Momento del pasacalles que cada año abría el certamen cultural. :: LA VOZ
CÁDIZ

El Festival de Folklore de Cádiz, muerto y enterrado

Tras la suspensión de la cita en 2012, la organización decide disolverse y abandonar su sede por asfixia económica irreversible

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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A la edad de 29 años, con la ilusión de celebrar por todo lo alto la treintena que coincidía con el señalado año 2012, se quedó paralizado por inanición y abandono. Sus padres, organizadores, y hermanos, voluntarios, pero también algunos vecinos tenían una leve esperanza de que superase la situación crítica, que se recuperara y reapareciera. Pero ya no podrá ser.

El Festival Internacional de Folklore de Cádiz ha muerto. Definitiva e irreversiblemente. Sucedió de forma discreta y silenciosa, el pasado mes de febrero, cuando su directiva (formada por la Asociación de Amigos del Folklore) remitió una carta a la federación nacional que agrupa estos certámenes para solicitar la baja y anunciar la disolución del colectivo impulsor. Uno de sus tradicionales directores, Manuel Granado, lo confirma.

Con esta decisión se pone fin definitivo, ya sin la remota posibilidad de reactivación, a la cita estival con el folklore internacional que se celebró en Cádiz de forma ininterrumpida entre 1983 y 2011. La cita, que hizo pasar por Cádiz -especialmente por el teatro de verano José María Pemán- a grupos de los cinco continentes, de toda Europa y de todas las comunidades autónomas españolas, era el que abría el calendario cultural y lúdico del verano gaditano por celebrarse preferentemente en la primera semana de julio. El motivo del definitivo final es el mismo que provocó la suspensión de la edición de 2012: la precariedad económica, la asfixia financiera para poner en marcha un evento ya tradicional que se levantaba cada verano gracias a la pasión, la afición y el esfuerzo de organizadores y voluntarios sin ánimo de lucro, que tenían que afrontar un complejo entramado de selección de grupos, contacto, organización de desplazamientos y estancias.

A partir de 2008, los fundamentales patrocinios públicos y privados empezaron a caer como fichas de dominó. La recesión económica se cebó con las cajas de ahorro, uno de sus sustentos, y con las administraciones públicas, el otro gran pilar de las cuentas; por lo que redondear un presupuesto «siquiera de mínimos, siempre a la baja», se hizo imposible, según detalla Granado.

Subvenciones menguantes

Primero se retiraron, total o parcialmente, Diputación, Junta de Andalucía y el Ministerio de Cultura (a través del Inaem). Unicaja, en plena tormenta financiera, tampoco pudo mantener su ayuda. Sólo quedaban la administración local o el Consorcio del Doce: «Pero el Ayuntamiento aún nos debe los 15.000 euros del festival de 2011 y el Consorcio, que se comprometió a intentar salvar al menos la edición del Bicentenario, nos pidieron que les remitiéramos la subvención mínima que necesitamos. Lo hicimos y ni nos contestaron. Así no se puede. Hay que admitir que este tipo de iniciativas ya no pueden ser. Todo ha cambiado. No hay un mínimo apoyo económico. Fue bonito, pero se acabó».

El otro socio fundador del Festival, el prestigioso oftalmólogo gaditano Antonio Fernández-Repeto, admitía el pasado verano que la suspensión de la edición del trigésimo aniversario, la del Doce, le había «frustrado muchísimo» pero anunciaba su intención de «seguir adelante con la asociación» pese a no tener «margen operativo». El deseo ha resultado imposible y el diagnóstico, certero. No había margen y la renuncia se ha hecho inevitable. Descanse en paz. Fue una hermosa idea.