La hermandad del Olivo ha confiado este año su pregón al técnico de Patrimonio Histórico. :: ANTONIO VÁZQUEZ
Javier Maldonado Rosso, Pregonero de la caseta Helo- Libo

«La familia ya no enseña a beber a los hijos»

Jefe de servicio del área de Patrimonio Histórico, Maldonado defiende la cultura del vino fino y su consumo moderado en la fiesta que le hace honor

EL PUERTO. Actualizado: Guardar
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Javier Maldonado es el libro abierto del patrimonio histórico de El Puerto. Un papel que ejerce desde el Ayuntamiento, pero que también lleva al terreno de lo personal por su férreo compromiso con cada manifestación cultural y cada vestigio que se conserva en la ciudad. Este año ha asumido la responsabilidad de pregonar la Feria de Primavera y Fiesta del Vino Fino en la caseta de Helo- Libo. Un pregón dedicado al caldo portuense que, a juicio de Maldonado, es ahora un «ilustre desconocido» para muchos.

-¿Cómo se siente siendo pregonero de una fiesta de tanto arraigo como la Feria?

-Ha sido una experiencia muy bonita. Me encontré muy a gusto. Porque es un género que no sólo permite, sino que exige la combinación de sentimiento y conocimiento. Yo estoy acostumbrado a escribir artículos y libros de tipo académico y científico, con muchas notas a pie de página... Y en esta ocasión he tenido libertad creativa y expresiva para hablar del vino fino, desde el conocimiento de lo que es, pero poniéndole esa carga de sentimiento propia de algo que consideramos tan nuestro y que forma parte del patrimonio cultural de El Puerto y de su entorno.

-¿Ha tenido que documentarse mucho? Usted ya es un experto en el patrimonio portuense...

-Hace años hice algunas investigaciones, y conocía el sistema de criadera y de solera, a través de mi tesis, de libros, artículos... Pero para el pregón había que emplear un lenguaje divulgativo y comunicativo, que apelara a los sentidos. Y desde que me plantearon dar el pregón, en enero, he puesto en palabras ese conocimiento, hasta dar con un texto que exige llegar a la exaltación, empleando la prosa poética, pero procurando no caer en el exceso empalagoso o fingido.

-Dijo en el pregón que el fino es un ilustre desconocido, ¿por qué?

-Desde hace unas cuantas décadas se ha venido perdiendo la educación y la lección que los padres le daban a los hijos en el seno de la familia. Era ahí donde se aprendía a beber. Pero a partir de los sesenta se notó un cambio en los hábitos de consumo. Bebidas foráneas, que no tenían cuota de mercado, y comenzaron a consumirse, como el whisky. Como ejemplo, los cantaores de flamenco, que lo sustituyeron por los vinos para entonarse.

-Las bodegas, los edificios en sí, tampoco parecen pasar por su mejor momento desde el punto de vista patrimonial.

-En El Puerto hay una gran oportunidad por contar con el Campo de Guía, que es e primer polígono bodeguero que se planifica como tal, en los años veinte del siglo XIX, aunque se siguió desarrollándose durante varias décadas más. Es el primer ensanche bodeguero de España que se conserva como tal, pero por los cambios tecnológicos y de mercado, muchas bodegas portuenses, como Terry y Osborne, se trasladaron a las afueras, y la mayor parte del casco bodeguero está en desuso. Pero confío en que el Plan Especial de Protección del Casco Histórico sirva para dar utilidad a las bodegas, desde centros de negocios, comercios y viviendas -a menor escala- y que esto apoye su conservación.

-¿Cómo le gusta vivir la Feria?

-Me gusta a mediodía, a la hora del copeo. También por la noche, aunque la vivo moderadamente. No sé si porque ya de por sí soy moderado en todas mis aficiones. Pero la Feria es una fiesta en la que las personas nos abrimos mucho, nos relacionamos mucho más.