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Maduro ordena controlar el Parlamento

El presidente venezolano culpa a la oposición de la batalla campal en la Cámara pero pide a Cabello más «autoridad»

LA HABANA. Actualizado: Guardar
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La negativa del presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Diosdado Cabello, a dar la palabra a legisladores que se niegan a reconocer la legitimidad de Nicolás Maduro está en el fondo de la batalla campal que convirtió el hemiciclo en un foro de golpes, empujones y escaños volando y dejó al menos a siete asambleístas heridos. Un nuevo exponente de que la polarización y la intolerancia están lejos de remitir y que conmocionó ayer a la comunidad internacional.

Oficialismo y oposición se acusan mutuamente de haber provocado el incidente. Diputados y dirigentes gubernamentales sostienen que sus adversarios iban «decididos» a montar el numerito para provocar violencia y crear divisiones en el Gobierno. Y específicamente entre Maduro y Cabello. La parlamentaria oficialista Gladys Requena señaló que un diputado hasta se colocó un casco de motociclista en el hemiciclo, y calificó de «provocación» que sus colegas no respeten las instituciones.

En las imágenes mostradas por la televisión se aprecia una pancarta con las palabras «Golpe al Parlamento», a una diputada con una corneta y a otro con un silbato. Después comienzan los empujones y los golpes. El que salió peor parado fue el opositor Julio Borges, que terminó con un ojo morado y con un hematoma en la cara.

El presidente Maduro condenó los hechos. «No estamos de acuerdo con la violencia. Sabíamos que la oposición venía a provocar violencia y hubo un cruce muy fuerte de manos, muy fuerte. Eso no debe repetirse», declaró. El sucesor del fallecido Hugo Chávez habló por teléfono con Cabello y aseguró después que había pedido al presidente de la Asamblea Nacional que actuara para que no se reproduzcan situaciones similares.

«Él va a tomar las medidas de autoridad y disciplina para que no se repitan hechos como ése, porque nosotros tenemos que buscar la paz, la convivencia, el respeto a la Constitución, a las leyes, a las ideas, la tolerancia a la forma de pensar distinto y de actuar distinto». Aunque responsabilizó a la oposición de los graves incidentes en la Asamblea, el hecho de que exigiera más «autoridad» a Cabello puede interpretarse como una descalificación indirecta de su proceder al frente de la Cámara.

Henrique Capriles, el líder de la oposición que asegura que le robaron las elecciones del 14 de abril y niega legitimidad a Maduro, rechazó que el enfrentamiento político derive en encontronazos físicos. «El desastre que es este Gobierno y los que están al frente pretenden taparlo con violencia, vamos todos a derrotarlos con la paz», escribió en Twitter.

Por este medio también se solidarizó con los diputados Julio Borges, María Corina Machado, Nora Bracho y Américo de Grazia, «víctimas de la violencia que Venezuela entera deplora».

Sin cámaras

«Este Gobierno corrupto, fascista, ilegítimo no cambiará la forma de ser del venezolano que detesta la violencia», añadió el también gobernador del Estado de Miranda. El diputado Bracho tuiteó que Machado fue «pateada», y que lo sucedido era «una gallapa (encerrona) contra nosotros. Cerraron las puertas para arremeter y no salen en cámaras (.) Esto es un fujimorazo! Diosdado se reía y los diputados del PSUV hablaban como si nada! Mientras, los demás arremetían y nos lanzaban de todo».

«No abandonaremos la Asamblea, nos verán de vuelta firmes», añadió Machado. Por su parte, Borges pidió acciones concretas para que retorne el orden al Parlamento. «A nosotros no nos golpearon hoy, hoy golpearon a Venezuela, a la democracia venezolana (.) estos golpes a Venezuela a mí no me duelen, estos golpes físicos lo que dan es más fuerza a mí y a mis compañeros para seguir luchando por un futuro mejor». El parlamentario criticó la actitud de Cabello, quien al exigirles reconocer a Maduro «está cavando la tumba de lo que llama revolución».

El antichavismo aprecia un «alto grado de desesperación» en el Gobierno, al que tildan de «autoritario y dictatorial». Lo acusan de detener a nueve oficiales del Ejército, la Fuerza Aérea y la Armada, a los que mantendría en Fuerte Tiuna por simpatizar con Capriles. Pero el oficialismo sostiene lo contrario, que sus adversarios tienen un plan para crear un clima de violencia e ingobernabilidad en el país que invite a una intervención extranjera en la nación con más reservas de crudo del mundo. Desde la llegada al poder del «hijo de Chávez», la confrontación va en aumento. No parece que remitirá ni con la auditoria de los resultados que realiza el Consejo Nacional Electoral.