. Es decir, que critica cada día a Letta y el PD. La crisis del PD nace con una victoria inútil en las elecciones que llevó a dimitir a su candidato, Pierluigi Bersani. Ahora tienen uno provisional, Guglielmo Epifani, y viven con broncas diarias entre sus distintos jefecillos a la espera de un congreso que aclare quién es su líder. Están tan perdidos que lo han dejado para diciembre.