PROTECCIÓN Y CONFIANZA

Las medidas contempladas en el decreto contra la exclusión social que mañana martes va a aprobar el Consejo de Gobierno tienen un tinte dramático y cartografían, a su pesar, el estado de una sociedad fracturada. Niños mal alimentados, dependientes sin cobrar las ayudas comprometidas, familias enteras en paro y con las prestaciones agotadas no son titulares de periódicos, datos de 'excel' o argumentos que los líderes políticos se arrojen a la cara desde la tribuna parlamentaria. Son personas con nombres y apellidos que precisan ayudas de emergencia para hacer frente a una situación que se degrada rápidamente y a la que, por lo que ha reconocido la plana mayor del Gobierno, con la ya tradicional ausencia de su presidente, no va a hacer sino agravarse. Horror sobre el horror, será dificil acusar de demagogia a este paquete de ayudas, regatearle apoyo, disputar sobre la miseria, aunque la hora del gran pacto sigue sin llegar.

El Gobierno de Griñán y Valderas parece decidido a marcar su propia agenda, pero también a convertirse en adalid de las soluciones de izquierda en esta Europa de la troika y el ultraliberalismo. Vendrán nuevas medidas que no agradarán a los bancos ni a los mercados, que abundarán en el aldabonazo que supuso el decreto de vivienda, tan duramente criticado por Braulio Medel esta semana, para sorpresa del gabinete andaluz: un decreto que promete ser drástico sobre productos financieros y protección de lo que se ha dado en llamar "deudores vulnerables", además del proyecto de nueva fiscalidad, que incluye el impuesto sobre grandes superficies y que Hacienda ralentiza, quizá por su complejidad, quizás por sus riesgos.

Porque aunque la protección social resulta imprescindible, la inversión que genere riqueza aún lo es más. De esta sólo nos saca el empleo y éste sólo lo crea la iniciativa privada y el dinero es miedoso... serán tópicos, pero son verdades hasta ahora incontestables. Conjugar los dos extremos de la premisa, dar el pez y enseñar a pescar, esa es la cuestión.