PAN Y CIRCO

LA CABEZA

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En sus primeras comparecencias Raúl Agné evitaba catalogar el problema del Cádiz como una cuestión mental. «Yo creo en el rendimiento», aseveraba, alejando un debate sobre la fragilidad mental del grupo que dirige. No ha tenido más remedio que aceptar la realidad. Comprender que la faceta psicológica es una parte más del fútbol como la técnica, la táctica o la física, y que en ocasiones incluso es la más relevante. «No es normal lo que se falló... Es un tema psicológico, es la cabeza».

Pues sí. Siento contradecir a muchos cadistas, ser políticamente incorrecto, pero este equipo NO es tan malo. Dentro del baremo en que nos movemos. Es horrible comparado con el Barça o el Madrid, es pésimo si se mira el 'equipazo' del año pasado... pero no es peor que la mayoría de rivales de este mediocre grupo IV, aunque su rendimiento haya sido mucho menor.

Adri Gallardo, Sergio Ortiz o Niko Varela prueban esta afirmación. Limpiaron su 'cabecita', entraron en otra dinámica y las piernas funcionaron. Aquí seguramente se habrían hundido junto al resto del pasaje.

Resulta un riesgo innecesario al tratarse de una mera hipótesis, pero pienso que este plantel, con algo de suerte en momentos puntuales, no estaría pasando tales agobios. Da igual. Ahora, ¿qué importa?

Importa recuperar la confianza, aislarse del exterior (hasta de las críticas que llegaron esta semana al entrenamiento), huir de los mensajes negativos y convencerse de que este equipo tiene capacidad para ganar, por lo menos, dos partidos de los cinco que quedan. Por ello las risas de ayer de Agné, por eso le quita trascendencia. El miedo como compañero de viaje es peligrosísimo en una expedición que lleva un año asustada, y que en cuanto duda provoca auténtico pavor.